XXXII

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—¿Piensas comerte ese rollo de canela?

Penny la miró brevemente antes de negar y volver a fijar la vista en su taza de café. Comenzó a mover la bebida con la cucharilla y pareció perderse en sus pensamientos. Allyson quiso preguntar, pero durante los últimos días su amiga parecía haber mejorado en la técnica de ocultarle cosas, así que de antemano sabía que no le daría ninguna información. Además tampoco estaba de ánimo para indagar en las vidas ajenas.

Tomó el rollo y se lo llevó a la boca, devorándolo en pocas mordidas. Habían quedado para comer, pero al parecer la reunión era más por costumbre que cualquier otra cosa, porque ninguna de las dos estaba muy interesada en hablar.

Allyson miró la taza de su amiga, intacta, y el rollo de canela al que solo le dio una mordida antes de olvidarse de su existencia. No pensaba meterse en la alarmante falta de apetito de Penny, porque su amiga tampoco se había metido en el hecho de que Allyson le echara mucha más azúcar de lo normal a su café o de que se comiera sus rollos de canela.

Cada quien lidiaba como podía con sus preocupaciones. Allyson comía sin control, Penny pensaba, y nada más. Podía pasar toda una semana en las nubes y no volver hasta no obtener la solución, por eso sabía que algo iba mal con su mejor amiga, aunque ella no quisiera decirle qué.

—Pareces un fantasma —comentó después de varios segundos observándola fijamente, sin que Penny siquiera fuera consciente de ello.

—Sí... bueno, he tenido mucho trabajo últimamente, ya sabes, por lo de mis vacaciones y eso... —para Allyson no pasó desapercibido el movimiento de sus ojos y el ligero fruncimiento de sus labios—. Tu, por otro lado, te ves fantástica. Demasiado bien, de hecho.

Allyson se encogió de hombros.

—Se le llama maquillaje, creo que deberías traerlo de nuevo a tu vida, porque en serio te hace falta.

Omitió el detalle de qué, con el insomnio que había desarrollado en las últimas dos semanas, el maquillaje se había vuelto su mejor amigo y dado que no tenía mucho que hacer además de trabajar y fingir que no se sentía miserable, le quedaba mucho tiempo para arreglarse.

—Siempre tan amable —musitó su amiga, sin darle mucha importancia.

Volvieron a quedarse en silencio.

—¿Has visto a Dave últimamente? —cuestionó Penny, sacándola de la relativa paz que había logrado en los últimos días— No me has contado de las vacaciones y él nunca está disponible. ¿Qué tal estuvo la playa?

—No lo he visto —replicó, llevando su café a los labios— ¿Por qué siempre debemos terminar hablando de Dave, como si fuera el centro de nuestro mundo?

Penny alzó una ceja y frunció los labios.

—Bueno... él es mi hermano y tú mi mejor amiga. Solo... Me intereso por ustedes.

Allyson no pudo evitar el ruido de desagrado que se escapó de su garganta, ganándose la mirada suspicaz de Penny.

—¿Qué hizo? —cuestionó, en un tono de voz tan bajo que a Allyson le costó escucharla.

—No hizo nada —mintió. No le apetecía hablar de ese tema—. Solo no lo he visto.

Su amiga sonrió de lado, sin ganas. Una sonrisa cínica que Allyson nunca había visto, pero odió de inmediato.

—Ni siquiera ahora logras mentir, Allyson George. Tal vez no te haya estado prestando mucha atención hasta ahora, pero te conozco demasiado como para saber cuando algo no está bien contigo. Dime que hizo —insistió, cruzando los brazos sobre la mesa.

Y ahora ¿Qué piensas? (YAQH 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora