•Capitulo 3: Felix

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Una dura punzada sobre la mejilla me despertó. La oscura habitación se enfocó, como lo hizo el gran hombre de pie frente a mí. Su calva brillaba en la luz de una bombilla colgando a medio metro de su cabeza. No podía sentir mis manos. Estaban atadas a mi espalda y mis piernas estaban atadas a la silla de madera en la que estaba sentado.

―¡Jeon, está despierto! ―Sonrió hacia mí, la falta de sus dientes frontales dejaron un hueco negro detrás de su labio superior.

Un punzante dolor se disparó por mi cabeza e irradió hacia mi columna. Gemí mientras los pasos hacían eco desde el otro lado de la habitación. La bombilla iluminaba el final de unas escaleras de madera, pero no mucho más. No sabía dónde estaba, pero hacía frío. Un frío que te cala hasta los huesos, un que te hacia temblar el cuerpo sin control. El olor a orina contaminaba cada una de mis respiraciones.

―¿Frío? ―Unos brillantes zapatos negros llegaron a la vista. Un paso, luego el siguiente. Un pantalón gris apareció mientras el hombre se acercaba al foco de luz.

El hombre calvo se echó a un lado, haciendo espacio para el recién llegado.
―Felix, ¿no es así? ―Giró un anillo de oro en su dedo índice izquierdo mientras nivelaba su mirada con la mía.

Mi cuerpo temblaba aún con más violencia.

―D...déjame ir.

Se rió y estiró las manos ampliamente.

―¿No te gusta la hospitalidad?

Me estremecí ante el sonido de su voz. Algo en ella insinuaba una oscuridad que había visto antes, una que me ponía la piel de gallina.

―Solo quiero irme.

Hizo un sonido de reprimenda y entrecerró los ojos.

―No tan rápido, Felix. Tengo algunas preguntas para ti.

Mi mente se apresuró. ¿Preguntas? ¿Qué quería?

―Si no las respondes a mi gusto, mi amigo Jongsuck de allí, va a sacar algo de su agresividad en ti. ―Pasó la mirada por mi cuerpo, luego de nuevo a mi rostro―. Aunque puede que antes necesite sacar un poco de mi sistema.

El corazón me dio un vuelco, la superficie llena de cicatrices marchitándose justo cuando estaba volviendo a mostrar señales de vida.

―Oh, vamos. ―Sonrió, la cicatriz estirándose por su barbilla―. No soy tan malo.

Negué.

―P...por favor.

―Empecemos. ―Se sacó la chaqueta y se la entregó a Jongsuck, luego comenzó a subirse las mangas―. ¿Cómo conoces a Hwang Hyunjin?

―¿Quién? ―Alcé la mirada hacia él.

Su sonrisa titubeó mientras su mano se deslizaba por el aire. El anillo de su dedo conectó con mi pómulo. Mi cabeza cayó a un lado y un zumbido de dolor salió de mis pulmones.

―Intentémoslo de nuevo, Felix. ―Se sentó en cuclillas frente a mí con sus manos en mis rodillas―. ¿Cómo conoces a Hwang Hyunjin? ―Subió las manos por mis muslos. Intenté cerrar las piernas, pero estaban completamente inmovilizadas.
El corazón me resonaba contra las costillas y todo dentro de mí se enfrió mientras alcanzaba la parte superior de mis muslos.

―No conozco ese nombre. Por favor, detente... ―Me ahogué con mi súplica. Pasó las manos por mi cintura y me desabrochó el pantalón mientras todo mi cuerpo temblaba.

―No creo eso ni por un segundo, Felix. Él tiene el hábito de sentarse fuera de tu tienda, observándote. Sabes a quién me refiero, ¿no es así? ―Me bajó el cierre―. Bonitos boxers.

El reconocimiento quemó en mi mente.

―¿El auto? ¿El auto negro que estaciona al otro lado de la calle?

―Ese mismo. ―Metió sus dedos fríos dentro del elástico de mi ropa interior.

―¡No! ―Me alejé de su toque, pero no había ningún sitio al que ir.

―Eres su chico, ¿cierto? ―Se levantó y me aferró el cabello, echándome la cabeza hacia atrás mientras se cernía sobre mí.

―¿Qué? ¡No! ―Intenté mostrar la verdad en mis palabras―. No lo conozco. Nunca lo vi hasta esta noche cuando l-le disparó a un hombre. ―Mi voz era frágil.

Su agarre en mi cabello se apretó hasta que me ardía el cuero cabelludo. Luego puso la otra mano en mi garganta.

―Estás mintiendo.

―No. ―Jadeé mientras él apretaba. El aliento que tenía estaba atrapado en mis pulmones mientras sus ojos estaban fijos en mí.

No aflojó, aunque pasó la mirada por mis labios y arriba de nuevo.

―Así es cómo es, Felix. Te di una oportunidad. Me mentiste. Ahora voy a hacer lo que quiera contigo. Cuando haya acabado, voy a dejar que Jongsuck tenga su momento.

Jongsuck masculló: ―Gracias, jefe.

―No hay de qué. ―No apartó la mirada de mí―. Y luego vas a decirnos la verdad. Dónde vive. Cómo llegar a él. Vas a decirnos esas cosas o vamos a cortarte en pedacitos, uno a la vez y se las enviaremos a Hyunjin. ¿Lo entiendes?

No podía hablar y mis pensamientos se apagaron por la presión de su mano y la amenaza de sus palabras. La oscuridad cayó como un velo y mis párpados bajaron.

—¡Jeon! — gritó la voz de un joven a lo lejos, como si estuviese al otro lado de dos latas atadas con un hilo.

―¿Seungmin? ―Un cálido aliento en mi rostro―. ¿Qué, hombre?

―Joder. ―La mano en mi garganta desapareció.

Tomé una bocanada de aire y abrí los ojos.

Jeon estaba frente a mí y sacó un teléfono de su bolsillo.

―No hay señal en este maldito basurero. ―Miró el suelo de cemento y las paredes de ladrillo.

―Dice que es urgente ―continuó la voz del joven―. Algo sobre el bebé.

―Joder. ―Se alejó hacia las escaleras y señaló a Jongsuck―. Hazle compañía, pero no lo toques. Yo voy a ir primero. ― Jeon subió las escaleras, sus brillantes zapatos desapareciendo un paso a la vez hasta que la puerta se cerró de golpe.

Me ardían los pulmones mientras tomaba aire y luchaba por alejar las sombras que se arremolinaban en torno a mi visión. Intenté liberar mis manos, pero no se movieron. El miedo y la desesperación burbujearon en mi interior como una mezcla terrible.

Jongsuck apareció entre la luz.

— Tu y yo — se lamió los labios y se estalló los nudillos — Pronto, bastardo.

— Tu y yo — se lamió los labios y se estalló los nudillos — Pronto, bastardo

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Está historia es una adaptación.

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The Protector // Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora