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Kenny se encontraba en una sala privada lujosa dentro de uno de los exclusivos clubes de Demian

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Kenny se encontraba en una sala privada lujosa dentro de uno de los exclusivos clubes de Demian. El ambiente estaba impregnado de un aire de decadencia y peligro.  La habitación estaba decorada con elegancia, con muebles de alta calidad y detalles exquisitos que reflejaban un ambiente de lujo y opulencia. La mesa frente a él estaba cubierta de drogas y rayas de cocaína, revelando un estilo de vida hedonista y arriesgado. El resplandor de las luces tenues se reflejaba en los polvorientos espejos sobre la mesa.

Al otro lado de la sala, Christophe, un extraño francés con una mirada enigmática, y del cual apenas tenía información más allá de su estatus como traficante en la zona, estaba tumbado en el sofá. Sostenía entre sus dedos un porro de marihuana, dejando escapar lentamente volutas de humo que llenaban el aire con su característico aroma. La actitud relajada de Christophe contrastaba con su presencia intimidante, generando una sensación de intriga y cautela.

—Oye, Demian, esto es un poco más de lo que acordamos, ¿no crees?—

—Kenny, amigo mío, siempre es bueno tener opciones. No te preocupes, no me importa si te das un poco de gusto extra.—

—Ya sabes que no me gusta exagerar. Solo quiero pasar un buen rato, pero esto parece un poco excesivo.—

—Demian siempre sabe cómo poner la mesa para una gran noche. ¿Quieres un poco de esto?—Dijo señalando el porro de entre sus dedos.

—No, gracias. La cocaína es la mejor acompañante para mí esta noche.—

El chulo, en busca de una dosis de adrenalina y escape, se inclinó hacia adelante y se preparó para consumir una línea de cocaína. Sus manos temblaban ligeramente, tanto por la anticipación como por los efectos de las sustancias que ya había ingerido. A medida que inhalaba la droga, sintió un cosquilleo en las fosas nasales y una oleada de euforia momentánea que nublaba sus sentidos.

—Vaya, si que te metiste una buena raya.—Comentó el azabache.

Sin embargo, a pesar de su estado alterado, Kenny no pudo evitar notar la sonrisa penetrante que Demian le lanzó desde el otro lado de la habitación. Sabía por experiencia que las sonrisas de Demian eran a menudo un indicio de problemas o situaciones peligrosas.

En ese momento, su mente se llenó de preguntas e inquietudes. ¿Qué tenía planeado Demian? ¿Por qué le miraba de esa manera?

—Por cierto, ¿Qué mierda haces aquí?—Preguntó Kenny mirando al francés.

—Mon ami, no te preocupes por mí. Soy un hombre de negocios, y mis tratos son siempre seguros.—Kenny rodó los ojos.

—Por cierto... Porche me dijo que le prestaste dinero.—

—Porsche... esa mujer patética. Vino a mí llorando, suplicando por dinero. Se arrodilló ante mí, desesperada. Fue un espectáculo lamentable. Estaba hecha un desastre, ojerosa y con la ropa de la fiesta de ayer.—Dijo mientras se inclinaba para esnifar la raya de cocaina.

Chulo. (Twenny) (Creek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora