Anunciando la llegada de un nuevo día, los rayos del sol se colaron por las ventanas, provocando que una repentina oleada de calor recorriera en el cuerpo de la heredera SoVespiam, y que a su vez provocó que se despertara un par de minutos después.
Al estar despierta, no tardó en colocarse un vestido ligero de color gris, que daba a entender que seguía de luto por la muerte de su padre, acompañado de unos tacones blancos que hacían juego con un adorno que había decidido llevar en su cabello para después usar un suave labial en sus labios sin ayuda de las criadas. Una vez estuvo lista salió de su habitación y recorrió los pasillos de la casa hasta finalmente llegar a la cocina para desayunar.
Sólo algunos la saludaron animadamente al verla entrar mientras otros dirigían miradas furtivas a la joven de 17 años . Una vez sentada, comenzó comer justo cuando pusieron el plato de frutas al frente de ella, tomando pequeñas cantidades, sin prisa alguna.
El Doctor Carsú llegó un par de minutos después, y se dedicó a observarla de reojo un par de veces pero sin mencionar absolutamente nada, tal vez porque quería que ella terminara de comer tranquila, o sólo porque no conseguía las palabras para iniciar correctamente una conversación. Alastor, el mayordomo, también la observaba. Ambos parecían pensar que en cualquier momento la joven se desmoronaria frente a sus ojos por las últimas cosas que pasaban en su vida.
Y Corrine lo sabía, por eso no mostraba aquel faceta a los hombres, no necesitaba su lástima, necesitaba que la apoyaran con todo lo demás.
Pero a pesar de todas las miradas de ellos, se percató de algo importante: estaban todos los que sabía que estarían.
Todos excepto Johanns Leanders.
- ¿Milady? ¿Quiere un poco más de café? -la distrajo una de las doncellas, que se había detenido al lado de la mujer en la espera de instrucciones.
- No... Estoy bien así, es suficiente comida por hoy -le respondió con amabilidad, aún cuando se había comido menos de la mitad de la comida.
Y el rubio doctor no pasó por alto aquello, y fue el primero en decir algo luego de que la doncella asintiera con la cabeza y se alejara.
- Que no coma no le hace ningún bien, milady... Debe tener buena salud para poder llevar todos los bienes de su padre sin ningún problema -alzó una mano para que no lo interrumpiera al ver que la joven se apresuraba a decir algo-. No digo que no sea capaz de continuar con todo, solo digo que debería cuidarse...
El alma de la mujer, Cory, casi estuvo a punto de darle la razón al hombre.
- No se preocupe, estoy bien -lo interrumpió, queriendo evitarse todo el sermón del mayor-. Me dijeron ayer que usted quería hablarme, ¿Qué es lo que tiene para mi?
La última pregunta provocó que el ceño del hombre se frunciera, haciendo notables unas pequeñas arrugas que no hacían más que hacerlo ver un tanto angustiado, mostrando así lo importante de la noticia que quería transmitirle a la mujer. Incluso, se acomodó en su asiento dejando ambas manos sobre mesa pero juntas mientras que pegaba completamente la espalda a la silla, adquiriendo una expresión seria mientras dejaba a un lado la comida antes de hablar.
- Milady... -se aclaró la garganta como buscando la voz que ahora se encontraba escondida-. Su majestad se ha preocupado por usted debido a la noticia de su padre. Pidió incluso que si puede vaya a visitarlo o en su defecto, enviará al alguien que la ayude y pueda supervisar todo lo que haga solo para asegurarse de que usted está bien... Y en caso de no ser así intervendrá y lo más probable es que tome posesión de sus tierras y cada cosa que le pertenezca para ayudarla y quitarle un peso de encima -y se calló sin dejar de observarla con la misma expresión-.
ESTÁS LEYENDO
Alma Corrompida
FantasyUn alma no sólo era una amiga, ejercía el papel de consciencia, de protectora, de confidente. Su forma cambiante representaba tu estado de ánimo e, incluso, tus sentimientos más ocultos. Podían pasar de ser una pulga a pasearse con la forma de un el...