Cinco

261 19 1
                                    

Pablo se supone que debes comer algo —Murmuró Joao.

—Lo comeré después. Pero... tu aroma me calma, quédate.

João se ahorró el suspiro, se quitó los zapatos y se acercó al chico con lentitud. Sus ojos se abrieron de más y su corazón latió con fuerza cuando el omega lo abrazó y hundió el rostro en su cuello, llenando sus pulmones con su aroma.

El castaño quedó sobre él, su mejilla apoyada en su hombro, una pierna enredada en la suya y los brazos rodeando su cintura. Su nariz le daba cosquillas en el cuello.

El aroma a tristeza empezó a disminuir a los minutos, el olor a flores y fresas del omega aparecieron cuando estuvo tranquilo y João se sorprendió al encontrar otro aroma.

—Miel. —Susurró—. También hueles a miel.

Gavi soltó una débil risa.

—Lewan decía que olía a miel solo cuando estaba feliz... Es raro que lo sientas, ya que me siento como la mierda por dentro.

—Pablo... —Acarició su espalda suavemente—. Tú no te preocupes, tu alfa... Él te está cuidando desde un buen lugar, ¿Sabes?, él está velando por ti, y te espera con toda la paz y tranquilidad del mundo, puedes tomarlo con calma, él estará allí para ti. Y hasta puedes disfrutar del mundo que queda aquí.

Gavi permaneció unos cuantos segundos en silencio.

—Voy a extrañar a Pedri... —Murmuró.

—Puedes pasar todo el tiempo que quedé con el, no tendrá problemas.

—¿Sabes?... Antes de todo eso... Con Lewan teníamos muchos planes futuros, pero ahora... Ya no quiero hacer nada.

—Es algo normal sentirse así despeja de algo como lo que te está ocurriendo.

—Siempre quise tener un cachorro, João —Continuó desahogándose. El enfermero lo dejó hablar mientras acariciaba sus cabellos suavemente—. Lew nunca fue muy fanático de la idea de tener un hijo, aunque ya lo estaba convenciendo...

El pelinegro sintió las lágrimas del omega caer
sobre su piel.

—Supongo que ahora él no podrá conocerlo —Una de sus manos dejó la cintura del beta para ir a su vientre.

Las cejas de João se alzaron, se giró hacia el para mirarlo, atónito.

—Gavi... ¿Estás embarazado?

El otro tembló del llanto y Félix lo atrajo más a su cuerpo como consuelo.

—No importa igual —Murmuró—. ...ya ni siquiera yo lo voy a conocer.

—Pablo, ¿Sabes?... Puedes vivir, por tu cachorro.

—¿Para que no tenga padre? ¿Para que yo no tenga Alfa? ¿Para que estemos solos? —Su tono sonaba algo enojado.

João suspiró mentalmente, era todo lo que un omega pensaba y sufría. Por más que pudiera darle todos los argumentos y fuerzas para seguir viviendo, simplemente no podría contra la depresión se un lazo roto. Así que no lo intento, lo dejo llorar.

La puerta fue tocada suavemente.

—¿Señor Félix? ¿Gavi? —Pedri preguntó suavemente—. Yo... Hice la cena, y ya se está enfriando. ¿Todo bien?

—Pedro, adelante —Habló el pelinegro, irguiéndose un poco, sosteniendo a Pablo junto a él—. Pero despareció.

El chico entró con duda, la expresión de su rostro fue de sorpresa pura al verlos compartir un nido.

—Pablo, escúchame —Tomó sus mejillas y vio directamente hacia sus ojos—. Debes cambiarte e irás a comer, ¿De acuerdo? No puedes dejarte estar.

Pablo apenas enfocó su vista en él un momento, su nariz se movió un poco cuando olfateó el aire, se acercó a su cuello nuevamente para oler su aroma a madera.

—Pedri, no liberes muchas feromonas, podría afectarlo —Murmuró João, este asintió—. ¿Le traes algo de ropa?

Pedro fue hacía los cajones, sacando un par de calzoncillos, unos shorts y una remera holgada que dejó suavemente a los pies de la cama, sin querer acercarse y perturbar el nido de su amigo.

João tomó la pequeña pila y quitó la toalla que cubría la desnudez del castaño, con eso Pedro cerró los ojos, pero el enfermero estaba completamente normal. Ayudó al omega a pasar la remera y Pablo tomó sus bragas para colocarlos él mismo, sintiéndose avergonzado de la ayuda.

Apenas termino de vestirse se levantó con lentitud sobre sus pies y el beta se acomodó a su lado sin dudar, antes de mirar a Pedri para que fueran a la cocina.

El alfa había cocinado algo de pasta para João y él, y un té de manzanilla que sabía que Pablo disfrutaba, había encontrado un mix de frutos secos que seguramente Robert había comprado y eso explicaba la expresión triste del omega al verlos.

—En verdad no tengo hambre —Musitó el menor.

—Tómate al menos la mitad y come algo, te acompañaré a la cama de vuelta —Habló João.

—Sabes que puedo ir solo, ¿verdad?

—Sabes que quieres que te acompañe —Contesto—. Debo acompañarte —Se corrigió.

Gavi suspiró con cansancio y tomó un sorbo de su té, pensando que debería colocarle más azúcar.

Pedri parecía pensativo y no habló de nada en la cena, apenas y echó unas miradas a alguno de los dos, pero una parte de él no sabía si debería quedarse o irse.

Necesitaba su tiempo también para llorar con tranquilidad, pero también quería acompañar a su amigo. Aunque le parecía absurdo, porque para eso había contratado a João.

 Aunque le parecía absurdo, porque para eso había contratado a João

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Our Last Days | GalixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora