Capítulo 44

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Iban a matarme con placer y deseo. Tampoco me quejaría.

Me quedé en shock por sus palabras, pero no pude pararme demasiado a asimilarlo porque aún sentía mi orgasmo desvanecerse, quemando mis pensamientos y dejando una soporífera sensación de placer a su paso.

Mi miedo irónico avivó mi excitación y cuando el orgasmo desapareció del todo a volvia a estar lista para el siguiente.

–Cariño ven–su voz era ahumada y ardiente, pero no obedecí. Me senté, quitando todas sus manos de mi cuerpo y lo desafié con la mirada mientras cruzaba los brazos.

–Emily–amenazó Henry. Su ser en el sexo con su personalidad hacian un contraste precioso.

–Os odio–dije entredientes por el maldito deseo que aumentó de manera exagerada en mi interior, cada milímetro de mi cuerpo los exigia y mis fuerzas para negarlo estaban por acabarse.

Estaba debatiéndome entre el querer y el deber, ¿estaría bien, estaría mal? ¿Qué estaba haciendo?

¿Acaso importaba?

Porque debería estar mal, el único problema era la confianza inexistente que tenía y ahora... Creo que puedo acerlo, creo poder confiar en ellos, al menos un poco.

¿Qué te pasa Emily? –preguntó mi subconsciente.

No lo sé, a la mierda. De vida solo había uno, ¿no? Entonces la disfrutaré, pero a mi manera.

Sonreí, o quizás lo hizo la Emily perversa y traviesa, pero lo hice. Ahora era yo la que le apetecía jugar.

–¿O que?– intenté parecer inocente.

–No nos provoques, Emily– sabía que le gustaba esta clase de juegos.

–¿O que?– repetí. Hades me quemaba con la mirada, se formaron remolinos de fuego y deseo en su mirada. Quise castigarlo.

Acaricié mis muslos con la palma de la mano y la subí lentamente hasta llegar a mis pechos. Tenté mi piel ardiente, torturandolos, las palpitaciones se intensificaron y mi corazón aceleró por el miedo que se me creó por la sonrisa ladeada y el hoyuelo discreto que ví en el rostro de Hades.

Una oleada de inquietud me traspasó y la acepté con mucho gusto. El olor a sexo era notable al respirar el aire y prohibi a mi cuerpo temblar por las sensaciones.

Sus miradas se clavaban como cuchillos, eran dolorosamente excitantes.

–Emily–Henry señaló su regazo con unas palmadas suaves, y aunque su voz era suave y cariñosa su expresión prometía algo demasiado inadecuado.

–Oblígame–apreté los labios, sin acatar sus normas.

Agarraron mi cuello, desde atrás y obligaron a levantarme, se me secó la boca y me encontré con Jacob.

–Mueve tu trasero y siéntate a horcajadas en mi hermano, ahora– ordenó– Deja de negarte, estás literalmente chorreando–habló furioso y su tacto era agresivo aunque en ambas sentí como se acolchaban en mi.

Sabía lo que haría, así que me llevó él mismo hasta Henry. Me sentó y me acomodé, su erección se clavó en mi entrepierna e inconscientemente me moví para buscar fricción.

–Follaré ese coño tan lindo hasta que tus jugos toquen el suelo–susurró la amenaza y me pareció entrar en los sueños. Me contraje, mi cuerpo reaccionó a él y entonces unió nuestros labios.

Llevó el control del beso, me probó como quiso y mordió mis labios. Sus manos danzaron por todo mi cuerpo y dejaron un camino de desconsuelo por su paso.

Las Sombras [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora