Paul

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Gracias a mi ataque de impulsividad, iba a quedar con Álvaro hoy para ir al cine, genial.

Aún estaba a tiempo de echarme para atrás, pero en lugar de eso le propuse una hora la cuál él aceptó casi al instante.

El cine era uno de mis lugares favoritos, sentía que podía ir allí sin que nadie me molestase ni me juzgase y podía estar tranquilo. Bueno dependiendo de que película fuese, claro.

Le había propuesto ir al cine porque siento que la interpretación le había afectado mucho, y aunque a mí también me había pasado, había intentado controlarlo para que no perdiese los nervios.

Siento que si conocía esta parte de mí, también podría ayudarnos con la interpretación y poder basarnos en algo real y contar la historia según nuestras vivencias.

Él no lo sabe, pero el papel que estaba interpretando me representaba mucho, la diferencia es que sabía que a él no, y por eso quería ayudarle a darle un enfoque diferente.

No teníamos que estar enamorados de verdad, pero al menos quería que fuera algo más cercano.

Sinceramente solo de pensar que tenía que quedar con Álvaro en el cine me hacía ponerme a temblar, pero por suerte con la película podría disimular mejor.

Me puse a tocar el piano un rato y cuando me dí cuenta ya era casi la hora, así que me arreglé rápido y me fui al cine.

Una vez en el cine me puse a mirar el móvil mientras esperaba a Álvaro cuando un besito en la espalda me sorprendió.

—¡Hola!— Me saludó alegremente y se me contagió su sonrisa.

—Veo que estás contento ¿no?— Una risa nerviosa salió de mi boca.—¿Entramos?— Álvaro asintió y nos dirigimos al interior.

Me encantaba este cine porque a parte de que desde que era pequeño había venido aquí, era muy acogedor.

Tenía posters de algunas películas clásicas y una estatua de palomitas enorme en el centro. Venía gente de vez en cuando, pero no solía estar muy lleno por lo que podías tener paz y tranquilidad en soledad, la cuál yo disfrutaba.

—¿Tienes pensada alguna película?—Me preguntó Álvaro.

—La verdad es que no, pero de las opciones que hay aquí creo que aún no me he visto ninguna, así que decide tú.

Nos acercamos al mostrador y Álvaro dijo el nombre de una película que supuse que sería de romance por la portada.

Nos sentamos en nuestros asientos y esperamos a que empezase la película.

—¿Por qué me has traído aquí?

—Quería enseñarte una parte de mi vida para que pudieras conectar mejor conmigo y te resultase más real a la hora de interpretar.

—¿Vienes mucho aquí?

—Es mi zona de confort, creo que está bien tener un lugar a dónde acudir cuando sientes que el mundo se te viene encima. ¿Tú tienes alguna?

—Sí, la verdad es que me gusta mucho acudir a un bar en el que canto de vez en cuando, el ambiente de allí es muy acogedor y es muy bonito saber que a la gente le gusta lo que haces.

Asentí e intenté fingir que no había formado parte de su público alguna que otra vez.

—Seguro que lo haces genial.—Le sonreí.

La conversación finalizó porque justo empezó la película y me gustaba estar atento.

Estaba tan concentrado en verla que no me di cuenta de que Álvaro se había quedado dormido en mi hombro. Nada más percatarme de ello sentí como mis mejillas comenzaban a arder.

Para que durmiera más cómodo, lo acomodé mejor en mi hombro y le acaricié el pelo con cuidado de que no se despertase.

Tenía el pelo muy suave y era muy agradable tocarlo, estaba seguro que en cualquier otra condición no hubiera hecho esto, pero el ambiente y la película hizo que me apeteciese mucho. Maldito Álvaro, de todas las películas que había tenía que elegir una de romance.

Intenté concentrarme de nuevo en la película pero solo podía pensar en el chico que tenía a mi lado y en como lo despertaría después.

Cuando me quise dar cuenta la película había terminado. Intenté despertar a Álvaro con mucho cuidado y me respondió adormilado.

—¿Qué pasa?

—La película ya ha terminado, te has quedado dormido.

Abrió los ojos enseguida y no me dió tiempo a reaccionar cuando se puso de pie y tiró de mi brazo para que nos fueramos.

—Madre mía Paul, lo siento mucho, enserio. Hoy no me ha dado tiempo a tomarme el café y se nota.

—No te preocupes, no me molesta.

—¿Te ha gustado la película al menos?— Preguntó tímidamente.

Yo no sabía que responderle puesto que hubo un momento en el que desconecte totalmente de la película y me perdí en la trama.

—Sí, ha estado bien. — Le sonreí para que no se preocupase y eso lo relajó un poco.

—Soy un desastre, me has traído aquí para que pudiera conocerte mejor y yo lo único que he hecho ha sido dormirme.

—Bueno, lo importante es que has venido. Al final ver una película tampoco va a cambiar tu percepción sobre mí, pero por lo menos ya sabes algo más.

Álvaro asintió aún un poco agobiado por haberse quedado dormido.

A mí no me molestaba, de hecho me había parecido muy bonito que aunque sea hubiera hecho un esfuerzo por venir.  No sabía si a él le gustaba el mundo del cine, pero al menos con esto ya podía conocerme más y eso me alegraba.

—Ven, vamos a un sitio, te quiero compensar la tarde de hoy.

Me dejé guiar por sus pasos sin saber muy bien a dónde me estaba llevando.

De pronto, se paró bruscamente y me miró los zapatos.

—¿Qué pasa? — Le pregunté.

—Nada, solo sígueme.

Me agarró de la mano y tuvimos que pasar por una pequeña montaña hasta que llegamos al sitio.

—Te presento uno de mis lugares favoritos de todos los tiempos, aquí podrás disfrutar de las mejores vistas del pueblo.

Estábamos rodeados de plantas y había una roca enorme en la que podías sentarte sin problemas. Se contemplaba todo el pueblo perfectamente y era un lugar muy poco común, por lo que no parecía venir mucha gente.

Como era por la tarde, vimos el cielo teñirse de colores anaranjados.

—Es súper bonito, gracias por traerme. — Dije.

—Espero que esto haya podido mejorar tu tarde un poco.— Me sonrió y ambos nos quedamos mirando al horizonte.

Si él supiera una mínima parte de todo lo que estaba sintiendo hoy, dejaría de culparse tanto.

Era una tarde perfecta, no quería que acabase, pero también estaba muy asustado.

Tenía muy claro que cada vez mis sentimientos iban a más, y no sabía cómo podía controlar el torbellino que tenía en mi interior. Álvaro Mayo era un sol, lo sabía, pero también era el único capaz de crear un gran caos con solo sonreír, y esa parte no me gustaba tanto.


Las palabras que siempre te quise decir | Alvaul / Polvorones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora