Catorce

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El día pasó bastante rápido, al poco rato de aquella charla, Pedri volvió con una gran cantidad de comida del agrado de Gavi y, por supuesto, un balde de helados de chocolate con trocitos de chocolate de un kilo, el favorito de su amigo.

João los dejó solos un buen rato, los escuchó hablar y reír un par de veces y, aprovechando que su lobo no lo molestaba para ir con el omega, se quedó en la sala leyendo de nuevo uno de los tantos apuntes para su prueba final, y quiso golpearse cuando su lobo se burló de que se estaba quemando las neuronas mientras estudiaba neuronas.

Por la noche, Pedro se despidió de Pablo con un abrazo, alegando que volvería mañana y que usaría esa noche para descansar, pero que cualquier cosa que necesitara, a todas horas, por más tonto que fuera, lo llamara.

João estaba feliz de que estuvieran bien, Pablo sonreía y se veía cómodo, Pedri aún estaba con ese aura melancólica pero se notaba que hacía un esfuerzo.

El alfa se despidió de João también con abrazo cómodo.

—Traje algunas cosas para hacer hamburguesas —Dijo el azabache—. Al pequeño le gustan bastante con un poco de picante, así que haz un poco.

João sonrió encantado, asintió.

—Cuídalo bien, tú sabes como hacerlo mejor que nadie —João tuvo que convencerse de que aquel comentario no tenía ningún mensaje oculto.

Estaba bastante paranoico desde que había hablado de esos sueños raros con Pablo, y ya suba de la leyenda que le había contado Pedri, ya estaba lo bastante sorprendido de sí mismo por no negra totalmente ese loco cuento para niños.

—También lea traje algo de alcohol...

—Pablo no está en condiciones de beber —João negó automáticamente.

—¡Pero João! —El castaño hizo un puchero desde el otro extremo de la sala.

—Ya hablaré contigo —Lo señaló, frunciendo el ceño hacia él.

Cuando Pedro finalmente se fue, ambos quedaron solos y terminaron de cocinar. Gavi sentado cómodamente frente a la mesa sin poder levantarse para ir a corroborar la comida, bajó las órdenes de João, mientras preparaba el picante. En tanto, el mayor se encargaba de la carne.

—João... Déjame beber —Pidió, por al menos quinta vez.

—No puedes beber durante el embarazo, Pablo.

—Igual no voy a vivir para tenerlo.

—No digas eso —Su tono fue amenazante, lo miró con el ceño fruncido. El omega puchereó.

Cuando tuvo listas las hamburguesas, João quedó en ridículo porque la hamburguesa que preparó eran de todo menos bonita comparada con la de Gavi.

—Si me dieran eso en un McDonald's lo lanzó contra la pared como si jugara al béisbol, o se lo tiró en la cara al cajero.

—¡Pablo!... ¡Eres malvado! —Hizo un mohín y él rio.

—¿No que tenías habilidades culinarias?

—Las tenia antes de estudiar.

—¿Y eso fue hace...?

—Como seis años.

—Estas oxidado —Dijo, mientras acomodaba las feas hamburguesas que el beta había hecho.

Cuando todo estuvo hecho, Pablo estaba más que feliz de que habían salido bien hechas, y no pudo echar tomar una foto, en la cual João posó con un gesto raro de sus manos como si fuera un gangster. El castaño le pareció ridículo y ni pudo evitar reír al ver cómo había quedado, se la mandó a Pedri y tomó
el sándwich, cuando comió el primer bocado se empapó del aderezo.

João miró con disgusto como comida estaba esparcida por toda la boca de Gavi, pero al omega parecía gustoso con esto.

El beta tomó una de las hamburguesas apenas llevó la porción de comida a su boca cuando miró que Pablo echaba más picante a su hamburguesa extendiéndola hacia él, sin entender.

El chico empezó a hacer expresiones raras para que abriera la boca, hasta que con una risa del castaño lo hizo, y de inmediato Pablo prácticamente metió todo el pedazo de hamburguesa hast tu garganta, riendo de forma malvada mientras el portugués estaba entre tragarlo entero o escupirlo para respirar.

—¡Te lo metí hasta el fondo! —Dijo, y el mayor quiso golpearlo—. ¡João Félix, no se desperdicia la comida! ¡Te lo tragas! —Le gritó cuando el otro se apartó, entre risas.

Con dificultad, y ya rojo, termino de tragar todo el pedazo, y la insultó en voz alta al sentir el picante en la salsa, sólo para más gracia del omega, quién no había parado de reír en toda la escena.

—Eres muy malo, Pablo, muy malo... —Murmuró, tosiendo por el picante.

—João, ¿Estás llorando?

—Esto pica, maldita sea, cómo no voy a llorar... Ugh, te odio, eres el peor paciente que tuvo en mi puta vida, Pablo, el peor.

El castaño solo reía por la situación, y fueron varios minutos hasta que João de recompuso y lo miró con el ceño fruncido, mientras el otro comía pequeños bocados con una sonrisa enorme en su rostro.

—Ahora te odio —Gavi volvió a reír.

—Ni siquiera está tan picante, eres un debilucho.

—¿Es por que no te deje beber?

—Qué comes que adivinas.

—Hamburguesa del infierno, molesta —Dijo el beta, el risueño omega volvió a reír—. ¿Sabes? Solo por esto, voy a beber frente a ti para presumirte —Añadió, levantándose de la mesa.

—No quiero ebrios en mi casa.

—Tengo muy buena resistencia, Gavira. No voy a estar ni cerca de estar ebrio —Respondió, mientras llevaba un vino que había comprado Pedri y una copa. Se sentó frente a Pablo para beber lentamente con una sonrisa vengativa.

 Se sentó frente a Pablo para beber lentamente con una sonrisa vengativa

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Our Last Days | GalixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora