Capítulo 1

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—¿Dan?

¿Era verdad? ¿Qué había pasado con el señor Jaekyung no queriendo ver su cara bonita? ¿Bonita? ¿Había dicho bonita?, recordó de pronto con más veracidad todo lo que el pelinegro dijo y sintió sus mejillas arder, era aún más vergonzoso, seguramente no logró captar el tono sarcástico de su voz, nunca había sido muy bueno para eso.

—¿Dan?

—Sí, sí puedo asistir mañana —se apresuró a contestar, jugando con el dobladillo de su camiseta blanca.

—¡Muchas gracias, Dan! De verdad, no sabía qué hacer si te negabas —mencionó emocionado, antes de continuar con un tono de voz calmado y ligeramente apenado, si te fijabas muy de cerca —. Entiendo que Jaekyung haya sido grosero y me disculpo por no controlarlo mejor. Ya hablé con él, me encargaré de que se disculpe personalmente, pero de verdad necesita que alguien trate su hombro, no puede seguir así.

—Señor Nam Wook, lo comprendo, me aseguraré de tratarle para que vuelva a rendir.

—Por favor, Dan, llámame sólo Nam Wook, contrario a lo que todos piensan no soy tan viejo.

—¡No, para nada! –dijo nervioso, casi gritando. Genial, no tiene ni diez minutos de obtener el trabajo y ya había llamado a su jefe viejo —. ¡No me refería a eso!

El entrenador carcajeó y voces indistinguibles en el fondo se unieron a la melodía, parecía que seguía en el gimnasio. Es muy trabajador, pensó. —No te apures, los chicos me han llamado peor, te acostumbras. No son malos muchachos, sé que te tratarán muy bien —un estridente "entrenador" se escuchó claro a través de la línea, el aludido respiró cansado—. Entonces, Dan, te espero mañana, hablaremos con más calma.

—Sí, muy bien, hasta mañana

—Ten buena noche, descansa —y colgó dejando a un Dan empleado en medio de su oscura sala y con ojos hinchados de llorar antes de dormir. Con un grito brincó sobre el sofá emocionado, asustando a bim que maulló entre la oscuridad.

Saltó y saltó de la felicidad, carcajeando, hasta que sintió como el mueble se resbalaba levemente y se tambaleó, recuperando el equilibrio. Rió, pena y emoción mezcladas en el pecho, cubriendo su cara con manos temblorosas.

Se tumbó sobre sus piernas y trató de respirar, una sonrisa plasmada en la cara. Bim brincó hacia el sofá y se enrolló sobre sus muslos, tallando la cabeza pidiendo cariño. Le revolvió las blancas orejitas, vislumbrando su silueta en la oscuridad. Revisó su teléfono y la hora parpadeó en respuesta, leyéndose 8:33 p.m.. Había dormido bastante e iba a tener problemas para dormirse y quería mañana estar descansado y presentable. No dejó que eso arruinara su buen humor y se removió contento.

—Bim, podemos seguir en casa —le respondió un maullido sordo y el cariño y ternura lo invadió, abrazando fuertemente a la bola de pelos, lo besó hasta que bim siseó. Nunca le había arañado, pero eso no quería decir que no lo haría ahorita. Con un beso de despedida lo soltó sobre el suelo y se incorporó camino al baño. Necesitaba tomar una ducha.

El agua fría corriendo por su febril piel, Dan se sintió extasiado. La felicidad todavía no salía de su cuerpo y la sensación de limpieza que brindaba la espuma del jabón lo hacían sentir en una nube. Ahí, bajo la regadera, dejó que sus pensamientos vagaran.

Cuando salió del gimnasio había pensado que eso era todo, se había resignado a ampliar su búsqueda de empleos y aceptar cualquiera, aunque no estuviera relacionado a su especialidad. Ahorita todo parecía haber sucedido hace días y no horas. La llamada le devolvió la esperanza, no tenía que renunciar al hogar donde creció y podía seguir haciendo lo que le gustaba, sin embargo, el amargo recuerdo de su encuentro con el peleador seguía presente en su mente.

Jinxed JawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora