Doce

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'Miró las amplias llanuras, sentado cómodamente sobre aquel corto acantilado, admirando como los primeros rayos de luz iluminaban el territorio y cambiaban ligeramente los tonos de verde de la naturaleza, un par de árboles solitarios cada tanto. Los cachorros jugaban entre ellos, correteando libres y felices.

—¿Tan temprano y ya aquí? —Preguntó, una voz grave y familiar. Al voltear encontró a João, pero claro que aquel no era su nombre, no en esa vida, tal como él no era Pablo.

Nasuet se sentó a su lado, y el omega se apoyó en él, acomodando la cabeza sobre su hombro, su abrigo hecho de piel siempre le había resultado cómodo.

—Isom dijo que yo soy el sol de la manada, y tengo que despertar con el sol del mundo.

—Mi hermano no sabe de qué habla, sigue siendo un cachorro lleno de cursilerías.

—A mi me pareció tierno.

—Eres hermoso y brillante, pero nadie puede brillar cuando se madruga —Dijo el beta, y el castaño río, principalmente porque le parecía absurdo que lo dijera si él también había madrugado—. Zahc, ayer te quedaste hasta la tarde, ¿Cuánto has dormido?

—Ni un aullido de luna... —Dijo, a lo que recibió una mirada de reproche del pelinegro. Nasuet alzo las cejas, preguntando si hablaba en serio—. Me quedé con isom toda la noche, no dormimos.

—¿Haciendo que? —Preguntó, en tono confidente.

—Haciendo esto... —Zahc tuvo de girarse un poco para mostrar la marca pobremente cicatrizada, por ser tan reciente, de tan solo un par de horas.

El omega no notó ese algo que se rompió en los oscuros ojos del beta, tal como el beta tampoco lo notó en los del omega.

—¿Ya te uniste a él? ¿No es muy pronto? Ni siquiera era tu destinado, o eso dijiste...

—Ya hace como mil lunas que me presenté, no puedo estar sin pareja, si no me quedaré sin un mate, Nasuet —Tenía lágrimas en sus ojos.

—Fueron dos ciclos, no mil lunas, serán... ¿Veinticinco? ¿Treinta como mucho?

—Nasuet... —Tomó la mano que el castaño estaba usando para contar, siendo envueltas fácilmente por las contrarias—. Ya soy una adulta, lo soy desde que me presenté y hasta ahora... Solo sigo siendo un omega esperando un destino que nunca llegó. Ya es hora de que tenga crias y esas cosas, no voy a estar aquí para siempre.

—Pero esa no sala forma en que quieres que sea...

—No tengo opción, es lo que esperan de mi, soy un omega al final de todo, Nasuet, para eso vengo al mundo... Puedo hacer que la manada crezca, y que perdure, ya soy muy grande ¿Cuanto más voy a esperar? No puedo permitirlo, y el resto de la manada tampoco.

Nasuet apartó la vista, suspiró, asintió y se rindió, todo al mismo tiempo, y el menor hizo lo mismo, volviendo a mirar el paisaje, sus manos seguían unidas en un gesto normal para ellos, pero con un anhelo oculto.

Ambos no eran nada más que compañeros, tal como los alfas estaban para liderar, los omegas para dar vida, los betas eran destinados a acompañar.

Cada vez que nacía un alfa u omega, se les asignaba un compañero, un beta, quien sería su mejor amigo, su cuidador. En el caso de los compañeros alfa, debían quedarse con ellos hasta su lecho de muerte y, en batalla, dar la vida por ellos.

Los compañeros de omegas eran distintos, se quedarían con ellos hasta que consiguieran pareja, después se irían y los acompañarían si su alfa faltaba, si necesitaba protección de más, pero casi siempre se separaban en cuanto el omega conseguía un alfa que lo cuidara... Y ese era el caso ahora.

Nasuet alzó la vista hacia él, y pensó que ya era tarde para confesar sus indebidos sentimientos, así que se guardó las palabras de nuevo y miró el paisaje a su lado.

Era en ese silencio, entre ese sentimiento de arrepentimiento de ambos, que un aullido los dejó en alerta. Junto con toda la manada, miraron a los lejos a los lobos correr hacia donde estaban, los cachorros se escondieron y de inmediato los alfas de la manada se acercaron al frente.

Aún de lejos, escucharon los aullidos del lobo que iba al frente, fueron tres aullidos en total, lo que llevó a todos a sentir miedo. Sabían el código.

Una invasión a su territorio, una inevitable pelea.

—Hermano —Escucharon ambos, voltearon pero Nasuet no lo dejó ver bien, nada más allá de una cabellera negro—. Cuídalo.

El omega tuvo que levantarse para verlo, el alfa sonrió de forma honesta hacia él, aunque no fue el nombre de esa vida el que pensó primero, tampoco el que surgió de sus a labios.

—Volveré antes de lo que crees, cachorro.

—Lewan...

Aquel mundo extraño fue interrumpido cuando escuchó un llanto a su lado, un pedido de auxilio, y su lobo se enojó por quien sea que estuviera asustado a su pareja. Lo siguiente que sabía era que había despertado y empujado a quien sea que esté molestando a aquel pobre lobo, poniéndose entre el medio, listo para pelear si era necesario.

Porque era un omega, pero estaba lejos de ser un cobarde o de ser débil. Debía cuidar a su destino.

Y en ese momento no pensó en el sueño, pero este volvió después, dejándolo totalmente rojo y extrañado.

Y en ese momento no pensó en el sueño, pero este volvió después, dejándolo totalmente rojo y extrañado

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Okey este cap es para que entiendan un poco más esta historia y es relevante.

Chau 💗

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