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Allyson aceptó, con una sonrisa, la copa que su amiga le ofreció. Aquella era la sexta de la noche y ella tenía la impresión -de hecho, lo esperaba- de que no sería la última.

Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía tan relajada. No sabía si se trataba del alcohol, o de estar celebrando el fin de sus días como estudiante, pero hacía seis horas, justo desde que había tomado el último de sus exámenes, que cargaba con una sonrisa que no podía borrar de su rostro.

—¡Dios Ally! No puedo creer que vayas a graduarte solo en dos meses —exclamó Penny, dejándose caer junto a ella en el sofá de su departamento—. Hemos envejecido, amiga.

—Madurado —le corrigió—. Hemos madurado, es distinto.

—Eso también. Míranos, como mujeres adultas; yo viviendo con Jason y tu a punto de echar a andar tu propio negocio.

Allyson le lanzó a su amiga una mirada incrédula, intentaba contener una carcajada, pero no lo logró. Tal vez Penny no pudiera recordarlo, pero le había dicho lo mismo treinta minutos atrás, justo antes de enfrascarse en un monólogo sobre lo orgullosa que estaba.

—Esto es algo que no te he dicho antes, Ally, pero estoy orgullosa de ti —sonrió—. Mírate, mi pequeña pupila, a punto de graduarte. ¡Con honores!

—¿Desde cuándo soy tu pupila? —cuestionó, ignorando todo lo demás que había dicho.

—Ese no es el tema —replicó Penny, con un gesto que dejaba ver mucho de lo que las mimosas habían causado en ella— Cuéntame de tu segunda cita con Dave.

La sonrisa de Allyson se borró de golpe. Sabía que Dave era un común denominador entre Penny y ella, ¿pero como carajo terminaban hablando de él siempre que estaban juntas? Además, ella no le había contado a su amiga sobre la cita. De hecho, ni siquiera tuvieron mucho tiempo para hablar durante esa semana —salvo algunos mensajes de whatsapp— dado que estuvo ocupada con sus exámenes, la última revisión de su trabajo de grado y la estúpida cena benéfica.

Solo habían pasado dos noches desde la cena, pero a ella seguía atormentándole como el mismísimo momento en el que Dave la dejó sola en el balcón. En las últimas cuarenta y ocho horas, había tomado la decisión de no pensar en él, por el bien de su salud mental.

Dave no volvió a hablarle, ni siquiera la miró y si eso ya era incómodo antes, se ponía peor cuando estaban sentados frente al otro en la misma mesa y Erin les lanzaba miradas pícaras cada dos por tres.

Ahora ella estaba cuestionando si debía contactar con él para su próxima cita o dejarlo estar. Ya lo había arruinado bastante y tenía miedo de la reacción de Dave, pero si algo le quedaba claro para futuras referencias, era nunca mencionar en una cita a la ex muerta del chico que te gusta.

Sacó esos pensamientos estúpidos de su cabeza y volvió a mirar a Penny. Ésta aguardaba paciente por su respuesta.

Abrió la boca para contestar, pero rápidamente volvió a cerrarla. ¿Qué podía decirle? Llegada a ese punto no tenía idea de cómo le había ido con Dave. En su cita sintió que algo era diferente, Pero luego él volvió a ser el mismo y al final ella no estaba segura de si habían avanzado o si solo fue una alucinación producida por el dolor de la bola de pintura que impactó contra su costilla.

La cena fue cosa aparte. Transcurrió tan rápido que ella ni siquiera logró entenderlo y cuando quiso venir a notar lo que sucedía y hacerse preguntas, todo había pasado y Dave estaba frente a ella en la mesa ignorando sus miradas.

¿Eso cómo se explicaba?

—Las cosas con Dave son... complicadas.

No sabía qué más decir al respecto. Y sí, "Complicado" era la respuesta más cliché de la historia, pero era demasiado adecuada para la situación.

Y ahora ¿Qué piensas? (YAQH 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora