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Pip Pirrup, un detective de ojos penetrantes, se hallaba parado en el centro de la habitación, observando con detenimiento la escena macabra que se desplegaba ante él

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Pip Pirrup, un detective de ojos penetrantes, se hallaba parado en el centro de la habitación, observando con detenimiento la escena macabra que se desplegaba ante él. La fría luz de la luna filtrándose por las cortinas semitransparentes pintaba sombras danzantes sobre el rostro demacrado de Víctor Mendoza.

El cuerpo yacía en el suelo, una poza de sangre se expandía lentamente desde la herida fatal en su cabeza, el cuerpo descompuesto, semanas, meses, muchos meses. Pip, con su gabardina desgastada, se arremangó las mangas.

Las uñas de Pip eran víctimas de su propia ansiedad, ya que la incertidumbre se apoderaba de él. Los policías, con expresiones serias, envolvían el cuerpo de Mendoza en la frialdad de una bolsa mortuoria, dejando el rostro de cadaver a la vista. El silencio que permeaba el lugar era un eco siniestro de la violencia que había acontecido.

Pip sabía que descifrar el enigma detrás del asesinato iba a ser un desafío formidable, aún cuando el cadaver llevaba muerto ya varios meses, una danza con la oscuridad donde las sombras escondían verdades esquivas. Se preguntaba quién podía haber sido el arquitecto de tan cruel desenlace y cuáles eran los motivos que lo guiaron hacia ese desenlace fatal.

A medida que el investigador caminaba por la escena, su mente trabajaba incansablemente para conectar los puntos, para trazar líneas invisibles que revelaran el rostro del culpable. El tiempo parecía comprimirse, como si cada segundo contara una historia silenciosa que solo él tenía la capacidad de escuchar.

Douglas, un agente de policía, con su imponente presencia y una mirada penetrante, se inclinaba con delicadeza hacia la señora mayor, cuyos ojos cansados reflejaban el peso de haber descubierto el cadáver de Víctor, su vecino.

—Lo siento mucho por lo que ha pasado, señora García.—murmuró Douglas con tono compasivo, su voz resonando en el silencio cargado de la habitación.—Necesito que me cuente exactamente lo que vio y cualquier detalle que pueda ayudarnos a entender lo que sucedió aquí.—

La señora García, con manos temblorosas, asintió con tristeza y comenzó a relatar su descubrimiento, mientras Douglas tomaba notas meticulosamente en su libreta. Entre susurros entrecortados, describió cómo había percibido un olor desagradable que emanaba del apartamento de Víctor durante días, hasta que finalmente decidió investigar. Su voz temblaba al recordar la escena macabra que había encontrado: el cuerpo de Víctor yacía en el suelo.

Saber quién había perpetrado semejante acto iba a ser un desafío monumental. Pip comprendía que las apariencias a menudo engañaban, y en este caso, las sombras del pasado de Víctor Mendoza podrían arrojar luz sobre el motivo detrás de este crimen aparentemente sin sentido. Sin embargo, también era consciente de que las pistas podían ser esquivas y el caso, finalmente, podría cerrarse con más preguntas que respuestas.

—Wow, que cliché que el detective sea un británico.—Eric Cartman, el compañero de Pip, apareció en escena, devorando una dona con voracidad.—Ya, lárguese vieja sapa.—Dijo Cartman haciéndole un gesto a la señora Garcia para que se fuera.

Chulo. (Twenny) (Creek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora