16

137 19 5
                                    

El frío de las noche les obligó a refugiarse en el interior de la habitación que anteriormente habían dejado atrás en búsqueda de privacidad.

Agoti, sin problema alguno, y al contrario de las noches comunes, yacía completamente dormido y acobijado en la calidez de su cama, siendo el desvelado ruso quien le observaba en completo silencio en medio de la oscuridad, tendido sobre las cobijas en aquella misma y amplia cama. Envidiando sutilmente la tranquilidad con la que su amigo podía descansar mientras que para él, esta sería la última vez que le vería.

Se tomó la libertad de acercar su mano al rostro del demonio, despejando su cabello de su rostro, para así poder apreciar de mejor manera sus cálidas y ruborizadas mejillas que decoraban su relajado semblante tan inocente y despreocupado. Totalmente ajeno a lo que él podía llegar a ser.

"Gracias por haberte acercado a mí.", pensó el ruso antes de mimar su mejilla con cariño, era tan suave como la piel de un bebé, "hubiera deseado haberte dedicado más tiempo, conocerte mejor, o mejor dicho; conocernos mejor... Se ve que eres un buen chico, ojalá te hubiera conocido antes, tuve la oportunidad, pero jamás la tomé, y lo lamento muchísimo... Porque sé que mi partida te hará sufrir, al menos un poco, pero no tengo cómo compensártelo y mi decisión ya está tomada.", una lágrima cayó por su mejilla, absorto en su monólogo interno, se sintió algo vulnerable, ya que Agoti había sido la segunda persona que vio algo en el, algo que personalmente a día de hoy seguía sin poder notar. Desearía tener la valentía para haberse despedido como corresponde, pero era cobarde, siempre había sido un cobarde. "Encontrarás a alguien mejor, y si todo sale como quiero... Te estaré cuidando desde el otro lado".

Juntando su frente con la del muchacho, soltó un último suspiro, siendo aquella la despedida final, poniéndose de pie con cuidado, para así no alterar el sueño de su amigo. Antes de irse, echó un último vistazo hacia su amigo... su gran amigo... Y sintió el pecho tan pequeño que por un momento dudó, pero no podía echarse atrás ahora.

Adiós, Agoti. —Susurró, encaramándose en el marco de la ventana para así salir de aquel cuarto con sigilo, cerrando aquella ventana detrás de su espalda y finalmente se retiró.

Dejando a aquel digidevil acurrucado en su cama, la cual ahora se sentía vacía ante la ausencia de la compañía, pero el sueño conseguía mantenerle absorto de lo que podría ocurrir a su alrededor.

...

Con el pasar de las horas, la luz solar se escabulló en su habitación ante la torpeza de no haber cerrado las cortinas. Frotando sus manos en su rostro, el joven demonio retiró los rastros de sueño que pudieran haber quedado de la larga siesta que se pudo permitir, pero la calma abandonó su cuerpo cuando notó que estaba solo.

¿Tabi? —Se incorporó, mirando a su alrededor esperando ver alguna pista de su amigo.

Gateando hasta el borde de la cama, revisó que éste no estuviera durmiendo en el suelo, corriendo hasta el baño, checo que no estuviera ahí, e incluso se asomó al pasillo, aún sabiendo que no estaría ahí, ya que nadie debía verle, no tenía permiso de invitar a alguien que su padre desconocía.

Se fue. —Murmuró cerrando la puerta a sus espaldas, volviendo a la cama en donde su palma se deslizó sobre el espacio que su amigo anteriormente ocupó.

Se sentía raro. Raro en él sentido de que tenía un mal presentimiento, pero no podía explicar el qué.

Arrugando el entrecejo, tomó su teléfono, y tras desbloquearlo, buscó el contacto de Tabi, notando como su foto de perfil se encontraba completamente negra en lugar de la habitual, y cuando enviaba mensajes no salían que fueran recibidos por el otro lado. Eso definitivamente no significaba algo bueno.

Lɪɢʜᴛ Sʜᴏᴡᴇʀ -[Tabi x Agoti]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora