Our Last Days | Galix

Ocho

Maratón 1/2

'Dulce'

Su nariz se frotó contra la suave piel del cuello del omega. Aspiró su aroma, llenándose el pecho de su olor; miel, fresas y suaves flores...

'Como antes, igual que antes...'

Su lobo estaba dando vueltas de felicidad en su interior, João curvó los labios hacia arriba entre sueños, abrazó al castaño con calidez.

'Eres mío de nuevo.'

—¿João?... —Pablo abrió sus ojos un poco, sintiendo el pecho adolorido al respirar—. M-me está asfixiando...

Llevó sus manos a los brazos del beta, que lo sostenía con firmeza en un envolvente abrazo, no le dolía, no era bruto, pero no lo dejaba inhalar profundamente y eso lo desesperaba.

El enfermero soltó un quejido y se soltó rápidamente al despertarse, Martin sintió una oleada de frío y el aire escapó de sus pulmones en un suspiro que lo hizo sentir un poco vacío.

—¿Pablo? L-lo siento, a veces yo... Abrazo las cosas muy fuerte mientras duermo. ¿Te lastime?

El omega negó, se giró sobre las sábanas y miró al beta. El frotaba uno de sus ojos, su cabello estaba despeinado, y le quedaba muy bien.

—No importa —Murmuró, mirándolo algo embobado sin poder evitarlo.

Sus ojos se encuentran por un segundo, y esa sensación extraña las invade a ambos de nuevo, aunque no saben qué sea, así que lo ignoran.

—Dime, Gavi, ¿Que desayunaremos?

El mencionado negó.

—No tengo hambre.

—Lo diré de nuevo —Se sentó un poco más cómodo en la cama, inclinándose hacia él—. ¿Que vas a desayunar?

Pablo se contuvo para mandarlo a la mierda en su interior.

—Veré que hay —Murmuró, algo molesto, antes de levantarse de la cama de golpe, su cabeza pareció dar una sacudida y sus piernas se debilitaron, cerró sus ojos con fuerza y se sintió caer.

—Omega.

João había ido hacia el incluso antes de que el vértigo lo atacara, porque sabía lo que ocurriría, así que había llegado a tiempo para abrazarlo de la cintura. Tomó su nuca con una mano y acomodó su cabeza sobre su hombro, recostándolo sobre su cuerpo, sosteniéndolo incluso antes de siquiera comenzar a caer.

—Despacio Gavi —Murmuró.

Pablo se sentía a gusto entre los brazos del mayor, así que se tomó segundos de más, después de que el mundo dejó de girar quedó aún en aquel cómodo lugar, antes de alzar su rostro en el hombro del beta, mirándolo como si pidiera disculpas.

João notó su expresión, acarició su cabello y mejilla con una sonrisa, separándose unos centímetros.

—¿Todo está bien? —Preguntó, y el menor asintió.

Fueron hacia la cocina en silencio, despacio, pasando con cuidado por la sala de estar para no despertar a Pedri, quien seguía dormido, abrazado la frazada le había dado en la noche.