Londres nunca había llamado su atención.
Hasta que la vio a ella.
Daniela Calle, una joven colombiana, veinteañera de cabello castaño; ojos color avellana que te invitaban a perderte en ellos. Una sonrisa risueña y un cuerpo que te invitaba a pecar.
Desde que aquella diseñadora se había cruzado en su camino su mundo había cambiado y empezaba a ver en Londres algo mágico. Tal vez era el creciente enamoramiento lo que le hacía apreciar más el clima nublado de Londres, no estaban totalmente segura, o más bien no quería aceptarlo.
—No puedo creer que consiguieras trabajo en esa cafetería solamente porque ella la frecuenta. —argumentó Paula mirando como María José abrochaba los botones de su camisa manga larga blanca.
—Busque el trabajo porque necesito el dinero. —se excusó la chica de ojos verdes.
—Tienes dinero suficiente para jubilar a tus nietos sin que siquiera trabajen —rodó los ojos con cierto fastidio por su obvio intento de mentir —, no creo que necesites el dinero.
—Bien, busque el trabajo para verla cada que va —admitió ajustando su cinturón —. La atracción y el enamoramiento solamente duran tres meses, cuando pase renunciare y todo será como antes.
—Claro, lo que tú digas Garzón.
(...)
Una vez entró al lugar fue recibida por Sebastián, su compañero de la universidad y actual compañero de trabajo, ciertamente agradecía el saber que no estaba sola en aquel lugar y no se vería en la obligación de socializar con alguien más.
—Buenos días ricachona. —anuncio en tono burlón el moreno.
—Es que no se te puede contar nada —gruño la chica con cierta molestia, aunque realmente era fingida —. No te vuelvo a invitar a mi casa.
—Oye, oye —se quejaba el chico mientras la seguía de cerca hasta el lugar donde estaban los delantales —, no me niegues el acceso a tu piscina con calefactor.
—No claro que no —argumentó con tranquilidad amarrando el delantal a su cadera —, también te niego el acceso al bar del sótano. —Sebas abrió los ojos de par en par.
—¿Vas a privarme de tus maravillosos cocteles?
—Si no te callas sí.
—Seré una tumba.
Sebastián era otro colombiano en Londres, un joven becado en la mejor universidad y a pesar de que la beca cubría la mayoría de los gastos, y algún que otro lujo a él le gustaba trabajar y poder darse muchos más gustos de los que admitía. Él, según él mismo, era un rico atrapado en un cuerpo de pobre.
—Mejor ponte a trabajar.
Con una sonrisa divertida María José salió a tomar las ordenes de los clientes que comenzaban a llegar. Tenía la oportunidad de ser mesera, barista o recepcionista y había elegido el ser mesera ya que era la excusa perfecta para acercarse a la castaña.
—Bueno días, bienvenida a café-play, ¿desea ordenar algo? —preguntó con una sonrisa amable hacia la castaña quien en ese momento dibujaba bocetos en su cuaderno.
—Buenos días —le regresó la sonrisa —, lo de siempre, si es que lo recuerdas.
—¿Cómo olvidar el pedido de mi clienta favorita? —guiñándole un ojo se acerca la barra donde estaba Sebas preparando los cafés —Café descafeinado con vainilla y leche descremada; tostadas francesas y un trozo de pastel de zanahoria.
—Te trae bien enamorada la castaña esa.
—Claro que no. —se defendió la chica sin dejar de mirar a lo lejos a la chica.
—Claro que sí.
—Justifica tu argumento.
—Solo llevas un mes trabajando acá, atiendes más de cincuenta clientes al día, pero recuerdas exactamente lo que ella pide cada que viene. —finalizó con una sonrisa triunfante al ver el ceño fruncido de su amiga.
—Eso no quiere decir nada.
—Claro, Garzón, claro.
(...)
Horas más tarde tras cerrar la cafetería María José se dirigió a su auto para ir directo a su casa, estaba agotada. Con "perdóname" sonando de fondo manejo en dirección a su casa, moviendo levemente su cabeza al ritmo de la música.
—Quiero volverte a tener, aunque sea una noche sola, una noche más. —cantaba en tono bajo sonriendo al ver lo iluminada que estaba la ciudad.
Apenas habían pasado unos segundos sus ojos divisaron a Daniela a lo lejos, caminando sin rumbo aparente, parecía perdida en su mente. Bajando la velocidad del auto comenzó a seguirle el paso hasta ser notada por ella, quien miro el auto entre confundida y asustada para luego acelerar el paso lejos del vehículo.
—¡Daniela! —exclamó la chica al bajar la ventanilla del auto. Daniela giró inmediatamente reconociendo aquella voz.
—¿Poché?
—La única e inigualable.
—¿Qué haces por acá? —cuestiono acercándose al auto y apoyando sus brazos sobre la ventana abierta del lado del copiloto observo a la mayor con una sonrisa.
—Iba de camino a mi casa y te vi —contestó —, iba a preguntarte si te gustaría que te llevara.
—No tienes porque, no es necesario. —se excusó tímidamente.
—Seré por esta noche tu taxi de confianza.
Con una sonrisa divertida se subió en el auto dejándose envolver por el carisma de la chica de ojos verdes. En aquel momento para Daniela aquel gesto solo lo veía como la buena acción de una conocida, pero para María José era el primer paso para acercarse más a ella.
...
Enigma.
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Historia.
FanfictionUna apartado de micro relatos creados por mis ocurrencias o creados bajo pedidos de ustedes y sus preferencias. Portada: Enigma1518 Historias originales de Enigma1518 Prohibida copias o adaptaciones sin consentimiento de la autora.