Después de una sustanciosa cena de pescado y raíz de achicoria machacada, limpié su herida de nuevo y lo puse en la cama. Su color había mejorado y se las arregló para andar por la cabaña bastante bien con las muletas que le había hecho.
Me miró y su cabello negro revolteado era un sexy desastre. Me senté a su lado y pasé mi mano por su mejilla.
Presionó sus labios en mi palma.
―Estaré en pie y caminando mañana. Sin muletas.
―No estás al cien por ciento. ―Negué.
―No tengo que estarlo. ―Pasó sus dientes a lo largo del borde de mi palma―. Sólo necesito estar de pie y unos pasos por delante.
―¿Nadie te ha cuidado antes?
Sus cejas se alzaron y retorció sus labios, pensándolo.
―No.
Tracé una de las más largas cicatrices a lo largo de su torso.
―¿Quién cosió todo esto?
―Yo.
―Nunca tuviste... ―Tragué con fuerza antes de preguntar―: ¿Una pareja?
Una sonrisa jugó en sus labios mientras presionaba otro beso en mi palma.
―¿Por qué? ¿Estarías celoso?
―No. ―Sí―. Sólo tenía curiosidad.
Agarró mi antebrazo y me atrajo hacia él, entonces dejó besos a lo largo de mi mandíbula.
―He tenido muchas mujeres.
Me tensé e intenté apartarme, pero me sostuvo cerca.
―Pero nunca me ha gustado un hombre. Hasta ti.
―No te creo. ―Dije mirándolo fijamente.
Sostuvo mi barbilla entre su pulgar e índice.
―Créeme. En el momento en que te vi, algo dentro de mí, algo que creí muerto hace mucho tiempo, hizo clic. No me di cuenta entonces, pero ahora sí. Eres para mí. El primero, el último, la única persona que quiero tocar o saborear. El único por el que quiero matar. El único por el que moriría.
Mi cuerpo hormigueó y mi mente se aceleró. ¿El asesino acababa de profesarme su amor? No dijo la palabra, pero no podía imaginar una forma más completa de expresar la emoción. Tragué un suspiro mientras sus duros ojos cedían el paso al alma oscura en su interior. Como terciopelo, su negra oscuridad se tragó toda la luz. ¿Pero quién necesita luz cuando se elevaba en las alas del Ángel de la Muerte?
―No tienes que decir nada. ―Besó mi garganta―. Sé que es mucho. Y, para ser honesto, no importa. Voy a sentirme así sin importar si me dices que me vaya al infierno o que me amas o que necesitas tiempo para pensar... o cualquiera de esas cosas. Nada cambiará lo que sé que es verdad. Eres mío. Siempre has sido mío. Sólo tenía que encontrarte.
Suspiré mientras pasaba sus fuertes manos por mi cintura y levantaba mi camiseta. Sus palmas contra mi piel enviaron hormigueos por mis brazos y empezaron un dolor bajo en mi estómago.
―Eso suena acosador, aunque también sexy, pero sólo porque viene de ti. ―Oscuros recuerdos y sentimientos se mezclaron. El último hombre que había estado obsesionado conmigo intentó matarme.
Me quitó la camiseta y me atrajo más cerca para que estuviéramos pecho contra pecho.
―No soy Sunho. ―Miró mis ojos―. Nunca te haré daño. Antes de conocerte, no tenía nada por lo que vivir. Seguía vivo porque soy bueno matando. No hay otra razón. Sabía que no me haría viejo, tendría una familia o haría cualquier cosa normal que la gente hacía. Era un arma, eso es todo, y era bueno en ello. Dejé de sentirme bien con eso en el segundo en que te vi.
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The Protector // Hyunlix
RandomAsesinar por él era fácil. Era vivir por él lo que resultó ser la parte difícil. Aclaraciones importantes: •Capitulos largos. •Contenido +18 •M-preg |embarazo masculino| •Escenas de violencia. Está historia es una adaptación. Todos los créditos a...