Dieciocho

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—João, ¿Qué hice? —Pablo preguntó por tercera vez, se sentía raro por dentro, sentía que había hecho tanto pero no recordaba nada.

Félix se veía nervioso, ruborizado; usando su estetoscopio para revisar sus pulmones y pulso, controlaba que su respiración estuviera normal, con el omega sentado en la cama y él sosteniéndolo mientras pasaba el frío tambor por su espalda. Prácticamente lo estaba abrazando, su brazo rodeaba la cintura del castaño, Pablo apoyaba su mejilla en el hombro del beta, mientras sus manos se aferraban a la tela de sus mangas para sentirse mejor.

Le había llevado un vaso de gaseosa fría que había tomado de a sorbos mientras el enfermero hacía todo lo otro.

João suspiró con alivio al corroborar que todo estaba bien, finalmente apartó el estetoscopio, dejándolo en su cuello. Acomodó la ropa del chico y se apartó para mirarlo a los ojos, acercó una mano a sus mejillas para limpiar las pequeñas lágrimas.

—Te despertaste muy agitado, Pablo, estabas llorando muy fuerte —Dijo, su tono era bajo y tranquilo—. Tenía miedo de que cambiaras a tu lobo y te lastimaras, porque eso solo lo empeoraría.

—No lo hice... —Murmuró, su mano fue hacia la que João tenía en su rostro, buscando algo de contacto y cariño. Se sintió mejor cuando el beta tomó su mano y entrelazó sus dedos.

—No, yo no... Lo siento...

—Ya me pediste disculpas, ya está, por favor, deja de hacerlo —Pidió.

El sevillano se volvió a esconder en su hombro, apretó sus manos unidas; el portugués apoyó la mejilla sobre la cabeza del castaño, acariciando ligeramente su cabello con éste al frotarse.

—Gavi, está bien, en serio, no me molestaré ni te dejaré solo...

—Pero... Con solo hablarlo, lo del beso, te molestaste y te fuiste. ¿Ahora qué? ¿Renunciarás?... Lo siento.

—No, Pablo, no. Mi pequeño... —Afirmó un poco más el abrazo, pegando más sus cuerpos—. No haré eso, no me alejaré, por favor... Me quedaré contigo, sólo si me lo permites, Pablo. No volveré a hacer algo así de nuevo, créeme.

El omega controló sus lágrimas y alzó la vista para mirarlo, con su ceño ligeramente fruncido.

—Lo de las narices, lo hiciste tú ¿Verdad? ¿Eso pasó?

João se sintió nervioso a morir y soltó lo primero que pasó por su cabeza.

—¿Recuerdas lo del beso esquimal y no ese beso?

El castaño pensó que era adorable cuando entraba en pánico. Llevó su mano libre a la mejilla de Félix y acercó su rostro para juntar sus frentes y narices, de nuevo.

—Hazlo de nuevo...

"Te salió bien lo de ser virgen, João." se burló su lobo.

—Pablo, mi lobo me está peleando, y no me gusta —Hizo un leve mohín, mientras volvía a frotar sus narices.

El menor negó.

—¿Qué te dice? —Pregunta con gracia.

—Cosas penosas que no puedo decir en voz alta.

—A ver... —Separó ese beso para ir a la oreja de João—. Lobito de João, deja de molestarlo, él es muy bueno conmigo y me cuida muy bien, me hace sentir mejor y es un ángel, no merece que lo molestes, déjalo tranquilo.

João sonrió cuando su lobo no contestó nada.

—¿Siempre es molesto?

—No, en realidad era muy tranquilo, nunca me molestó y casi no hablaba, pero... Desde que te conoce no deja de hablarme y tirar comentarios molestos, cosa que no hacía antes. ¿Él tuyo hace algo así?

—Está todo el tiempo diciendo que eres lindo y que le gustas.

João apretó sus labios en una especie de sonrisa nerviosa, y bajó su vista para no sentir tanta vergüenza al verlo.

—Está muy diferente también a cómo era antes. Con Lewan... Nunca dijo eso, nunca estuvo tan encantado con él como lo está contigo, digamos que solo lo aceptaba... Yo lo quería más que él, lo quiero, pero mi lobo solamente lo aceptaba, sin más. Aceptaba cada cosa que hacía pero tampoco le pedía nada... No es lo mismo contigo, entonces no sé a dónde estuviste todo este tiempo, João, pide cosas y le gustas, si que te quiere.

El beta no supo qué responder, se sentía tan halagado y hermoso por dentro al tener tantas palabras bonitas de tan bonito chico.

—¿Qué te pide tu lobo? —Preguntó lugar de varios segundos en los que Pablo se había encargado de admirarlo.

—Pide amor, y cada vez que haces algo por mi se siente bien, y se siente que lo cumples. Lo estás mimando demasiado.

—E-estoy haciendo mi trabajo... —Los ojos de João lo esquivaron.

—Eres lindo.

—Eso ya lo habías dicho...

—Pues eres lindo.

—¿Puedes, no lo sé, parar? ¿Por favor? Porque me pone nervioso...

El menor rió, su risa era alegre y pura, como si fuera la de un niño, como si no hubiera nada malo en el mundo, era una lastima que fuera efímera porque podría escucharla toda la vida.

—De todas formas yo... Yo no volveré a hacerlo, no te besaré de nuevo, lo siento —Dijo Pablo, y su tono se había tornado serio de repente, João afirmó el agarre de sus manos unidas—. Creo que es muy pronto como para hacer esas cosas, y no quiero quedar mal, João.

El mayor sonrió un poco por lo lindo que sonaba su nombre en los labios del menor.

—Está bien, Pablo, te comprendo, y en verdad yo... Estoy aquí por trabajo, y no me parece algo muy profesional tampoco.

El castaño asintió, lo entendía, y también estaba de acuerdo a pesar de que le dolió.

—Pero sé que en tus cosas, necesitas amor, pequeño. Así que con todo respecto, seguiré con esos mimos que tu lobo y tú necesitan.

Pablo sintió mínimamente.

—Estoy de acuerdo.

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