•Capitulo 19: Hyunjin

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Revisé y volví a revisar nuestras armas. Una vez que el sol brilló a través de las nubes lo suficiente como para que apagáramos las luces sin llamar la atención, Felix y yo buscamos en la casa cualquier arma de fuego adicional. Di con un pequeño alijo escondido en una pared falsa en la despensa. Felix encontró tres pistolas dispersas por los dormitorios de arriba.

Las añadimos a nuestra mochila, luego recogimos la poca comida que había en la despensa y la llevamos arriba al dormitorio principal.

―¿Está bien el televisor? ―Felix se sentó en la cama.

―Seguro, no lo pongas demasiado alto. ―Me acomodé en la silla lateral con una escopeta en las rodillas y un pequeño destornillador en la mano. La escopeta de bombea estaba pegajosa, y pensé que un poco de mantenimiento no podía hacer daño. Teníamos tiempo. Necesitaba otra llamada de Seungmin antes que pudiera decidir si era hora de abandonar la fuga de la costa y enviar a Felix al oeste.

Él hizo clic en el mando a distancia y la pantalla plana de pared se iluminó.
Se sintonizó en un canal de noticias local.

―... muertes que parecen estar vinculadas a la violencia de la mafia. Varios hombres fueron hallados muertos en una casa en la calle Lerner que era conocida por la violencia de pandillas. El departamento de policía está reteniendo los nombres de las víctimas hasta que todos los familiares hayan sido notificados. ―La casa de Lerner se alzó en el fondo de la toma, la acera delantera estaba marcada con cinta amarilla de la policía.

La pantalla se oscureció y el zumbido eléctrico señalo el final de nuestra sesión de televisión.

―Esos hombres. ―Felix apartó el mando a distancia de él como si fuera veneno y cruzó sus brazos sobre su estómago―. Todos muertos.

―Sí. ―Jalé para atrás la escopeta de bombeo para determinar dónde estaba lo pegajoso. Parecía estar cerca del cargador.

―¿Cuántos?

Miré dentro del arma y vi un pedazo de metal desgastado sobresaliendo demasiado.

―¿De lo que recuerdo? Tal vez seis. Pero había unos cuantos más que Seungmin manejó. ―Presioné el destornillador contra el metal, atornillándola de nuevo en su lugar.

―No. ―Sacudió la cabeza―. Quiero decir, ¿cuántas personas has matado?

Puse el destornillador en el alféizar de la ventana y probé el bombeo. Se deslizó suavemente, sin que nada lo retenga. Una máquina de matar, creada con un propósito.

―No creo que realmente quieras saber la respuesta a esa pregunta. ―Apoyé el arma en la pared y limpié el aceite de mis manos antes de entrar al baño para lavarme.

Él me siguió y me miró en el espejo.

―Si puedo contarte sobre mi hermano, puedes decirme cuántas personas has matado.

Me sequé las manos y me volví para mirarlo. Llevaba una chaqueta negra que era casi demasiado grande para él.

No quería hablar, no de la sangre en mis manos o del resto de las matanzas que tendría que hacer para mantenerlo a salvo. Quería vivir con él, aquí en este momento. Jugar a la casita junto al mar con él era mi único consuelo, el único lugar seguro que había estado en los últimos casi veinte años. Si él veía al monstruo que vivía dentro de mí ―el que no tenía problemas en que le paguen por quitar la vida― la tenue ficción que vivíamos terminaría. En la pequeña cantidad de tiempo que lo conocía, me di cuenta que nunca querría que terminara.

Sus ojos se abrieron cuando yo avancé sobre él y lo sujeté contra la pared.

―Hyunjin...

―¿Quieres saber lo malo que soy? ¿Cuántas almas he reclamado? ―Apreté su cabello y tiré de su cabeza hacia atrás.

The Protector // Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora