Capítulo 50

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Estaba destrozada, en el buen sentido de la palabra, pero lo estaba. Luego de un rato, Alec y Logan volvieron y... Bueno, ya imaginan.

Después de todos los orgasmos que me hicieron tener mi cuerpo estaba deshecho, completamente inútil. Me sentía tan cansada y agotada que no quise moverme de la cama. Me dolía cada esquina de mi cuerpo, por fuera y por dentro, tenía marcas de ellos por el cuello, los pechos y el trasero.

No se habían cortado ni un poco, sin embargo yo tampoco. Los cuatro llevaban grabadas mis uñas en sus brazos y espaldas, sin embargo no había oído ni una queja. Les encantaba tener mis marcas.

Están enfermos. Eso lo tenía claro.

Hoy habían cambiado las cosas definitivamente, yo había cambiado. Y me gustaba que así hubiera sido, al fin podía ser un poco más yo.

Estaba exhausta, pero si vinieran de nuevo no les negaría nada, cada movimiento, caricia y embestida que me ofrecían era maravillosa. Jamás había disfrutado de nada igual, sus cuerpos estaban hechos para esto y para mi.

Recordaba sus músculos, su piel contra la mía, el calor que nos rodeaba y sus gemidos. Las miradas calientes y tiernas de Henry, peligrosas y punzantes de Alec, pervertidas y anhelantes de Logan y las delicadas y adictas de Jacob. Tan parecidos y diferentes, cada uno de ellos me transmitía cosas diferentes, pero de la forma más intensa y real.

Pasaron los minutos y empecé a recuperarme, así que decidí levantarme para ir al baño. Hice mis necesidades, me dí una pequeña ducha y me puse una camiseta pegada y unas mallas cortas.

Mi cuarto seguía oliendo a sexo y lo más seguro es que continuara oliendo así por un tiempo. Lo único malo era que me recordaba a todo lo que había ocurrido y calentaba mi cuerpo de inmediato. Por eso debía salir de él lo antes posible.

Cerré la puerta, suspiré y bajé las escaleras.

¿Estaría Hades?

–Mirar quien se digna a aparecer, la bella durmiente–vaciló divertido Alec.Se encontraba estirado en mi sofá con una maldita sonrisa encantadora en su rostro. Le miré con mala cara y seguí mi camino.

–Cielo–saludó Logan–Tú comida–me ofreció un plato con beicon, huevos y tostada. Su olor llegó a mis fosas nasales y sus ojos agujerearon los míos.

–Esta es mi cocina–hablé recordando las palabras que él había dicho en su cocina.

–Come–pasó de mi maldita cara y fue hacia el comedor, donde debería estar el resto.

Y tenía razón, todos se encontraban ahí, pero solo me fijé en uno de ellos.

Hades.

Estaba sentado en la mesa, con el portátil y varios informes. La camisa negra pegada a sus músculos con los primeros botones abiertos, suponiendo de gran imaginación para mi.

Ignorando mi mente aún calenturienta me senté en la mesa con Hades, pero lo bastante lejos como para que mi sed de él no aumentará demasiado.

–¿Qué hacéis aquí?– dije calmada, pero seria llamando la atención de todos.

–Para despertarte como es debido–Jacob habló desde el sofá, con varios papeles en sus piernas. ¿Qué hacían?

–Para seguir con nuestro objetivo–aclaró Hades dejando los papeles que había estado leyendo hacía unos segundos delante de mí–Hemos hecho algún progreso.

Me molesto, no iba a mentir, su indiferencia e ignorancia de lo que había ocurrido me dolía. Y no sabía por qué, pero me cabreó esa sensación. ¿Por qué se comportaba así?

Las Sombras [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora