Se volvió y miró hacia los árboles que bordeaban la carretera, con los labios presionados formando una línea recta. Su silencio era casi tan revelador como lo que había dicho sobre su amor por las flores. Había sufrido una pérdida, había sufrido algún tipo de trauma que sólo podía adivinar. Y tal vez, apenas sobrevivió.
Siempre había pensado en él como una flor delicada, pero su pasado le había concedido espinas. Unas que necesitaba inspeccionar, correr mis manos a lo largo de ellas hasta sangrar, hasta llegar a entender cada gramo de dolor que había soportado. Quería los detalles, quería asegurarle que estaba a salvo conmigo. Todo lo que sabía con certeza era que la próxima vez que encontrara a alguien que lo hubiera herido, los mataría sin vacilar. Y eso incluía a Jeon.
La frustración brotó dentro de mí. Contra mis instintos, lo había dejado vivo.
Porque seguí las órdenes. Sólo mato cuando me lo ordenan. Era la forma en la que funcionaba el trabajo. Nadie quería contratar a un perro rabioso. Mi negocio era metódico, profesional. Yo era un arma y sólo los billetes verdes podían apretar mi gatillo. Pero esta vez era diferente.
―¿Por qué haces lo que haces? ―Él no me miró mientras hacía su pregunta.
―Pagan bien. ―La cruda verdad.
―¿Siempre lo has hecho?
―Sí. ―Mantuve el velocímetro por encima de los ocho kilómetros del límite mientras pasamos por la orilla de un río.
―¿Cuántas personas has matado? ―El leve temblor en su voz me cortó. Tenía miedo de mí, de lo que era capaz.
―A muchas. ―Me acerqué y agarré su mano izquierda―. Y mataré a cualquier persona que deba si eso significa que estés a salvo.
Él no se alejó, y una ráfaga de calor se disparó atreves de mí cuando me di cuenta de lo mucho que necesitaba tocarlo. Mantenerlo cerca ya no era una opción.
Era una necesidad. Lo entendí cuando volví a mi apartamento y encontré que él y Seungmin habían desaparecido. No pude pensar bien hasta que lo encontré. Me hizo un adicto. No tenía sentido, pero no podía cambiarlo. Tal vez no quería hacerlo.
Las nubes frente a nosotros se desvanecian, dando falsas esperanzas de un mejor clima. La tormenta estaba pisándonos los talones y se tragaría la poca luz que quedaba dentro de una hora.
―Vamos a parar aquí por comida. Necesitaremos algunas cosas para llevar con nosotros. Espero que la casa haya estado vacía por un tiempo.
―Bien. ―Empujó su suéter firmemente alrededor de él―. Necesito estirar las piernas.
―Te quedas en el auto. ―Me salí de la autopista―. Recogeré todo lo que necesitamos. No quiero que aparezcas en el video de vigilancia.
Sacudió la cabeza y apartó la mano de la mía.
―Necesito conseguir algunas cosas, también.
―Dime qué son, y yo me encargo. ―Quería mantenerlo pegado a mi lado, pero el riesgo era demasiado grande. Necesitaba quedarse en el auto.
Mordisqueó su labio inferior y el movimiento fue mucho más tentador de lo que debería haber sido.
―Pero tengo que hacer pis.
Eso era algo que no podía hacer por él. Conveniente. Le di una mirada dura.
―¿Estás seguro?
―¿Si estoy seguro que tengo que hacer pis? ¿Estás bromeando? ―Cruzó los brazos y sacó la barbilla hacia fuera, dándole un aire convencido.
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The Protector // Hyunlix
SonstigesAsesinar por él era fácil. Era vivir por él lo que resultó ser la parte difícil. Aclaraciones importantes: •Capitulos largos. •Contenido +18 •M-preg |embarazo masculino| •Escenas de violencia. Está historia es una adaptación. Todos los créditos a...