Seis

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Se dice que en la antigua era había un omega brillante y dorado como el sol; Zahc. Con un fiel amigo que era oscuro como su sombra; Nasuet.
El fiel beta que estaba a su lado como compañero, con quien aulló juntos en su juventud, quien estuvo a su lado incluso cuando conoció a su mate, aunque nunca pensó en su destino para elegir a su pareja.

Zahc consiguió su pareja, un fuerte alfa que tuvo que ir a la batalla para defender a su manada al poco tiempo de formar un lazo, quien pereció, para la desgracia del brillante omega.

El brillo de Zahc comenzó a morir, al igual que él, mientras la marca en su cuello ennegrecía por el lazo roto y su cuerpo sufría dolores incontables que nada podía calmar, ni siquiera el consuelo y la ayuda de su mejor amigo y compañero, el pobre beta que lo vio sufrir en sus últimos días.

Nasuet, quien había escondido sus sentimientos por el hermoso y brillante omega, los dejó surgir al exterior cuando Zahc estaba en su última llama de vida y, para su sorpresa, el hermoso chico le correspondió con su último aliento y última sonrisa, antes de apagase en sus brazos.

Antes de poder siquiera llorar, Nasuet colocó sus colmillos sobre su marca que el omega cargaba, mordiendo el lugar del alfa, lugar donde sus lágrimas saladas se mezclaron con la amarga sangre de Zahc. Una unión que tenía que ser hecha desde un principio de los tiempos y que estaba destinada a ser en ese momento.

El corazón de Zahc volvió a latir, siguiendo el golpeteó del alma de Nasuet. Fue cuando su brillo volvió, entre los brazos del beta, pero en esta nueva vida sería distinto.

Zahc se convirtió en un omega débil, la manada comenzó a llamarla gamma y fue repudiado de la familia, y Nasuet se fue con él, porque era tan débil que se apagaría de nuevo si se separaban.

He hicieron su propia manada ellos dos solos, compartiendo días y noches, luz y sombra.

Pedro bajó el cuaderno de notas y la lapicera, dejándola a un lado. Suspiro con cansancio, temblaba, y sus ojos albergaban algunas lágrimas. Alzó su vista al techo, imaginándose las estrellas del otro lado.

—¿Era así la historia, abu? —Preguntó—. Eso espero... —Deseó en un murmullo.

Guardó ambas cosas en el cajón del escritorio de Lewan, colocado en un rincón de la sala.

Había decidido quedarse, pero se mantuvo apartado para poder llorar un poco tranquilo. Sacó su celular por primera vez en el día y sus ojos se abrieron de más al ver la cantidad de mensajes de texto que tenía y que no había contestado, además de llamadas perdidas.

¡Pedro! ¿Estas bien?

Ferran... —Murmuró, su voz sonó rota—. Yo si.

¿Cómo que...? ¿Qué ha pasado, bebé?

Sorbió la nariz.

—Robert... Murió hoy. Estuve todo el día con Pablo, quien también va a morir pronto, Ferran... Y y-yo no pude hacer otra cosa más hoy que sentirme mal, lo siento por no responder.

No lo sientas, Pedri, no, no... No te preocupes, ya sé que estás bien.

¿Sabes?... Me gustaría que estuvieras aquí ahora.

Iré pronto, cariño. Ya no soporto estar aquí.

—Vienes diciendo eso desde hace más de un año —Comentó con cansancio.

Lo sé, bebé, no he podido encontrar un trabajo mejor en Barcelona, pero volveré, lo prometo.

Es lo que más quiero —Murmuró el azabache—. Ya es tarde, y estoy muy cansado... Quería dormir, te llamaba que sepas que sigo vivo, aunque no puedo decir que éste bien.

Está bien, amor. Descansa un poco, te lo mereces.

—Mañana voy a intentar hablarte también.

No hay apuro, Pedri.

—Gracias, hasta mañana.

Hasta mañana, te amo.

También te amo —Susurró, antes de cortar la llamada.

Se arrojó al sillón con pocas ganas de seguir vivo, ni siquiera le importó buscar alguna sábana o lo que sea, se durmió sin más, sintiéndose ahogado por dentro.

.•*

João le pidió a Pablo dos minutos para buscar su ropa, que seguía en la sala, junto con su bolso, apuntes y demás cosas necesarias, como el cepillo de dientes y el cargador del celular, además de un pequeño botiquín con las cosas que necesitaría para el omega en algún momento.

Al llevar a la sala, encontró a Pedro durmiendo sin más en el sillón, las lágrimas brillaban en sus mejillas y había arrojado los almohadones lejos. Regresó al cuarto para abrir el ropero, donde había visto una frazada antes, cuando Pedri abrió para buscarle ropa a Martin, la tomó sin pensar y este lo miro sin importarle demasiado.

Cubrió el cuerpo del azabache, hasta sus hombros. El chico se acurrucó un poco más con la abrigada tela, João tomó la manga de su camisa para borrar sus lágrimas y se apartó en silencio, tomando su bolso sin despertarlo para regresar al cuarto de Pablo.

El omega había pedido dormir con él, y por más que le parecía raro ya que nunca había tenido un contacto tan cercano con un paciente, no iba negarse a los pedidos del castaño, además de que no le hacía ningún mal, al contrario, Gavi estaba sufriendo menos que otros omegas a los había acompañado, aunque fuera solo el primer día y, dentro de todo, el más tranquilo.

Y João no diría nada, pero su lobo se sentía tan a gusto al lado del omega, y escuchaba decir cosas como 'Su otra mitad' lo confundía demasiado.

El era un beta, no podía considerar a un omega como su "otra mitad".

Y segundo, estaba más que seguro que Pablo se negaría a esas palabras absurdas de un lobo beta y solitario.

Así que mantenía esas palabras ahogadas en su interior.

—¿João? —Pablo no lo trataba con formalismo,
en parte porque no le importaba ni un poco,
cosa que era normal en omegas en su situación
—. ¿Ya estás?

—Casi, Gavi —Respondió después de escupir la pasta dental en el lavabo del baño, quitando los restos de sus labios y yendo al cuarto de nuevo, vestido un poco más cómodo con una remera liviana y sus pantalones de pijama.

Vio con confusión al omega estirar sus brazos hacia el, y se acomodó con lentitud en la cama, sin romper el nido mientras Pablo lo abrazaba y aspiraba su aroma con tranquilidad.

João rodeó su cintura con los brazos, cumpliendo los deseos de su lobo y agradeciendo que Pablo no mostró objeción.

—Descansa bien —Le deseó el pelinegro, cosa que el otro escuchó y se sintió raro por el sutil y suave tono que había usado el beta. Sonrió un poco.

—Igualmente.

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Our Last Days | GalixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora