•Capitulo 4: Hyunjin

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Le arrojé mis llaves a Lee Know.

―Tuve un gran lío hace un momento, pero nada fuera de lo común.

Lee Know se rascó el cabello grasiento y miró el auto mientras Slim, un cabeza hueca de ciento treinta kilos, usaba un soldador detrás de él.

―¿Quién fue?

―Jackson. ―Examiné las filas de autos, las pilas de piezas y al par de mecánicos sucios.

Lee Know escupió en el suelo de cemento oscuro.

―Mierda. Fui a la boda de su hermana hace dos meses.

―Buena suerte. ―Me volví hacia los juegos de llaves a lo largo de la pared del desguace mientras Slim volvía a trabajar con la soldadora―. ¿Mi Audi está listo?

―Sí, la llave está en el gancho.

―¿Todo donde tiene que estar?

―Preparado y cargado en el maletero, como de costumbre. ―Se estaba refiriendo a la pequeña armería que guardaba en mi auto.

Lee Know y yo teníamos una larga historia. Había estado deshuesando autos, limpiando líos y acumulando una armería de primera categoría por el doble de años que yo había sido un asesino a sueldo. Era serio, aunque eternamente cuidadoso. No lo culpaba.

Se sentó en el capó del BMW.

―¿Debería esperar más entregas?

Tomé la llave familiar.

―No esta noche.

―Supongo que eso es un alivio. ―Sacudió la cabeza―. Jackson era leal al viejo Nam, nunca salió de la línea. Si Bangchan le ordenó que apareciera, entonces... ―Se retorció las manos―. Te hace preguntarte qué pasará con el resto de nosotros.

Le eché un vistazo por encima del hombro.

―Sigues haciendo autos para el hombre a cargo, quien quiera que sea, y te dejarán en paz.

―Sí, supongo que eso es correcto. ―Se rascó la barbilla, sus dedos convirtiendo a su desaliñada barba blanca en una sombra gris―. De todos modos, sigo esperando el día que entres por esa puerta con una bala que tenga mi nombre en ella.

―Lee Know, si estuvieras en mi lista, nunca me verías venir.

Asintió, con la resignación en sus hombros hundidos.

―Ya lo creo.

―Hasta la próxima. ―Dejé la tienda mohosa, la puerta mugrienta abriéndose al aire frío de la noche. En lugar de sentirme rejuvenecido, mi necesidad de dormir se cerró a mi alrededor. Los días de guerra civil y derramamiento de sangre ―aunque eran buenos para los negocios― habían cobrado su precio.

Mi celular sonó con un mensaje entrante. Caminé por el pequeño estacionamiento al lado del indescriptible almacén cuando cayó la nieve. La temperatura había bajado lo suficiente para que cuajase, aunque ninguna cantidad de nieve podría cubrir la suciedad que me cubría, el desguace, o la ciudad.

Me metí en el asiento del conductor y pulsé el botón de encendido. El auto cobró vida con un ronroneo mientras sacaba mi teléfono del bolsillo. Tal vez le había mentido a Lee Know. Tal vez había más asesinatos que hacer antes que saliera el sol.

Suspiré y abrí el mensaje.

Jeon tiene a tu chico. Calle Teheranno casa segura. Sótano. Apresúrate.

Sujeté el teléfono con tanta fuerza que la pantalla se rompió. "Tu chico" solo podía significar una persona. Felix. Esa rata bastarda de Jeon lo había tomado.

The Protector // Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora