Diecisiete

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Los labios del omega se pegaron a los del beta, y tanta fue la emoción de ese destinado contacto que ambos corazones dolieron.

Pablo cerraba sus ojos con fuerza, mientras sus labios buscaban recorrer la boca de João y sus manos se apretaron en puños contra el suéter de Félix entre ellos. Se sentía estallar de a pequeños trozos de su inferior, mientras a su vez todo iba encajando en nuevas piezas, confirmando lo que había sentido en sueños al besar a aquel que se parecía tanto al beta.

João simplemente no pudo cerrar sus ojos; su sorpresa fue gigante, estaba atónito, tanto que sus de por sí inexpertos labios no pudieron reaccionar más allá de hacer pequeños mohines, mientras dejaba al omega dominar sus belfos.

Estaba tan anonado que lo primero que sintió de aquello no fueron sus sentimientos, en su lugar, fue a su estúpido lobo que corría en círculos totalmente emocionado, lo que lo hizo reír en el beso y, en consecuencia, Gavi sonrió contra sus labios al menos de un segundo.

Aunque el castaño sollozó en el beso, ahogando el llanto en los labios contrarios.

Con manos evidentemente temblorosos, João tomó los puños del chico, quien se separó del beso en cuanto las manos del beta envolvieron las suyas y se escondió en su cuello, sus manos unidas aún. Cerró sus ojos y tembló completamente.

—L-lo siento, lo siento... —El omega negó, dolido, quiso morir allí mismo para no enfrentarlo.

"Bésalo de nuevo, idiota, me gustó."

—Maldito perro... —João susurró para sí mismo, quería golpearse para golpear también a su lobo, que lo estaba sacando de quicio—. Pablo, ven, por favor.

Él negó.

—N-no sé por qué lo hice, lo s-siento, en serio lo siento... N-no creas que-... No pienses mal de mi,
n-no me dejes solo de nuevo... No te molestes.

—Pablo no lo haré —Habló de forma contundente, tomando sus mejillas—. Por favor, mírame, pequeño. Todo estará bien...

El omega alzó la vista con lentitud y temor, lo miró con cierto pánico, sin saber qué haría, sin poder predecir la frialdad en sus ojos.

"—Hazle caso a tu lobo, él sabe qué hacer, siempre lo supo."

"¿Lo besas ya?"

João se inclino hacia él, acortando la poca distancia; juntó sus frentes y cerró sus ojos para que su nariz tocara la de Pablo, y se movió tímidamente contra él en un vergonzoso beso esquimal.

"Maldito virgen."

El portugués apretó la mandíbula para no insultar en voz alta frente a Pablo.

Se detuvo para ver a los ojos del omega con vergüenza y timidez, su boca de entreabrió ligeramente al ver que el menor seguía llorando.

—¿Por qué tienes qué ser tan lindo? —Preguntó el omega, con ganas de llorar de nuevo, ya estaba demasiado sensible. Sorbió su nariz y miró a João, sabiendo con todo su corazón que era alguien maravilloso—. João Félix, eres un ángel... —Los puños que se mantenían en la camisa del pelinegro temblaron y sintió su fuerza fallar, se sintió pesado de golpe y su cabeza comenzó a dar vueltas; su vista se perdió en el rostro del mayor que no podría mantener fijo, por más que quería mirarlo hasta el cansancio.

—¿Dónde estuviste... Todo este tiempo?

Las mejillas de Félix estaban al más suave rojo, y el rubor viajaba hasta sus orejas y nariz, sus labios seguían ligeramente hinchados por aquel beso y su corazón... Su pobre corazón seguía latiendo desbocado, cargado de chispas que lo hacían sentir todo tipo de cosquillas en su interior.

Los párpados de Gavi pesaron de más y estos aletearon en esfuerzo por no irse. Antes de siquiera llamar su nombre, João actuó por si mismo, atrayéndolo hacia sí y lo acunó sobre su pecho, dejando que escuchara sus latidos antes de quedar inconsciente.

Con el chico entre sus brazos, el beta buscó en su cuello el pulso y lloró al encontrarlo, sin darse cuenta cuando comenzó a llorar más y más, cuando se rompió por dentro al igual que por fuera. Devastado, se abrazó al inconsciente omega, hundiendo su nariz en su cuello, sintiendo el aroma a fresas y a flores, al aire fresco de una tarde, a un campo abierto y a una vida alejada de aquel sufrimiento.

—¿Por qué tengo que amarte?... —Preguntó de la nada, escuchó la respiración del castaño y acarició su mejilla con cariño—. ¿Quieres ser salvado? ¿O seré yo quien quede solo al final?...

Y no supo cuántos minutos continuó llorando como un niño pequeño, con aquel hermoso y brillante omega en sus brazos.

Lloraba con todo su corazón astillado y dolido, al punto en que hasta su lobo lloró por toda la tristeza también.

Recostó a ambos en la cama, aún con la vista nublada por las lágrimas, lo miró con cariño mientras acarició sus mejillas, acercó sus labios a la marca entre su hombre y cuello, comenzó a dejar besos en esta.

Tomó su mano, protegiéndolo entre las suyas, las apretó en su pecho, sintiendo el corazón de Pablo latir bajo sus manos, y no quería que eso dejara de pasar. Quería sentirlo para borrar esa idea de su cabeza y, por un momento, pensó que estaba siendo ridículo con tanto sentimentalismo con un paciente.

Pero Gavi era más que eso, no sabría qué tanto más, pero no podía reducirlo así.

Aquel chico lo había encantado demasiado.

Dejó infinitos besos en la marca, hasta que dejó de llorar cuando sintió que estaba haciendo lo correcto; con una respiración profunda, el omega murmuró su nombre en un susurro doloroso.

—João...

—Pablo —Su voz sonó rota y horrible, el castaño lo miró con preocupación. El pelinegro acercó su rostro hacia él, pero mantuvo unos centímetros de distancia.

—¿E-estás bien?

—¿Qué si yo estoy bien? Pablo, te acabas de desmayar en mis brazos... En serio me asusté mucho y n-no es normal porque estudié para esto pero-...

—Hablas muy rápido... No te entiendo —Dijo, en tono somnoliento.

—Me asusté —Confesó, con su voz aún algo rota—. Pero me asusté por algo tonto como un desmayo, que no es grave... Y no sé por qué.

Pablo lo miró como si fuera un tonto, como si supiera cosas que él no, y rió un poco, curvando sus labios hacia arriba en una sonrisa floja.

—¿Qué pasó? No lo recuerdo...

—¿No recuerdas nada?

—Que me desperté... Después te dije algo que no recuerdo, y después me dormí de nuevo —El enfermero reviso su temperatura con la mano—. João, ¿Qué pasó?

João se ruborizó furiosamente y relamió sus labios nervioso, masculló que iría por algo de agua y su estetoscopio para escapar al menos dos segundos.

Our Last Days | GalixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora