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«Deja caer los papeles», decía el mensaje que recibió Dayana por parte de Sofía después de las pruebas de voleibol

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«Deja caer los papeles», decía el mensaje que recibió Dayana por parte de Sofía después de las pruebas de voleibol. Arrugó las cejas, mirando de un lado a otro. ¿Cómo sabía que tenía hojas en la mano? Al no ver a la chica que le enviaba mensajes, Dayana procedió a escribir un texto, que fue interrumpido por otro de la misma persona. «Voy a chocar contigo, deja caer los papeles».

—¿Qué mier…? —se preguntó en voz alta segundos antes de ser impactada por detrás por un cuerpo delgado y un poco más bajo que el de ella. Con el mayor disimulo posible, soltó el montón de hojas que llevaba en sus manos.

—¡Oh, lo siento tanto! Déjame ayudarte. —Sofía se arrodilló apenas los papeles tocaron el suelo, ayudando a recogerlos y haciendo un sutil movimiento de cabeza que le indicaba que hiciera lo mismo.

—Gracias. —murmuró la confundida rubia, atendiendo a las indicaciones de la mayor—. ¿Qué haces aquí?

—Vine a recoger a mi hermana y cuando te miré quise saludarte, ¿te molesta?

—Para nada, pero, ¿por qué no saludaste y ya?

—Bueno, no sé qué tan fuera del closet estás y si te ven conmigo van a suponer cosas. Sobre todo porque eres la señorita «nunca he tenido novio porque los hombres son asquerosos». —comentó lo último con cierta diversión.

—¿Me has estado investigando? —Dayana respondió, con la misma sonrisa burlona y traviesa que la chica le había ofrecido.

—Las personas hablan, bonita, pero tranquila, tus papás siguen defendiendo tu honor. —Ambas dejaron salir una pequeña risa ahogada, volteando los ojos al mismo tiempo. Terminaron de recoger los papeles y Sofía les dio un vistazo antes de entregarlos a la rubia y ponerse de pie junto con ella—. ¿Son los resultados de las pruebas de voleibol? Son muchas.

—¿Mhm? —miró los papeles en sus manos—. Ah, no, son las finalistas que eligió el entrenador, tengo que elegir cinco para mañana.

—¿Por qué tú?

—Porque soy la capitana del equipo y él un tipo cool que no quiere rechazar a nadie.

Una sonrisa ladina se dibujó en el rostro de la mayor—. ¿Y acepta sobornos, capitana? —Dayana la miró, confusa—. Mi hermana es esa. —Señaló el nombre más bajó en la lista.

—Uh, no practicó mucho, ¿verdad?

—¡Claro que sí! Lo hicimos juntas.

—¿Sabes jugar?

—Pues no, pero mi hermana sí practicó.

Dayana volvió a reír y dibujó una estrellita al lado del nombre de la hermana de Sofía—. Lo tomaré en cuenta. —dijo, ganándose una sonrisa agradecida que fue reemplazada inmediatamente por un rostro serio.

—De nuevo, disculpa por tropezar contigo. —Sonrió y dejó un apretón suave en el brazo de la menor antes de irse. Dayana quedó igual de confundida que al principio hasta que una chica la tomó de los hombros.

Era su bonita, pero estresante subcapitana de equipo. Marisol o como sus amigos le decían, Mar, era hermosa, pero su personalidad era algo que Dayana no podía soportar más de diez minutos. Siempre presumiendo ser diferente y, por ende, mejor, que las demás porque nunca había tocado el maquillaje, no iba a fiestas y, supuestamente, prefería jugar voleibol que tener novio.

—¿Hablabas con Sofía? —Su voz, su irritable voz. Dayana nunca creyó que podría hartarse tan fácilmente de una mujer como con los hombres.

—Solo nos saludamos.

—Escuché que le gustan las mujeres. —dijo en voz baja—. Creo que es genial mientras no se enamoré de mí, aunque nunca hemos hablado, sería extraño que lo hiciera. Pero ahora su hermana podría estar en el equipo, así que tal vez ella vaya a los torneos y si me ve y se enamora no tendría el corazón para rechazarla, se ve que es una buena persona. ¿Tú qué opinas?

—Mmh… —No supo que responder, su cerebro se había apagado apenas la muchacha empezó a hablar, por eso casi agradece en voz alta cuando Roberto apareció en el pasillo—. Tengo que irme, Mar, ¡nos vemos mañana! —Corrió hasta su amigo, lo tomó de brazo y lo llevó rápidamente a la salida.

—¿Quién era la bonita con la que hablabas? —preguntó, volteando para sonreírle a la chica, pero terminó mostrándole un gesto de dolor causado por un pellizco de su amiga en su brazo.

—Ni se te ocurra, no soportaría tener que hablarle solo porque es tu novia.

—Reto aceptado. —murmuró, ganándose otro pellizco.

[~★~]

Por la noche, Dayana terminó de elegir a las novatas para su equipo, decidiéndose por darle una oportunidad a la hermana de Sofía para ver a la pobre Marisol partiéndose la cabeza, creyendo que la chica está enamorada de ella. Dejó los papeles en una esquina de su cama y con su teléfono en mano, caminó hasta su ventana con la esperanza de encontrarse con su amiga. No habían hablado desde el día anterior.

La ventana vecina estaba perfectamente cerrada y cubierta por las cortinas, indicándole que su amiga no tenía deseos de hablar con ella o bien, que no estaba en casa. Dayana decidió creer la primera hasta que un coche que reconoció al instante se estacionó frente a la casa de su amiga. Era de Max.

El joven bajó para abrir la puerta del copiloto como todo un caballero, dejando salir a la pelirroja que lo había dejado hace unas semanas e inmediatamente la tomo por la cintura para besarla como despedida.

—¿Nos vemos mañana? —preguntó sobre sus labios y Ana asintió con una sonrisa que, aunque él no logró notar, era falsa.

Apenas el muchacho desapareció junto con su auto, Ana limpió los restos de saliva que quedaron en su boca, haciendo un gesto de asco que fue interrumpido por ruidos de golpes desde la ventana de su amiga.

«¿Y eso qué fue?», decía el mensaje que llegó segundos después de ver a su amiga tecleando velozmente en su celular.

«Volvimos».

«¿De verdad? No me di cuenta, creo que me desconcentró su lengua en tu garganta».

«Muy graciosa. ¿Qué quieres?»

Ana alcanzó a ver como su amiga fruncía el ceño al leer eso y quiso disculparse, explicarle que había sentido que debía volver con él porque, aunque durante las semanas que salieron no logró olvidar sus sentimientos por ella, sí la mantuvo alejada de sus impulsos. Pero no podía.

«Saber por qué mi mejor amiga volvió con su ex, ¿no puedo?».

«No, no tengo tiempo de hablar ahora, tengo tarea».

«¿Y mañana?».

«Tampoco, Dayana».

La chica que seguía en su habitación exhaló con fuerza por la nariz y envió un último mensaje a su amiga. Dos puntos con una «l» en medio.

 Dos puntos con una «l» en medio

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Este es mi título favorito.

Cuando Dayana se enamoróDonde viven las historias. Descúbrelo ahora