XXXVII

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Roy estaba esperándola en el portal de su edificio cuando Allyson aparcó a unos cuantos metros de distancia y agradeció sus cristales oscuros y que él ni siquiera estaba mirando en su dirección para respirar profundo e intentar restablecer su sonrisa de siempre. Era difícil porque una vez más había pasado toda la noche en vela y cada vez era más difícil cubrir sus ojeras con maquillaje.

Pero claro, el día anterior se había reunido con Penny y, lo que esperaba que fuera una velada agradable y divertida para celebrar su logro, se convirtió, como todos sus encuentros últimamente, en una tertulia sobre Dave.

Basado en lo que conocía de él, Allyson esperaba que tras su "lo que fuera" de dos noches atrás, Dave se fuera a su casa, tal vez que se encerrara uno o dos días a odiarla en silencio, no que se fuera a meter a un bar a beber como si no existiera mañana para ponerlos, a ambos, en el ojo de toda la familia.

Para cuando Allyson se reunió con su mejor amiga a la una del mediodía, ya la mitad de la gente que conocía estaba enterada de que "había roto con Dave" lo que era curioso porque si alguien había roto algo era él, pero prefería no pensar en ello.

Había necesitado de mucha firmeza para dejarle claro a Penny que no le interesaba tener detalles de lo que pasaba con Dave, si quería comenzar a sacarlo de su cabeza lo más pronto posible, lo más importante era sacarlo también de sus conversaciones. Poco le importaba si él había tenido la asombrosa idea de beber hasta no poder más.

Claro que al llegar a la casa había sentido unas ganas inmensas de llamarlo, de saber si estaba bien y pedirle que olvidara todo lo que le dijo esa noche. Por suerte no lo hizo.

Obligándose a concentrarse en su trabajo, que era lo realmente importante en ese momento, sacudió a Dave de su cabeza y se concentró en colocarse su máscara profesional.

Salió del auto y caminó hasta Roy, que sonrió al verla y se acercó para darle dos besos.

—Hola —dijo, ensanchando su sonrisa falsa—. Perdón por hacerte esperar.

A diferencia de las suyas, las sonrisas de Roy eran genuinas y enormes. Demasiado luminosas para el ánimo que cargaba ese día.

—No pasa nada —murmuró, echándose a un lado para dejarla pasar—, me alegra que hayas tenido un espacio para mí, sé que debes estar muy ocupada.

—Siempre tengo tiempo para la gente amigable que me agrada, solo dime que no serás invasivo en mi trabajo y estaremos bien —Solo intentaba bromear un poco para aligerar el ambiente antes de ponerse en modo profesional.

Él dejó escapar una carcajada.

—Cuando veas mi casa vas a entender por qué nunca podría ser invasivo en nada que tenga que ver con decoración.

Allyson no respondió a eso, por lo general, cuando un cliente le decía que tenía un salón o una casa horrible, estaba exagerando y siempre había cosas que rescatar del lugar. En el caso de Roy, era la primera vez que en verdad no había exageración.

En realidad era uno de los peores salones que había visto en su vida, lo que era curioso porque estaba casi vacío y aún así lograba provocarle vertigo. Comenzando por los tres tipos de cortinas que parecían haber sido seleccionadas totalmente al azar un siglo atrás, había un solo cuadro en una esquina que ni siquiera estaba bien alineado y el color de las paredes hacía parecer el lugar tres veces más oscuro de lo que realmente era.

—Ese sofá es de exterior, ¿lo sabías? —señaló, porque necesitaba decir algo antes de que el silencio fuera demasiado incómodo.

—Lo sé, solo necesitaba un sofá y mi mamá... Este es momento en el que te admito que ella... me regaló estos cojines cuando cambió su decoración, y así es con cada cosa.

—¿Estás diciendo que reciclas la decoración de tu madre? —preguntó y necesitó cruzarse de brazos para no apretarse el puente de la nariz— Creo que nunca había sentido ganas de prender una casa en fuego.

Agradeció que su comentario le pareciera gracioso.

—Al menos no estás convulsionando en el suelo.

Allyson se mordió la lengua mientras recorría el lugar, sobre todo cuando una planta marchita se atravesó en su camino.

—¿Eres consciente de que esto va a costarte una fortuna? Necesito desaparecer todo lo que tienes aquí, pintar las paredes y hacer un exorcismo.

—No estoy seguro de que mi presupuesto me permita pagar los honorarios de alguien que conduce un Porsche, pero estoy dispuesto a hipotecar mi riñón izquierdo para vivir la experiencia.

Esta vez fue el turno de Allyson de carcajearse. Era toda una sorpresa que aún pudiera reír.

—Aprecio ese nivel de compromiso —se burló, antes de devolver su atención a la habitación, su mente corría a toda velocidad mientras intentaba idear formas de adecentar aquel lugar—. En tres días puedo enviarte un boceto de lo que haré y el presupuesto.

»Tienes que firmar un papel en el que te comprometes a no poner ninguna cosa de tu mamá en esta casa jamás —bromeó—. Cuando des el visto bueno, comenzaré a trabajar. Sería bueno tener tus horarios para no importunar mientras estés en casa.

Roy abrió la boca para replicar, pero Allyson se adelantó antes de que pudiera decir lo que ella sabía que diría.

—Voy a trabajar aquí, haré ruido y posiblemente no esté sola. Créeme, no quieres estar aquí mientras discuto con contratistas. Vendré cuando te vayas y me iré antes de que vuelvas.

Esta vez, él solo asintió.

—Será un placer hacer negocios contigo.

Allyson se giró hacia él y extendió su mano, Roy solo se tardó unos segundos en estrecharla.

—Ya veremos. Te enviaré todos los pormenores a tu correo electrónico. 

 

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