CAPÍTULO 12

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KATHERINE 

Salí corriendo; no me enorgullecía, pero la verdad es que después de hablar con Asher, temía no poder recuperar el control de mis emociones y lo que menos necesitaba era un escándalo; así que salí corriendo del jardín y me escondí entre la gente hasta encontrar a Brenda, que solo tuvo que verme a los ojos un segundo para entender que necesitábamos irnos y de inmediato me sacó de ahí.

Cuando estuve en la seguridad del auto, no pude contener más las lágrimas y aunque hacía un esfuerzo por callar mis sollozos, la verdad es que no podía deshacer el gran enredo que eran mis sentimientos en este momento.

Estaba furiosa, tanto que tenía ganas de romper las cosas, pero al mismo tiempo estaba muy triste, como si todo el dolor hubiera regresado de golpe y no pudiera mantenerlo a raya; me sentía enojada, decepcionada, derrotada, temerosa, frustrada e impotente; sentía un gran nudo en la boca del estómago y aunque no quería llorar, no podía evitarlo.

Verlo había dolido, pero hablar con él fue la gota que finalmente rompió el vaso; había pasado los últimos años construyendo una barrera para todos esos sentimientos que me sentía incapaz de afrontar y solo hizo falta un segundo a su lado para que todo colapsara.

¿Por qué no podía solo olvidarlo?

¿Por qué no podía odiarlo? ¿Por qué tenía que sentirme de esta forma?

¿Alguna vez cerrarían por completo mis heridas? ¿Alguna vez olvidaría todo lo que sucedió? ¿Algún día el dolor se iría?

Me sentía rota, como una muñeca que ya no sirve o peor aún, me sentía como una flor marchita que él había pisoteado; ¿Cómo es que verlo podía remover tanto el pasado?

Me esforcé por dejar de temer; me esforcé en convertirme en una mujer poderosa, admirada y valiente, pero al hablar con él, todo eso se esfumó y volví a sentirme como aquella chica ingenua que tenía el corazón hecho pedazos.

En todos estos años nadie causó lo que él provocaba en mí; nadie hizo latir mi corazón con rapidez ni me quitó el aliento; nadie provocó que mi estómago se volviera un nido de avispas asesinas y nadie causó que mi corazón se estrujara con dolor; solo él.

Asher era mi punto débil, era ese gran amor al que por primera vez en mi vida abrí mi corazón y él lo lastimó como nadie más podía hacerlo; habían pasado tantos años y seguía sintiéndome igual, ¿En qué me convertía eso? ¿Cómo podía ser tan tonta para seguir enamorada de alguien que solo me lastimó? ¿Cómo era posible que después de tanto tiempo no pudiera dejarlo atrás?

Nunca creí que hubiera amores que se aferraran tanto que fuera imposible escapar, pero él se había metido tanto en mi corazón que no encontraba la forma de sacarlo; la realidad era que lo que sentía por él iba más allá de mi propia comprensión.

Los recuerdos me golpeaban de frente y no podía pensar; las veces en que me decía que me amaba, las veces en que sus brazos me hacían sentir segura; todas esas veces en las que sentía que mi mundo era perfecto solo porque estábamos juntos; ¿Por qué tuvo que romperlo todo? ¿Por qué tuvo que destrozarnos hasta hacernos añicos? Amarlo dolía, como si metieran el dedo en la herida una y otra vez impidiéndole cerrar.

Cuando era niña siempre soñé con una hermosa historia de amor; solía ver al cielo y desear encontrar a esa persona que fuera capaz de convertir un día gris en un hermoso arcoíris, pero nunca imaginé que con el amor viniera el más cruel dolor; solía creer que siempre que sonriera el mundo se iluminaría conmigo, pero justo ahora todo lo que podía ver era como cada cosa a mi alrededor se iba cayendo a pedazos.

Recordaba sus besos y como me sentía en sus brazos; recordaba la forma en que susurraba en mi oído palabras dulces que aceleraban mi corazón; recordaba la forma tan única en la que acariciaba mi rostro y sonreía mirándome a los ojos; lo recordaba y eso era lo que más dolía, porque los recuerdos se clavaban con dagas en mi piel y no me dejaban respirar.

SECOND HALFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora