- ¿Por qué Rodrigo no planeó una cita para mí?-. Le preguntó Regina a José Mata mientras comían su arepa con huevos revueltos-. Me gustaría tener la suerte de Dipi algunas veces...
- Quisiera seguir escuchando tus quejidos de damisela en peligro pero debo enfocarme en mis fotos-. Insistía Mata, que dejó su plato a medio comer y cogía su cámara-. Tengo miedo que la gente se aburra de mis fotos...
- Pues hace unos días hablaste sobre un vídeo, podrías intentarlo y puedes crear una cuenta en Facebook-. José Mata se quedó pensativo, inquisitivamente-. ¿No crees que le dedicas mucho tiempo a estas cosas?-. Comentó su amiga.
- Es mi pasión. No me imagino cómo sería mi vida si hacerlo.
- Pero la gente que vea esto pensara que eres un freacky loco al que solo le importan las fotografías-. Dijo Carlo, uniéndose a la conversación. Era la primera vez en días que se acercaba a tanto a Regina.
Regina le sonrió disimuladamente, Carlo le devolvió la expresión. En ese momento, con esa sonrisa y con ese contacto visual... Sabían que habían hecho las paces.
- ¿No lo soy?-. Preguntó Mata con ironía.
- NO-. Respondieron los dos amigos al unísono, les sorprendió haber dicho lo mismo-, eres más que una gopro-. Continuaban hablando igual, como telequinesis o como si se pusieran de acuerdo.
- Haré el vídeo-. Se decidió al fin-. Aunque me cueste miles de dólares-. Y se marchó, dejando su plato casi intacto, pensando en qué video hacer, y cómo.
Regina y Carlo se miraban, más no se hablaban. "Odio estar enojado contigo" confesó Carlo. "Odio cuando estás enojado conmigo" prosiguió Regina. Ambos sonrieron.
Carlo pensaba, imaginaba aquel mundo donde Regina sabía sus sentimientos, en que los dos eran novios... Sí, su mundo utópico. Qué tal si... ¿Qué tal si en realidad Regina conoce sus sentimientos pero finge no captarlo para no romper su corazón? Esto tenía bastante sentido.
¿Qué hacer cuando estás enamorado de tu mejor amiga? ¿Acaso no es esa la peor maldición del mundo?".
Carlo se preguntó a sí mismo "¿Qué hice para merecer esto, acaso en otra vida fui Hitler o Luis Suarez?". Pero la iniciativa de Gian (aunque fuese con fines perversos) lo había inspirado.
Carlo debía hacerle una cita sorpresa a Regina y confesarle su amor eterno.
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Frente a los probadores Gian esperaba a Dipi ansioso; estaba parado de espaldas a la pared blanca y sucia, con una pierna levantada y con sus zapatos que ensuciaba aún más la pared.
Cuando Dipi salió Gian la siguió, insistente y esperanzado que la chica le devolviese la mirada, pero Dipi solo lo ignoraba...
- Hey Dips-. La llamó-. No puedes hacerme esto-. Le imploraba Gian, pero ella solo caminaba apresurada, con su cabello moviéndose por todos lados y con su uniforme de preescolar.
Casi llegando al patio central es que la chica se dignó a dirigirle la palabra.
- No quiero saber nada de ti, Gian-. Sentenció-. Ahora soy una bruja sin sentimientos. Y vas a caer.
Si te le acercabas muy bien podías escuchar el corazón de Gian romperse trocito por trocito...
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