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Miedo a la oscuridad.

Es un miedo común a pesar de representar un tema de burla para muchos.

Muchos ocultaban su miedo a la oscuridad bajo una coraza de indiferencia ante la situación, pero esa no era la una técnica útil para la castaña en aquellos momentos.

La energía eléctrica se había ido en todo el lugar y al no tener sus celulares o dispositivos eléctricos cerca se vieron en la obligación de crear una fogata para reunirse alrededor de ella hasta que arreglaran el problema de la electricidad.

Ella y sus compañeros de clases se encontraban en un viaje escolar ya que era su ultimo día antes de iniciar la universidad, querían divertiste acampando todo un fin de semana, lejos de la tecnología, lejos de los dramas sociales, lejos de todo lo que represento ese último año para todo ellos; un año de locuras, diversión, tristezas, dolor, pero sobre todo aprendizajes y entendimientos.

Aunque para ella había algo, o más bien, alguien a quien nunca logro a entender y esa era María José Garzón, la chica que había entrado al instituto ese último año logrando llamar la atención de todo el curso gracias al aire de misterio que desprendía.

Lo tenía todo para pertenecer al grupo popular del instituto, era encantadora, carismática, talentosa en muchas áreas, poseía una sonrisa y una mirada que podida dejarte embobada en solamente una fracción de segundo y un físico que podía seducir a cualquiera, o por lo menos eso pensaba Daniela cada vez que la miraba sentarse en el fondo de la cafetería rechazando cualquier invitación que llegara.

María José era un misterio para todos los del curso; un enigma que Daniela Calle quería resolver.

—Dijeron que ya está por regresar la electricidad, solo tenemos que esperar unos minutos más. —anuncio Mario tomando asiento al lado de la castaña.

—Mientras tanto, ¿les parece cantar algunas canciones para pasar el rato? —propuso Johann quien poseía su guitarra acústica en la mano.

—¿Puedo empezar? —cuestionó María José llamando la atención de Johann quien con una sonrisa encantadora le cedió la guitarra.

—La chica misteriosa quieren empezar. Sorpréndenos.

Con un suspiro de fastidio bien disimulado comenzó a dar los primeros acordes, tomando el aire suficiente para comenzar a cantar.

Siento que tal vez
Ya sufrí lo suficiente
Tengo que lograr
Que no se vuelva evidente
Porque cada vez
Que yo te encuentro de frente
Las fuerzas se me van
Todo el tiempo se detienen

De reojo miró a la castaña, quien sin disimulo la observaba atentamente. Sonriendo con suficiencia regreso la mirada a las cuerdas, había logrado captar la atención de la persona que quería.

Es tu culpa que esté sufriendo
Tú me obligaste a esto
No quisiste darle otro intento
Estaba arrepentido
Te he extrañado y tú sabes cuánto
Te perdoné mil veces
No entiendo a qué estamos jugando

Naturalidad. Misterio. Encanto.

Eso era lo que desprendía María José aquella noche.

Duele tanto verte
Duele no tenerte
Duele y se me cae el mundo cuando te veo
Cómo superarte
No logro olvidarte
Duele y se me cae el mundo cuando te veo
Oh yeah

Mirando fugazmente a la castaña le guiño un ojo, acción que no paso desapercibida para la castaña, la cual frunció el ceño confundida. Los demás parecía totalmente embelesados por su voz y su fluidez al tocar la guitarra que no notaban el juego de miradas que tenían ambas chicas en aquel momento.

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