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El funeral de Salomon Vespiam fue un acto solemne pero repleto de lujos, lo mismo que había querido él. Y fue tan concurrido que casi las dos cámaras parlamentarias asistieron, lo mismo que un ejército de caballeros y damas poco ortodoxas de la sociedad. El mismo rey Victor, un chico de 12 años presentó sus respetos ante Corrine obsequiándole una ristra de perlas hermosamente montada de casi dos metros que hacían un collar al que tendría que torcer unas cinco veces al menos para usarlo en el cuello.

Sus amigas formaban parte de su cortejo, Celeste con un vestido negro muy formal que embellecía brutalmente su rostro, Ivanna llevaba uno de un tono gris adornado con negro también, más juvenil y Leslie, asombrando a todo el que la viera llevaba camisa, pañoleta, chaleco, capa que arrastraba y (para sorpresa) pantalones negros, algo sueltos dentro de unas botas de cuero. Ella iba del brazo de su marido, Lord Windsor, que la pasaba bastante en altura y servía también de carabina al grupo. En una ocasión se acercó a Corrine, cuando todos se retiraban a sus respectivos carruajes con su alma en forma de hurón en el brazo.

-Mi pésame, milady -murmuró y la miró con sincera pena.

Por su estatura, ella tenía que alzar la mirada para ver sus ojos color ambar.

-Muchas gracias, milord -dijo e hizo una reverencia.

Él la respondió.

-Milady, quiero que sepa que es bienvenida en Berkerley Square cuando desee y que cualquier cosa que necesite no dude en pedirla -agregó.

En su rostro algo que le recordó a Leslie se hizo notar, un aire paternal y una picardía innata.

-Milord, disculpe el atrevimiento pero, podría hablarme usted de lo que le ocurrió a mi padre...

Kellan asintió.

-Claro, debería acompañarme entonces a la oficina de su padre en Port Royal. Le interesará ver cómo funcionan los negocios del puerto ahora que es suyo.

Ella abrió los ojos sorprendida.

-¿Port Royal es mío?- sonó como una niña- Pero no puedo ir sin escolta.

Lord Windsor soltó una sonrisa a medio lado.

-Usted es condesa ahora, puede ir a donde le plazca sola -le dijo el hombre e hizo una reverencia antes de alejarse.

-Irónico -dijo Cory en forma de Lobo gris-, puedes ir a donde quieras pero no puedes firmar un documento legal sin que la revise una carabina.  Parece que rayar un papel es más peligroso que correr en desnuda en un puerto lleno de piratas.

-Firmar el papel equivocado puede significar la ruina -le dijo caminando hacia el carruaje negro que antes era el de su padre donde Leanders hablaba con el cochero.

-Pero es mejor que ser violada por un carguero- acotó Cory mirando a la serpiente verde que Johanns llevaba enrollada en el brazo derecho.

-No seré violada, Cory- le dijo-. Al menos no por un carguero o por un pirata.  

Cory bufó.

-Sí, sí serás violada por un carguero, disfrazado de señor con actitud de pirata -murmuró en un exagerado silogismo. -Aunque serás la agredida sexual más dispuesta del mundo.

Entrecerró los ojos. A veces Cory se portaba como un idiota.

-A ver ¿qué tiene de malo? Él es, de hecho, muy parecido a tí.

Cory cambió de forma. Sus ojos del mismo color que los de Corrine, eran los de una pantera.

-Yo no soy igual a ese sujeto -sonó despectivo-. Además no confío en alguien que traiciona a sus amigos.

Alma CorrompidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora