— ¿Debería mirar fijamente a la Luna hasta poder alcanzar la paz? Siento como si mis dedos pudieran tocar el cielo, pero me pierdo y no llego.— Sus dedos se dejaron guiar por la melodía.
Todos se habían sentado sobre un tronco, alrededor de una hoguera. Habían sugerido que tocasen alguna canción, Stephanie había insistido en lo que lo hiciera su novio.
— Estoy tan cerca de tocar el azul intenso. La estrella que guía cada uno de mis pasos. Llegar al Nirvana, perderme en el intento. Y cierro los ojos al pasado, veo mi presente teñido de soledad.— Tomó aliento.
Su novia lo miraba con tristeza.
¿Tanto dolor aguardaba su alma?
— Y me inquieto, quiero alcanzar la paz. ¿Por qué Dios está tan lejos? ¿No ve que solo soy un humano más en un mundo demasiado extenso? Escucho los ecos del amanecer, un ruiseñor espera sobre mi ventana para desearme Feliz Navidad. — Observó a cada uno de los presentes, su mirada se fijó en Kurt.
Kurt lo observaba con gesto hipnotizado.
— El cielo esta helado, la nieve cae sobre mis pies y me congelo. Mi corazón se siente vacío. Nuevamente estaré solo en Año Nuevo. — El pelirrojo cantó a pleno pulmón. La guitarra sobre sus piernas, sus manos guiándose al compás del ritmo y entonces llego al estribillo.
Sus amigos sentían pena, pena de un corazón tan malherido como el suyo.
¿Cuándo llegaría su momento de brillar?
— Océanos de paz, una voz susurrando en mi oído el canto de la Luna. ¿Por qué estás tan sóla pequeña Luna? ¿Por qué no hemos sido invitados a la fiesta del Sol? El Sol brilla intensamente y te opaca, escucho tu llanto querida Luna. Susurra en mi oído tu canto, deseo volver dormir una vez más. Uuh uh uh uh uh, oh oh oh, uh. Uuh uh uh uh uh, oh oh oh, uh. Ah ah aaah, uh uh, uh uh.— Finalizó deslizando su mirada hacia cielo nocturno que lo observaba desde lo más alto.