16

327 19 7
                                    

Thomas, un chico de naturaleza indecisa, a menudo se encontraba en un constante dilema interno, como una pequeña planta en un jardín que anhelaba explorar el mundo más allá del invernadero en el que siempre se había refugiado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Thomas, un chico de naturaleza indecisa, a menudo se encontraba en un constante dilema interno, como una pequeña planta en un jardín que anhelaba explorar el mundo más allá del invernadero en el que siempre se había refugiado.

En una noche oscura, mientras la tormenta de los gritos de sus padres sacudía las paredes de la casa, él yacía en el umbral de la puerta.

Los gritos molestos de su padre se entrelazaban con el llanto de su madre, creando una sinfonía discordante que amenazaba con desgarrar el frágil tejido de su existencia.

Thomas se retorcía inquieto, jugando con sus pies como si fueran las raíces de su propia inseguridad. Los gritos de su padre eran como tormentas que sacudían su mundo interior, mientras él buscaba refugio en su colección de peluches que su madre le había dado a lo largo de los años. Eran regalos que su madre le había comprado con la esperanza de llenar su vida de una felicidad que simplemente se le escapaba. Acariciaba los suaves peluches con cariño, deseando que pudieran ofrecerle algún tipo de refugio de la angustia que se cernía sobre su hogar.

El eco del grito desgarrador de su madre resonó a través de la casa como un lamento sombrío que parecía presagiar una tragedia inminente. Los muros de la vivienda vibraron ante la intensidad del sonido, y un escalofrío recorrió la espina dorsal del rubio. Los ojos del niño se llenaron de lágrimas, el temor y la confusión se habían apoderado de su ser.

La puerta de su cuarto, antes un umbral que separaba el refugio de la realidad aterradora, se convirtió en un desafío que debía enfrentar. La indecisión y el miedo se entrelazaron en su psicología, pero finalmente, con un valor que se desprendía de su fragilidad, giró la perilla y se aventuró al abismo.

Corrió escaleras abajo, cada paso resonando como un martillo en su psicosis.

La escena que se desplegó frente a él en la planta inferior era una pesadilla encarnada.

La visión que se desplegó frente a sus ojos empeoró su estado mental. Su madre, una figura que alguna vez fue su ancla emocional, yacía malherida en el suelo, la sangre manchando su ropa y su cuerpo temblando. Las lágrimas de la madre se entrelazaban con las del hijo, creando un río de desesperación que fluía entre ellos. Thomas podía sentir la angustia y la desesperación de su madre como una herida abierta en su propio corazón.

Los sollozos de ella resonaban en sus oídos como una sinfonía de tristeza, una melodía que nunca querría escuchar. Su padre, una sombra de lo que alguna vez fue, continuaba gritando, su voz convertida en un eco vacío y aterrador en su mente destrozada.

Las lágrimas fluían de los ojos de Thomas, un torrente de impotencia y dolor que se estrellaba contra las paredes de su alma. Su madre, con esfuerzo sobrehumano, se alzó del suelo, su mirada de consuelo destilando un amor inquebrantable en medio del caos. Ella lo abrazó, sus brazos temblorosos ofreciendo un refugio en el ojo de la tormenta.

Chulo. (Twenny) (Creek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora