XXXI

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Allyson echó un vistazo a la carretera que se extendía ante ellos y sonrió. Todavía no se creía que había cancelado todos sus compromisos de la semana —que al cabo no eran tantos— para marcharse con Dave a saber Dios dónde.

Le costó bastante esfuerzo convencer a sus clientes de que algo realmente urgente le impediría verlos esa semana, pero que en general no afectaría los trabajos que estaba haciendo para ellos. Luego de eso le escribió a Owen y a sus padres un escueto mensaje en el que les comunicaba que estaría fuera de la ciudad durante toda la semana, en caso de que quisieran comunicarse con ella y no pudieran.

Hablar con Penny fue más difícil, pero necesario para evitar que su amiga pasara por lo mismo que ella unas semanas atrás y terminara pensando que la habían secuestrado los aliens. Aunque luego de eso tuvo que apagar el celular para poder ignorar el montón de llamadas y mensajes.

Volvió a poner la vista en la carretera. Sus últimas tres horas de camino habían consistido en lo mismo: Dave parecía concentrado, pero en algunos momentos le explicaba alguna cosa de los lugares por donde pasaban. Además, no se quejó cuando ella bajó los cristales para que la brisa, que cada vez se sentía menos fría, los golpeara en el rostro.

Como al parecer a Dave lo perseguía la mala suerte, había perdido cuando al inicio del viaje jugaron Piedra, papel o tijera para ver quien elegía la música, así que llevaba casi seis horas escuchando la música que Allyson elegía. En esos momentos New Radicals con su You get what we give resonaba por todo el auto.

—¡Muero de hambre! —exclamó, dejando caer la cabeza contra el respaldo del asiento—. A este paso llegaré inconsciente.

—Nos detuvimos a comer hace una hora —replicó Dave—, si logras aguantar una hora más cenaremos al llegar.

Allyson hizo una mueca de disgusto y se inclinó para buscar algo en el asiento de atrás.

—Me voy a comer mis papas —gritó, buscando entre la bolsa. Las encontró unos segundos más tarde—. Y no te daré ni una sola.

Dave sonrió, burlón, pero no dijo nada y continuó concentrado en el trayecto. Al menos Allyson ya sabía que solo les restaba una hora de camino.

Y luego toda una semana en la que verían quien intentaba matar al otro primero.

***

Al final de aquel día Allyson pudo confirmar que Dave no le había mentido. Estuvo segura incluso antes de llegar a su destino, mientras recorrían la costa y la brisa fresca de la noche que comenzaba a caer le golpeaba en el rostro. El lugar no era más que una pintoresca casita a la orilla del mar que casi de inmediato le provocó ganas de quedarse allí para siempre.

Sumida en la más profunda intimidad, había que recorrer al menos dos kilómetros desde la carretera principal para llegar al acogedor lugar y según lo que Allyson había notado, el sitio habitado más cercano era un pequeño hotel y estaba como a tres kilómetros de allí.

En conclusión: podría caer una bomba nuclear allí y pasaría largo rato antes de que alguien se enterara. Y aunque se escuchara loco, a Allyson le encantó.

El cielo comenzaba a tornarse oscuro cuando metieron sus equipajes a la casa y el cansancio de ocho horas de viaje en auto comenzó a hacerse notar en ellos, sin embargo, Dave insistió en que el clima era demasiado agradable como para desaprovechar su primera noche allí. La convenció de acompañarlo a preparar la cena, aunque lo único que Allyson deseaba era irse a la cama y luego se sentaron en el porche trasero. Desde ahí podían ver las olas romper a la distancia y la brisa marina les despeinaba.

La temperatura, tal como Dave dijo que sería, era bastante agradable. Aunque para ese momento se había refrescado considerablemente, aún les permitía estar al aire libre sin necesidad de abrigarse.

Y ahora ¿Qué piensas? (YAQH 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora