Álvaro

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Hoy era el último día que teníamos para ensayar, pero al menos estaba más tranquilo porque sabía que no era el final.

Había intentado alargar al máximo los tiempos que pasaba con Paul, hasta el punto que he llegado hasta a irme de madrugada de su casa.

Puede que en muchas cosas no fuéramos muy parecidos, pero la manera en la que conectábamos tan bien, me había atrapado completamente hasta el punto de plantearme si tenía algún tipo de sentimiento amoroso por él.

Aún no tenía nada claro, y prefería no tenerlo por el momento porque sé que eso podría llegar a complicar mucho las cosas en un futuro. Ahora mismo prefería vivir el momento y pensar en eso más tarde.

Habíamos quedado en mi casa, aunque yo solo podía pensar en el buen rato que pasamos en la suya y como no se me quitaba de la cabeza. Como no volviese a su casa nunca más, iba a estar muy triste, así que esperaba que después de esto quisiera que nos viéramos más.

Paul llegó a mi casa a la hora que acordamos y nos pusimos a ensayar.

—Que este sea el último ensayo parece mentira, ¿eh?—Dije.

—Después de esto voy a tener la canción en bucle durante todo el día.

—Yo igual.— Le sonreí. — ¿Sabes? Si te soy sincero me ha gustado mucho trabajar contigo.

—Me alegro mucho, a mí también me ha gustado.

Sin darme cuenta, estábamos cada vez más cerca y inconscientemente mi mirada se bajaba hacia su boca. Vale, tal vez si que me gustaba un poco.

Me separé de él por instinto e hice como si nada pasase.

Seguimos ensayando la canción y me paré a escuchar atentamente sus graves.

Siempre había estado tan atento a no equivocarme con la letra que nunca le había prestado tanta importancia. Llevaba unos días confundido con mis sentimientos y no sé si es que ahora se habían disparado o algo similar, que hacía que estuviera mucho más pendiente de él que antes y me fijase en casa detalle.

—Paul, ¿Tú no te has planteado hacer bolos?— Le dije impresionado.

— Alguna vez me lo he planteado, sí. Pero no sé si le gustaría a la gente.— Respondió con tono triste en su voz.

—Yo creo que les encantarías.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

Esa misma pregunta me hacía a mí mismo, ¿Era normal preocuparme tanto por él? Si antes apenas lo conocía y ahora de repente no podía dejar de mirarle.

Pensé un poco antes de responder.

—Porque es evidente que tienes una voz y una forma de expresarte muy especial, y si la gente no es capaz de verlo sinceramente están ciegos.

Paul me sonrió y yo cada vez pasaba más tiempo mirándole la boca. Tenía muy claro que sí lo hubiera conocido en otro contexto totalmente diferente ya le hubiera besado, pero en cambio actualmente lo único que sentía era una explosión de emociones y tenía mucho miedo de hacerle daño.

Quizá porque sabía que esas emociones no solo le podían hacer daño a él, si no a mí. Esto era mucho más serio de lo que pensaba.

Intenté pensar en otra cosa así que recurrí a lo que hacía muchas veces cuando quería distraerme.

—Oye, ¿nos vamos de compras?—Le pregunté.

—¿Ahora?

— Hemos estado ensayando muchísimo y creo que nos vendrá bien despejarnos un poco, además estaría bien ir conjuntados.

Las palabras que siempre te quise decir | Alvaul / Polvorones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora