•Capitulo 35: Hyunjin

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―No vayas. ―Felix se aferró a mí, lágrimas saliendo de sus ojos―. Solo vámonos, los tres. Solo vámonos sin mirar atrás.

―Tenemos que terminarlo. ―Levanté su barbilla y lo besé, barriendo con mi lengua su boca y saboreando su gusto. Él envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y espero mientras tomaba todo el coraje que necesitaba de sus labios. Su piel se calentaba bajo la manta, y no quería nada más que meterlo en mis brazos y correr con él. Pero no todavía. No hasta que Caleb estuviera muerto a mis pies.

―¿Cómo quieres hacer esto? ―Seungmin se paró en la puerta, con determinación en sus ojos.

―Felix. ―Saqué la llave del Audi de mi bolsillo―. Toma esto. Ve por la entrada. Si ves a alguien, dispara. No hagas preguntas, solo apunta a su pecho y tira del gatillo hasta que no se muevan. Cuando llegues a la carretera principal, gira a la izquierda. El auto está en el límite de la propiedad cerca de unos arbustos altos. Sube y conduce. Enfila al oeste. Hay dinero escondido en el maletero.

―Por favor, no lo hagas. ―Su tono suplicante se abrió camino en mi piel y se alojó allí. Me cortó en pedazos sin hacer nada más que quererme.

―Debo hacerlo. ―Al negárselo empezó una hemorragia interna que no estaba seguro de que alguna vez pararía. Le besé la frente y le pasé las manos por el cabello―. Te amo.

Él enderezó la espalda a pesar de las lágrimas que corrían por sus mejillas.

―Puedo ayudar. Tengo tanto derecho sobre Jeon como tú. Yo estuve atado en el sótano.

Sonreí, su deseo de venganza dulce en mi lengua, aunque no lo pondría en riesgo. No otra vez.

―Eres fuerte. Por eso sé que estarás bien, pero no estás entrenado para matar. No como yo. ―Limpié sus lágrimas con los pulgares―. Y no quiero eso para ti. Matar se vuelve más fácil porque pierdes una parte de ti mismo cada vez. No quiero que nunca tu luz interior se pierda como la mía.

Él respiró profunda y temblorosamente.

―Tienes que irte. ―Lo besé una vez más―. Y me encontraré contigo.

Su mirada me atravesó.

―No te volveré a ver, ¿verdad?

Podría haberle mentido, pero ya sabía la verdad. Mi chaleco se hizo mierda gracias a la bala de San, y no sabía cuántos hombres quedaban por matar. Las probabilidades habían mejorado, pero todavía no estaban a mi favor. Sacudí la cabeza.

Él se apoderó de mi rostro, con su mano cariñosa pero firme.

―Inténtalo, ¿de acuerdo? Inténtalo por mí.

―Lo haré. Te lo juro. ―Le besé la frente―. Ahora vete. Tenemos que hacernos cargo de esta cosa antes que le salgan patas.

Me abrazó fuertemente, luego retrocedió, sus ojos brillaban.

―Te amo.

Llevaría sus palabras conmigo por las mandíbulas del infierno. Se volvió y apretó el brazo de Seungmin antes de caminar hacia el destruido vestíbulo. Lo seguí y lo vi desaparecer en el día lluvioso, su forma oculta por la lluvia de niebla.

―No es eso una patada en las nueces. ―Seungmin se frotó la mandíbula.

―Vamos. ―Volví a cargar mi 45 y toqué la pistola secundaria en mi mano izquierda.

Seungmin se acercó a la última puerta y se aplastó contra la pared a un costado.

―¿Por qué no abren muchachos?

Los tiros salieron desde dentro, atravesando la puerta y partiéndola con una descarga feroz. Esperamos hasta que el tiroteo se volvió esporádico. Una vez que se calmó, Seungmin se levantó y dio una patada a la puerta. Lancé una granada de luz, cerré los ojos, oí el estallido, y luego corrí hacia adentro.

The Protector // Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora