30

66 13 6
                                    

Una agradable y hermosa voz femenina cantó una contagiosa melodía que hizo despertar sus sentidos. Haciéndole llenar sus pulmones con aire, sintiendo sus labios secos, haciendo que un rastro de tos le tensará ante no poder tragar adecuadamente.

Al abrir sus ojos, parpadeó un par de veces para adaptarse al entorno. Temió por un instante, ya que no conocía nada de este sitio, pero pronto, el calor de la chimenea cercana a la cama le hizo relajar, más porque no estaba solo como había temido por meses en el vacío cuando Dearest lo desterró a esa prisión personal. Ahora estaba en compañía.

A los pies de su cama, una mujer mayor se encontraba meciéndose en una silla, cubriendo su regazo con unas telas marrones, mientras sus dedos temblorosos y ágiles al mismo tiempo tejían una hermosa prenda. Sus ojos no enfocaban lo suficiente aún, así que no podía saber que era.

— Oh, cariño. —Dijo la mujer dejando de cantar, haciendo todo a un lado para ponerse de pie con esfuerzo y acercarse a su lado.— Has despertado.

Intentó hablar, pero su voz no salió a pesar de que se esforzara en hacerse oír. La mano fría de esa mujer acarició su frente, mimando y consolando todos los temores que sintió al instante de no poder expresarse.

— No fuerces la voz, mi niño. —Le acercó un vaso con agua que tenía en una mesita cercana.— Bebe esto, te hará sentir mejor.

Sentándose con gran esfuerzo, sostuvo aquel vaso entre sus manos de forma temblorosa, haciendo una pausa y una leve morisqueta de dolor al ver sus brazos vendados desde la muñeca hasta poco más arriba de sus antebrazos. Su pulso tiritaba, y cada movimiento dolía extremadamente, por más pequeño que fuera.

— Has vivido batallas muy grandes hasta ahora, ¿no es así? —Habló la cariñosa anciana.

Agoti aguardó en silencio, tomándose un momento para beber el agua, disfrutándola como nunca antes, incluso ese sabor que tanto detestaba en ella era agradable. Posteriormente, aclaró su garganta, gruñendo por un dolor interno en su cuello, como si hubieran rasgado todo ahí con un odio extremo.

— ¿Qui-? —Carraspeó, viendo a la mujer nuevamente.— ¿Quién es usted? —Preguntó, viéndola con cierta timidez. Su rostro era extremadamente familiar, pero no podía recordar de quién se trataba. Al menos no con claridad.

— Puedes decirme bábushka. —Recibió el vaso, dejándolo a un lado antes de hacer recostar nuevamente al más joven.— Es una pena ver que hayas llegado hasta aquí de esta manera.

"¿Bábushka?" un dolor en su cabeza le hizo sentir aturdido, solo había oído a Tabi hablar de alguien así, ¿qué estaba pasando? No conseguía ponerse al día.

— ¿A qué se refiere?

— Hijo... Atentaste contra tu vida.

El peso de esas palabras le hicieron sentir el pecho apretado.

Sentía el estómago vacío de pronto, y ver como unos cables conectaban con sus brazos en medio de todos aquellos vendajes le hicieron sentir enfermo.

"No otra vez... Esto no está pasando" se negó a aceptarlo, pero las lágrimas que caían por sus mejillas evidenciaban el peso de la verdad. Algo que no podía fingir que no pasó.

— Es muy triste verte en este estado. Te veías tan feliz, ¿acaso mi pequeño te hizo tanto mal?

— ¿Su pequeño?

— Me refiero a Tabi... Tabi Homskiy.

— ... —No supo qué decir, simplemente hizo la vista a un lado.— Yo...

— Lamento todo lo que haya pasado, mi... Mi pequeño es un hombre herido, ha tenido que pasar por mucho. —Dijo sosteniendo cuidadosamente una de las manos del Andromeda.— No justifica el daño que te haya hecho, pero... Espero que entiendas también sus acciones.

Lɪɢʜᴛ Sʜᴏᴡᴇʀ -[Tabi x Agoti]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora