Capítulo 30.5

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Jaekyung no podía dormir. La dolorosa erección en sus pantalones no lograba bajar y todo era culpa de Dan. Dormía despreocupadamente sobre su pecho, la suavidad de su cabello castaño acariciaba la mandíbula de Jaekyung y los ronquidos ligeros que salían de su boca entreabierta le hacían sonreír bobamente. Lo molestaría por eso en cuanto despertara.

Aunque considerara que era la mejor vista que había tenido en su vida, demasiado desconcertado sobre los intensos sentimientos que empezaba a tener por Dan, tenía un pene que explotaría en cualquier momento. El olor de su jabón en la piel de Dan y su shampoo en el cabello, o la forma que su camiseta se extendía por su espalda y se arremolinaba por su cintura, ahí donde Jaekyung seguía acariciando, era demasiado.

La imagen de Dan retorciéndose bajo su mano con cada sacudida que Jaekyung daba a su pene erecto, la forma que sus labios rosados se abrían para dejar salir los gemidos más excitantes que había escuchado en su vida, y la cosa era que Jaekyung tenía algo por ellos, eran gemidos reales y no fingidos, vulnerables y con una pizca de vergüenza que hacían querer escucharlo siempre. Era sensual, inocente, lindo y malditamente sexy y no hacía nada por mejorar su erección.

Cerró los ojos fuertemente y con una respiración honda empezó a contar ovejas con extraño pelaje café y sonrisas adorables. Estaba cerca de conciliar el sueño cuando Dan se removió sobre él, la pierna levantándose en un temblor soñoliento y rozando fuertemente su pene. No pudo evitar el gemido que salió de su boca. Había sido ruidoso y se quedó quieto esperando no haber despertado a Dan. No lo hizo, seguía dormido profundamente como una roca, sin saber la guerra que había debajo de él.

Jaekyung no podía más, pensó que tal vez si pensara en la cara triste y decepcionada de Dan, su erección bajaría, pero empezaba a descubrir que de cualquier forma, Dan le parecería irremediablemente atractivo. ¿Qué le había pasado? ¿Cuándo se había convertido en esa masa de sentimientos incomprensibles? Estaría avergonzado y asustado, si no estuviera tan malditamente caliente.

Se removió y salió de la cama lentamente, cuidando de no despertarlo. Caminó descalzo a la cocina, incomodo por el doloroso bulto entre sus piernas, se sirvió un vaso de agua y lo bebió completo sin detenerse a respirar. No funcionó.

Fue a la sala y se detuvo frente a los ventanales, corrió uno y sintió el frio viento de Seúl en invierno. Estuvo unos minutos ahí, empezando a titiritar y apretar las manos. No funcionó. Seguía con una gorda erección, no había tenido una parecida desde que estaba en preparatoria y era un adolescente cachondo que fantaseaba con los chicos del equipo de rugby.

Suspiró, resignado y con el corazón en la boca, caminó de regreso a la habitación, checó que Dan permaneciera durmiendo plácidamente sobre la cama y se encerró en el baño. Miró su reflejo y antes de poder convencerse de no hacerlo, se sentó sobre la taza de baño y metió la mano a sus pantalones, tragando cuando la sensación de la fría piel de sus dedos acarició la sensible y cálida piel de su pene. Apretó y movió la mano de arriba a abajo en un vaivén descontrolado y rápido. Calló sus gemidos tras los labios, tiró la cabeza hacia atrás y pensó en Dan ahí frente a él.

Dan estaba entre sus piernas, acercó su lengua húmeda a la punta del pene de Jaekyung y lamió, sonriendo ante el gemido gutural que Jaekyung dejó escapar. Lo miraba inocentemente y tocaba con dedos curiosos la vena que sobresalía del tronco, del lado izquierdo, ligeramente más oscura que la piel de su prepucio.

El líquido preseminal hacía más fácil el poder mover la mano, el ruido de chapoteo hacían las fantasías de su mente más reales. La lengua de Dan, sus manos y sus ojos.

La imagen de la cara tierna de Dan viéndole desde abajo, hincado frente a Jaekyung tan cerca de su pene, ojos abiertos como un venado y la lengua extendida, hizo que gimiera, escuchando el ruido rebotar por las paredes del baño. Se corrió duramente sobre las baldosas con la cara de Dan manchada de semen grabado detrás de sus párpados. Cuando se bajó de la nube que el orgasmo le había dejado, demasiado feliz y relajado de la forma que no lo había estado desde hace tiempo, se sintió avergonzado.

Se había masturbado pensando en Dan, no es que nadie pudiera culparlo, llevaba esperando poder hundirse en Dan desde que lo vio con ojos temerosos en la oficina del entrenador Nam Wook. Cuando salió del baño, relajado y con sueño, se detuvo al ver los ojos café de Dan observando confusos.

—¿Jae?

Jinxed JawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora