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—Voy tarde, voy tarde, voy tarde. —pensaba Daniela mientras corría hacia el coche.

Había perdido la noción del tiempo mientras desayunaba y miraba sus notificaciones en Instagra, tenía una sesión de fotos en veinte minutos y estaba a treinta minutos del lugar acordado. Juancho iba a matarla.

Regañandose mentalmente por no estar atenta a la hora encendió el auto y arrancó en dirección al muelle donde se llevaría acabo la sesión de fotos.

El sonido de su celular llamó su atención. Era una llamada de Juancho, muy posiblemente para regañarla. Contestando la llamada y colocando el altavoz dejo el móvil en el asiento del copiloto.

—¿Dónde estás Daniela? —preguntó seriamente, eso no era bueno.

—Voy llegando, hay mucho tráfico. —mintió esperando que Juancho se lo creyera y no se enojara aún más.

—No me mientas Daniela —le reprochó —, ¿Se te olvida que te presté mi coche mientras el tuyo está en el taller? Tiene localizador y se exactamente dónde estabas y por dónde vienes.

—Mierda. —murmuró entre dientes escuchando una risa femenina al otro lado de la línea, lo cual se le hizo sumamente raro, pero supuso que se trataba de alguna de las maquillista.

—Te estamos esperando, así que apresúrate.

Sin más cortó la llamada. Le faltaba poco para llegar, pero sabía que Juancho estaba algo molestó con ella, no le gustaba la impuntualidad.

Una vez en el muelle estacionó el auto suspirando pesadamente antes de abrír la puerta para bajarse. Caminó hasta que se encontró la gran estructura de madera donde se encontraban los botes y pequeños barcos flotando sobre el agua atados a los postes esperando a sus tripulantes.

Sus ojos cayeron en Juancho a la orilla de aquella estructura, el cual estaba acompañado de una chica de cabello negro con las puntas de color amarillo, ambos señalaban distintas partes del lugar mientras hablaban animadamente.

—Hola, perdón por la demora. —habló tímidamente llamando la atención de ambos. El olor fresco del lugar la relajaba, pero eso no quitaba el hecho de que temía por el posible regaño.

—Hasta que llegas. —Juancho se cruzó de brazos mirándola con los ojos entrecerradosz en realidad no estaba molesto, para él Calle era como su hermana pequeña, pero no podía permitir que por eso ella se sintiera en libertad de hacer lo que quisiera en el trabajo. Tenía que ser profesional.

—Perdón —bajó la mirada —, me distraje y no me fijé en la hora.

—Está bien Calle, no te preocupes —suspiró —, tengo que presentarte a alguien.

Levantando la mirada se encontró con la chica con la que hablaba Juancho quien le sonreía amablemente sujetando una camara en sus manos la cual no había notado al acercarse.

—Ella es María José Garzón, será tu nueva fotógrafa por estos seis meses. Poché, ella es Daniela Calle, tú nueva modelo.

—Un placer señorita Calle. —saludó cordialmente extendiendo unas de sus manos hacia la castaña.

—El placer es mío —regresando el saludo le sonrió antes de estrechar su mano, sintiendo un extraño nerviosismo recorrerla por completo, aunque suponía que era por no saber la forma de trabajar de la chica, acoplarse a los nuevos fotógrafos suele ser agotador —, ¿Qué le pasó a Mario? — cuestionó mirando a su representante soltando suavemente la mano de la chica.

—Lo llamaron de la agencia para cubrir un evento en Madrid —contestó —, era una gran oportunidad, no podía rechazarla, por eso te traje a mi mano derecha, ella hubiera sido tu fotógrafa principal, pero estaba ocupada siento la directora de un documental en la Maldivas.

—Claro, sigue soltando información confidencial. —lo regañó la chica golpeando levemente su brazo provocando una pequeña risa por parte de los tres.

—Bien, no perdamos tiempo, hay que aprovechar el sol.

(...)

—Voy por algo de tomar chicas —anuncio Juancho a lo que las otra dos asintieron —, no me demoro, Poché, te la encargo.

—Ser modelo es agotador.

—Ni que lo digas, por eso preferí la fotografía. —le sonrió comprensiva la más baja.

—Haces un muy buen trabajo —admitó la castaña —, lamento darte problemas. —apartó la mirada de la chica mirando ahora el inmenso mar que había detrás de ella.

—No me has dado problemas, eres la modelo más agradable con la que he trabajado. —confesó.

—¿Te han tocado presumidas?

—Como no tienes una idea.

—¿Cuánto llegas tomando fotos? —cuestionó curiosa, la nueva chica se le hacía interesante.

—Desde casi siempre, me gusta el arte en general —suspiró —. Vamos a terminar antes de que Juancho llegué, no nos vaya a regañar por andar chismoseando.

Calle asintió mientras ambas reían, Juancho a veces podía llegar a ser un poco amargado.

—Mueve un poco la cabeza hacia tú derecha, apuntando a las tres.

Calle frunció el seño sin comprender del todo, pero intento hacer caso logrando que la contraria riera. Sin cambiar su posición sintió como la chica se posisionaba frente a ella agachándose a su altura ya que se encontraba sentada.

—Para lograr ciertas poses o ciertos ángulos para mostras el perfil trabajo con las horas de un reloj —explicó —, doce, tres, seis, nueve, son las que más uso —con suavidad tomo el mentón de la chica entre sus dedos moviendo delicadamente la cabeza de la castaña —. Perfecta.

Una vez se aseguró de que posara correctamente se levantó y camino hacia atrás apuntandola con la carama, sin notar el alboroto que había causado dentro de la castaña, la cual sentía un calor inmenso en las mejillas.

—No sé si es el entorno o lo que desprendes —habló la más baja sin dejar de tomarle fotos desde diferentes ángulos —, pero realmente eres preciosa, realmente perfecta.

No sabía porque la chica soltaba ese tipo de comentarios, había recibido múltiples alagos sobre su belleza anteriormente, pero éstos los sentía diferente, aunque tal vez solo estaba alucinando.

(...)

Enigma.

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