18

143 16 15
                                    

Con las manos detrás de su cabeza, Tabi se mantenía despierto a altas horas de la madrugada, no había dormido mucho, las ganas de orinar le hicieron levantarse de la cama y por el frío del exterior ahora ya no tenía ni una pizca de sueño, incluso al contrario, se sentía inquieto físicamente. Mirando a su lado, sus ojos se entrecerraron al encontrarse a ese encantador demonio que abrazaba una almohada de "Junkrat", eso era gay, pero ¿quién era él para juzgar?, si tuviera dinero para esas cosas seguramente también las tendría, aunque estaba claro que no de Junkrat.

Se acomodó sobre su costado, envidiando un poco la posición de esa maldita almohada que se interponía entre los dos. Sus ojos nuevamente se desplazaron hasta el rostro ajeno. No podía creer que había pasado días enteros en esta casa y el hombre fuego aún no se había dado cuenta. Quizá solo pretendía no haberse fijado, aunque en general no hacía mucho ruido y eran reducidas las veces en las que Solazar entraba al cuarto de Agoti sin avisar con anticipación. Había aprendido bastante durante sus días ahí, Agoti era... Muy dulce. Era atento, carismático, y... Bueno; si no conocen la definición de "bueno", Agoti era su verdadero significado en carne y hueso. Aunque cuando se requería tenía un carácter muy fuerte, pero jamás se había enojado con él por algo. Se sentía muy cómodo estando con él.

Los ojos del Andromeda se abrieron, manifestando cansancio y confusión en partes iguales, el sentirse observado le impedía regresar a su dulce sueño, y en realidad no pudo evitar sonreír al encontrarse con esos hermosos soles en la mirada del ruso. Al principio solía asustarse un poco al verle de noche, pero jamás hizo o dijo algo que le hiciera sentir incómodo, sabía lo que la apariencia significaba para Tabi.

— ¿Por qué no estás dormido? —Preguntó Agoti con una voz ronca y bastante atractiva, o al menos así la percibió el extranjero.

— Me levanté al baño y se me escapó el sueño.

— Bah, que mal. Odio cuando eso pasa. —Alcanzó su teléfono, viendo la hora algo preocupado para luego volver a mirar en dirección del ruso.— Siempre me pregunté cómo es que haces pipí, ¿te cuesta apuntar?

— ¿Otra vez con esa pregunta? Literalmente me preguntaste lo mismo la primera vez que nos vimos en persona.

— Nunca respondiste. —Amplió su sonrisa, apachurrando la almohada que se interponía entre los dos.— Deberías intentar dormir de nuevo, en unas horas habrá actividad por la casa y no es la idea que vean a un hombre de bonitos ojos metido en mi cama y mirándome mientras duermo.

— Lo haces sonar aterrador.

— Lo es... Un poco. —Emitió una pequeña risita, aunque era evidente que tenía sueño, y era obvio, Agoti solía despertarse a mediodía como mínimo. — ¿Puedo confesarte algo? —Frotó una de sus palmas en uno de sus párpados, bostezando poco después.

— Claro, dime.

— Eres el mejor amigo que he tenido. —Sus mejillas se ruborizaron un poco, no solía decir cosas así de "cursis".— Me alegra que estés conmigo.

— ... Pienso lo mismo, Agoti. Aunque seas de esos raritos que se obsesionan con cualquier cosa. —Señaló la almohada de Junkrat.

— Oye. —Pareció ofendido.— No ofendas a mi bebé, el solo quiere amor. —Restregó su rostro en la almohada.— Si, está un poco loquito y es algo piromano, pero yo lo quiero mucho... A lo cual sigo sin entender porque el resto de personajes lo detestan tanto, es un amor.

"Aquí va otra vez" pensó Tabi, poniéndose cómodo en lo que su amigo le contaba lo mismo que la última vez, ¿cuántas veces había tenido que oír el mismo diálogo pre-grabado?, posiblemente unas 87 veces, tal vez más. Con todo lo que Agoti podía decir para defender a Junkrat éste podía aprender hasta el color de los interiores de cada personaje.

Lɪɢʜᴛ Sʜᴏᴡᴇʀ -[Tabi x Agoti]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora