Vente

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Pablo apenas terminó de bañarse cuando sonó el timbre de la puerta, así que João lo dejó en su cuarto mientras iba hacia la puerta y el omega de vestía

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Pablo apenas terminó de bañarse cuando sonó el timbre de la puerta, así que João lo dejó en su cuarto mientras iba hacia la puerta y el omega de vestía.

Al abrir, esperaba que fuera Pedri, en cambio, encontró a una chica rubia con las mismas facciones que Pablo. La rubia se veía irritada, mientras a su lado iba acompañada de una mayor de pelo castaño idéntica a la contraria.

—¿Y tú quién eres? —Preguntó la rubia, de forma acusadora. Entró a la casa haciéndole a un lado, fulminándolo con la mirada.

—¿Debería preguntar lo mismo? Soy João Félix, enfermero, y cuidador de Pablo Gavi, quien no me informó de su visita. ¿Puedo saber sus nombres?

—Oh, bien, ahora tengo que mandar una invitación para visitar a mi propio hermano —Bufó la rubia.

—Cariño, ¿te calmas? Él no hizo nada malo, tranquilízate.

—¿Dónde está Pablo?

—Está en tu cuarto, término de bañarse —Informó, suspirando sin que se notara demasiado.

Odiaba lidiar con el tipo de persona pesada y tan demandante como notaba que era aquella chica, quien ni siquiera había respondido a su pregunta.

Fue hacía el cuarto de Pablo, y éste seguía cubriendo con la toalla, temblando, sentando en la cama.

—Gavi, tienes visitas... —Comenzó João, pero al verlo temblar y algo decaído se acercó con cierta preocupación—. Pablo, ¿qué tienes?

El castaño negó.

—N-no lo sé... —Dijo—. Siento que voy a desmayarme de nuevo, João...

—Ya, tranquilo, estoy aquí para ayudarte, pequeño —Lo consoló y Pablo asintió—. Vamos, acuéstate, quédate en la cama, acuéstate de lado, tranquilo —Comenzó a arroparlo, el menor se sentía débil.

—¿Y así la dejas? ¿Así eres enfermero? Oh, no, mi cielo —Se acercó al omega, apartando a João de un empujón—. Pablo, boca arriba, eleva las piernas —Habló, mientras lo movía ella misma, pasando las palabras a acciones—. Mamá, tráele una Coca-Cola a tu hijo.

—A-aurora... —Musitó Pablo con molestia, su hermana lo había girado de golpe y movido demasiado rápido, ahora se sentía mareado.

—Silencio Pablo, echa la cabeza para atrás.

—Eso no es necesario —Dijo João, acercándose mínimamente a la rubia hermana del manor, hablando bastante bajo.

—Por favor, déjalo —La mayor se acercó a su hija para tomarla del brazo y apartarla, hasta que dejó de sostener las piernas de su hermano en alto y se apartó dos pasos, con lo que la mayor, beta, volvió acercarse a Pablo, lo arropó, dejó que se acomodara y dejó caricias en su cabello. Mientras éste se quejaba por lo bajo de pequeños ruiditos.

—João... ¿por qué las dejaste entrar?

—¿No tenía qué hacerlo? —Preguntó, exagerando su sorpresa, porque nunca había escuchado nada al respecto.

—Son muy molestas... Mi hermana y madre.

—Eso lo noté, pequeño —Dijo el enfermero, sin dejar de hacerle mimos en su cabello.

Fue la madre de Pablo quien se acercó a ambos.

—Hola, Pablito.

—Hola mamá... —Murmuró su hijo, tenía sus ojitos cerrados y parecía que iba a dormirse, pero solo seguía mareado.

—¿Podrías dejarme un momento con él? —Preguntó la mayor, mirando a João, aunque sintió a Pablo tomar su mano y apretarla ligeramente.

—No, João se queda. —Demandó, algo a lo que la beta no se iba a oponer.

Félix se sentó junto a Gavi, quien seguía tomando su mano. Los otros dos se acomodaron en el otro de la amplia cama.

—¿Cómo está? —Preguntó la mujer, observando a João.

El menor de los dos dudó un momento su decirlo frente a Pablo o no.

—Hasta ahora está bastante bien, pero está comenzando a decaer... —Usó el tono más sutil que pudo encontrar, aunque parecía que la sutileza no iba con aquellos dos, o quizás específicamente con el castaño, quien no entendió el mensaje que para João era muy claro.

—¿Cómo qué recaer?

Bajó la vista con algo de dolor, esperando que las palabras no afectaran a Pablo más de lo que ya estaba.

—Es el tercer día y, como ya es normal en estos casos, es cuando para de la fase depresiva a lo moribundo... —Murmuró—. La transición empieza con desmayos y bajas de presión, como ahora.

Pablo dejó escapar un par de lágrimas en silencio, lágrimas que nadie notó.

La pareja quedó en un triste silencio con aquello, y João solo pudo dejar caricias en la mano de Pablo que mantenía apretada con firmeza sobre la suya, sentía al lobo del castaño llorar por afecto, porque lo abrazará y consolará, pero sentía que era indebido actuar así frente a la madre del chico.

Sabia que se lo podían tomar a mal, que podrían decir que él estaba acosando a sus pacientes o incluso tratar a Pablo como un "fácil" o "indecente" por buscar ese contacto que había perdido, cosa que era habitual en omegas en su situación.

Aunque el sevillano sí lo llevaba un poco al extremo, y era algo raro que lo hubiera escogido a él, un completo desconocido, para pedir y recibir amor.

—¿Cuánto le queda? —Está vez preguntó la beta rubia, quien no parecía tener intención de hablar de esas cosas en privado.

—N-no sé si dejaba hablar de esto frente a Pablo, podría afectarlo y...

—No... —Interrumpió el mencionado, su voz sonaba algo rota—. Yo también quiero saber.

El portugués lo miró con cierto pánico de lastimarlo, al ver el rastro de lágrimas en sus mejillas tomó la manga de su remera para limpiarlas con cuidado.

—Diría que una semana, o un poco menos —Murmuró, y notó algo romperse en los ojos del sevillano.

—Diría que una semana, o un poco menos —Murmuró, y notó algo romperse en los ojos del sevillano

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Nueva actualización, lista.

Amo esta historia y no la dejara de lado así no más.
Byeee

Perdón si encuentran una que otra falta ortográfica, escribo muy rápido hahah

Las quiere...

VELAS

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