XXVIII

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—Ni se te ocurra mirarme así, ya me dijeron que un anciano te ganó en un maratón.

Allyson le lanzó su habitual mirada de fastidio a Jessica; se llevó las manos a la cintura mientras la veía jadear, agotada e intentó no reír. Siempre era lo mismo, parecía que la chica nunca se adaptaría al ejercicio físico.

— Al parecer a ese anciano le vendieron el espíritu de veinteañera que te robaron a ti — contraatacó, de mal humor—. No seas floja, mujer.

— No sé qué pasa contigo, pero yo no he hecho nada así que deberías intentar ser más agradable —se quejó la chica irguiéndose y volviendo a trotar sin esperarla. Allyson la siguió sin que alcanzarla supusiera un verdadero esfuerzo.

— Lo siento, no es de mis mejores días.

— Es evidente —masculló Jessica, mirándola de reojo— ¿Problemas en el paraíso sexual con Carl Fredricksen?

—¿Qué...? —tardó unos pocos segundos antes de comprender la broma— Muy graciosa, como si tu estuvieras casada con Mister Simpatía.

— Al menos yo no ando con esa cara, ladrándole a todos.

— Mi humor no tiene nada que ver con Dave —murmuró, con la vista fija en el frente.

Unos días atrás había pensado que el hecho de que la marcha de sus padres le afectara tanto la hacía patética, pero después descubrió que lo que realmente la hacía patética era el no lograr superarlo. Hacía tres días que se habían marchado, ella ni siquiera sabía a dónde, puesto que se largó temprano ese día para no tener que verlos y se había negado a siquiera leer cualquiera de sus mensajes, sin embargo seguía molesta.

Una pequeña e inmadura Allyson en su interior había esperado que su evidente molestia los hiciera cambiar de opinión y que la priorizaran por primera vez en años; que eso no hubiera sucedido le dolió e hirió su ego.

—Sea lo que sea, puedes contarme — habló Jessica—. De todos modos, ya me acostumbré a tus dramas.

Allyson la observó un segundo antes de volver su atención al sendero. Ella y Jessica pasaban algún tiempo juntas desde unos meses atrás; a veces corrían, iban al yoga o hacían ejercicio, pero no estaba segura de poder considerarla una amiga. Algunas veces hablaban sobre cosas que la molestaban o la preocupaban, sin embargo ese tema le parecía algo más delicado que cualquier cosa que pudiera haber tocado antes con la chica, se trataba de una cuestión familiar y no lo había tratado ni siquiera con Penny. Su amiga seguía preocupándola, aunque hubiera desistido de hacer preguntas y hasta que supiera qué estaba pasando con ella, prefería no cargarla con sus propios problemas. Jessica, por el contrario, parecía estar pasando por el mejor momento de su vida.

— Mañana es mi graduación.

— Vaya, ¡Felicidades! —le sonrió sinceramente— ¿Eso por qué te tiene de mal humor?

— Porque mis padres no estarán para verlo —hizo una mueca de disgusto—. Me graduaré con honores, ¿sabes? Y ellos eligieron a un montón de niños hambrientos antes que a mí. Sé que suena egoísta, pero ¿Nadie podía hacerlo por ellos al menos ésta vez?

— No creo que sea egoísta, te entiendo.

— Gracias.

— Bree y yo iremos a tu graduación, si quieres. Incluso gritaremos porras desde el público, gritar se nos da bien.

Allyson sonrió sinceramente por primera vez en tres días.

— De nuevo gracias.

— De nada, será un placer acompañarte. No todos los días conoces a alguien que se gradúe con honores —bromeó— le diré a todos entre el público que te conozco.

Y ahora ¿Qué piensas? (YAQH 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora