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Lluvia, un buen café, y la comodidad del hogar.

Eso era lo único que Tabi pedía para aquellos días en donde se lo pasaba en casa y no en el trabajo, y si bien su hogar no era algo que todo el mundo desearía, eso era lo único a lo que había podido acceder después del incidente con la familia Dearest. Encontrar trabajo para él había sido muy difícil, y aún lo era cuando los trabajos como "reemplazo" llegaban a su fin, aún le sorprendía que no le hayan despedido hasta ahora, y en parte estaba agradecido, ya que con ello podía cubrir los gastos para la llegada de su gran final.

Desviando su mirada de la ventana, posó su vista en aquella caja que había conseguido comprar después de tanto esfuerzo, le había costado una buena parte de su salario. Tal vez se pregunten, ¿qué tenía ahí?, la respuesta es simple: dinamita. Dinamita suficiente como para volar un edificio entero.

Había estado espiando cada movimiento de la familia Dearest, cada evento, cada nueva conexión, todo; no podía perderse nada, y puede que incluso esté algo obsesionado, pero ¿qué otra cosa podía resolver el conflicto en su corazón que no fuera el dulce sabor de la venganza? Había intentado de todo, y lo más cercano que había obtenido fue recuperar su amor por la música. Había aprendido a disfrutar de ella después de detestarlo tanto por haber sido un gusto en común con Cherry, pero... Su nuevo amigo le había dado un toque de brillo a sus días, y en parte, el era una de las únicas razones por las cuales había estado aplazando tanto su plan. Después de todo, Ayana había tenido razón en que los amigos pueden ser personas muy importantes para las personas rotas.

Volviendo a ver hacia la ventana, sintió un poco de nostalgia por el escenario tan familiar, solía arrullarse en una manta en el sofá junto a la ventana del orfanato en donde vivía, su abuela le preparaba un exquisito café con leche que quitaba cualquier pesar de sus hombros, llenándole de una calidez incomparable, y por más que practique, jamás sería como ella, su café era amargo, pesado, y negro. Nada de lo que su bábushka solía ser, definitivamente eran los polos opuestos.

Empinando la taza sobre su rostro, terminó de beberse todo el contenido de ella, poniéndose de pie para así acercarse al vibrante teléfono que se encontraba en la pantalla de "llamada entrante".

Habla. —Dijo al contestar, con simplemente reconocer el número supo que debía ser rápido.

Tengo noticias. —Habló su contacto.— Estás de suerte, tengo un colega trabajando en el restaurante newgrounds. Y según me dice, tienen un evento agendando con la presencia de la familia D ahí. Tu solo entregamos el material y acomodaremos todo como lo prefieras.

— ... —Miró en dirección a la caja, la pesada y grande caja.— Te haré llegar un paquete, envíame un mensaje cuando lo recibas.

De acuerdo.

Colgando, Tabi dejó caer su teléfono en el colchón de su sofá, acercándose a la dichosa caja en donde, tras deslizar el filo del corta-cartón pudo ver su gran pedido. Acomodado como si fueran costosas joyas, tomó una de ellas para observarlo de arriba a abajo, jamás había tenido algo tan destructivo en su poder, y era un hombre amante de los cuchillos y navajas, ¿algún día alcanzaría las armas de fuego?

Oh... Cierto...

No habrían más días después de esto.

Suspirando, decidió no calentarse la cabeza con más de aquellos pensamientos, no valía la pena.

(...)

Terminando de escribir la letra de una de sus nuevas canciones, el joven demonio finalmente pudo soltar el lápiz, dejándolo rodar sobre la arrugada hoja que había arrancado, mordido, y hasta humedecido por su llanto al haber entrado en una crisis nerviosa; ser compositor no es como te lo venden. Al menos no cuando no hay inspiración para nada nuevo.

Lɪɢʜᴛ Sʜᴏᴡᴇʀ -[Tabi x Agoti]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora