XXXV

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Cuando la alarma en su teléfono sonó, Allyson ya llevaba dos horas despierta, pero no estaba muy segura de que "despierta" fuera la palabra correcta, tomando en cuenta que en realidad no logró dormir.

Acababa de pasar toda la noche mirando el techo de su habitación e intentando no llorar, pero aún así su almohada estaba empapada y ella demasiado agotada como para hacer algo al respecto.

Miró su teléfono, intentando encontrar algo en qué entretenerse, pero no había más que una notificación de su agenda recordándole que en hora y media tenía una reunión importante, así que se tiró de la cama y se metió al baño. Esperaba sentirse mejor después de una ducha caliente, pero la sensación de letargo no la abandonó. Tampoco pudo librarse de ella mientras se maquillaba o se obligaba a desayunar.

Esa mañana todas sus fuerzas estaban enfocadas en no pensar en Dave, y sobre todo, en no llorar.


Allyson salió de su reunión con una sonrisa dibujada en sus labios y la cabeza buyendo a mil por hora, pero esperó a llegar hasta su auto y estar encerrada en él antes de lanzar el grito que llevaba conteniendo desde una hora atrás.

Acababa de conseguir su mejor trato hasta el momento y, aunque significaba un tremendo reto para ella, estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para salir airosa de ello. Tomó su celular y marcó el número de Penny en automático, si había alguien que merecía tener la primicia, esa era su mejor amiga.

—Espero que sean buenas noticias —Penny contestó al primer timbrazo.

Su amiga, al igual que ella, estaba ansiosa por su reunión con SJR. Allyson respiró profundo antes de hablar, logrando que Penny perdiera la paciencia.

—¡Dí algo, por Dios!

—¡Tengo el contrato! —chilló y escuchó el grito emocionado al otro lado del teléfono—. Será algo pequeño para empezar, solo cuatro departamentos pero el señor Miller dijo que cabe la posibilidad de que continuemos colaborando después de esto.

—¡Oh por Dios, Ally! ¡Felicidades, esto es genial! Tenemos que celebrarlo.

Allyson ni siquiera se quejó de que su amiga estuviera a punto de explotarle un oído, por lo general las situaciones se daban a la inversa: ella era quien gritaba y orillaba a Penny a la sordera.

—¿Quieres ir a almorzar? Yo invito. Todavía tengo que hacer algunos recados pero estaré libre a la 1:30 P.M.

—Me encanta la idea... —La voz de su amiga se alejó un poco—. ¡Oh! Brett me está llamando, nos vemos en un rato, ven por mí.

No tuvo oportunidad a decir nada antes de que el click del teléfono le indicara que Penny le acababa de colgar. Al menos tenía algo para sonreír ese día después de toda la mierda del día anterior. Encendió el radio de su auto y le dio play a su lista de canciones felices. Ni loca permitiría que un día como aquel se arruinara con los recuerdos de cierta persona que no pretendía mencionar.

La melodía de Happy inundó su auto y, solo entonces, se puso en marcha. A llorar en la noche, en el día tenía un negocio que manejar.

Allyson ignoró el sonido de su teléfono por tercera vez mientras dejaba la pesada caja en el baúl de su carro. No sabía cómo diablos no se le había ocurrido antes que, tal vez, conducir un auto deportivo de solo dos asientos al tiempo que tenía la necesidad de cargar cajas de un lado para otro, sería un problema.

Pero ahí estaba, aún conservaba la posibilidad de usar su viejo auto y de hecho, algunas veces lo hacía, pero la mayoría del tiempo prefería lucir genial a estar cómoda.

El timbre de su teléfono volvió a atormentarla y Allyson perdió la paciencia. No conocía el número en su pantalla, pero ya ni siquiera le importaba. Contestó mientras rodeaba el auto.

—¿Sí?

—¿Así es como le contestas a un cliente potencial?

Allyson terminó de entrar en su auto e intentó reconocer la voz al otro lado.

—Lo siento, yo...

—Es Roy.

La risa de Roy la hizo sentir estúpida. Hacían menos de veinticuatro horas desde que le dio su tarjeta, pero en ese tiempo habían pasado tantas cosas que se sentía como una eternidad.

—Roy... Disculpa que no contestara antes.

—Estoy comenzando a creer que es una costumbre tuya eso de ignorar las llamadas.

Allyson hizo una mueca y se alegró de que Roy no estuviera frente a ella en ese momento, porque esa simple referencia a la llamada de Dave el día anterior fue suficiente para acabar con su buen ánimo.

—Perdón, no estaba ignorándote es que estoy ocupada ahora y... ¿Puedo ayudarte en algo?

Escuchó la risita al otro lado de la línea y se preguntó qué era tan gracioso para él.

—Creo que sí. Mi vecina está encantada con lo que hiciste con su apartamento y creo que es el momento de hacer algo con el mío, es decir, no puedo dejar que me opaque. ¿Crees que pueda traer la decencia y el buen gusto a mi vida?

Esta vez fue Allyson la que dejó escapar una risa, pero se lo debía más a sus nervios que a su sentido del humor.

—Supongo que puedo intentarlo.

—Me alegra. ¿Tienes espacio en tu agenda para mí?

Allyson lanzó una mirada breve a su reloj.

—Honestamente, no mucho, pero podría hacer un hueco mañana en la tarde. ¿Qué te parece si paso por tu casa y me dices qué planes tienes?

—¡Excelente! ¿A las cuatro estaría bien?

Ella asintió antes de recordar que Roy no la estaba mirando.

—Genial, allá te veo.

Finalizó la llamada y justo en ese momento su teléfono vibró indicando que acababa de recibir un mensaje. Se trataba de Penny.

Ve directo al restaurante, te alcanzaré allá.

Allyson no pudo evitar fruncir el ceño. Penny nunca desaprovechaba la oportunidad de que pasara por ella, no desde que tenía auto nuevo y se sentía como Barbie y su mejor amiga Teresa. Palabras de Penny, no suyas.

¿Pasó algo?◄

►Te cuento en un rato. Nada grave.

Esas palabras solo lograron preocupar más a Allyson, pero lo dejó estar. Suponía que ya se enteraría más tarde de lo que fuera que estuviera pasando. Ya tenía suficiente con sus propios dramas.

 Ya tenía suficiente con sus propios dramas

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