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Sucedió durante la noche, mientras todas las almas dormían, mientras Corrine rememoraba besos ardientes y Cory, hecho un ovillo, dormía sobre mullidos almohadones en forma de gato.

Un enorme cuervo, plumaje de medianoche y garras que cortaban el viento, se posó en el alfeizar de la suite principal, donde el antes poderoso e invencible Conde Vespiam dormía.

Se cuenta que un alma va en busca de su amo, siempre al último minuto. Por eso Vespiam abrió la ventana con la poca fuerza que le quedaba y, faltando un día entero para que muriera naturalmente, él prefirió quedarse allí, mirando al cuervo, mojándose con la lluvia fuera de época y llorando a su Elaí.

Angelik le encontró muerto cuando, en la mañana, fue a encenderle la chimenea.

¿Durante cuantos años había amado en sombras al tirano?

Lo había amado lo suficiente como para aguantar su mal humor, para resistir callada cuando él trajo a casa a una pequeña gitana y la había hecho suya, callada había cuidado del retoño de su querido, sin decir nada, había puesto paños de agua fría en la frente de la mujer que le había quitado a su amor, lo había visto casándose de nuevo y, luego, había visto marchitarse a su querido conde por la muerte de su gitana. Todo lo había aguantado en sombras porque sencillamente lo amaba.

Y ahora lo había visto morir... Sin poder contarle nada, sin tener lo único que quiso.

Y él que lo había sabido siempre...

Angelik se fue de la mansión antes de que ningún ser viviente la viera, dejándole una nota a la hija de Elaí, a Corrine, donde le explicaba todo. Sin más coartada que el dolor de quien perdió el último rayo de esperanza en malagradecido cariño nunca devuelto.

Y, mientras Corrine leía aquello, maldecía al amor. ¿Qué tan desequilibrada estaba la balanza de los dioses?, un despiadado amor dado a quien no lo soportaría y negado a quien de verdad lo necesitaba y habría podido aguantarlo... Y así seguía la oscuridad cubriendo a Craven's Manor, aparentando prospera felicidad ante todos cuando de solo terribles secretos se conformaba su realidad.

-¿Qué pasa, Corrine?- preguntó Cory despertando de sopetón.

-"...Con esta misiva me despido, Milady...

«Siempre la vi como se mira a una hija, Milady, y ahora lamento mi hipocresía porque me doy cuenta de que, aunque injustamente, la odié muy en el fondo, cada vez que algo de aquella inocente muchacha gitana salía a flote en usted. La pobre Elaí que amó al señor como una niña, yo le habría podido amar más... Pero ahora ya nada importa...

«Encontré muerto al conde en su habitación... No puedo aguantar por más tiempo Craven's, no cuando sé que yo lo maté. La conciencia es un cruel recordatorio y un peso que aumenta con el tiempo indolentemente.

Comencé dándole pequeñas dosis de algún veneno a la muchacha Elaí en el té, eran solo para ponerla enferma, para que el señor la llevara de vuelta con los gitanos, pero la muchachita no lo aguantó, yo la maté.

«Pensé que el señor la olvidaría, pero, cómo con usted cerca, lo maté matándola a ella. Puede odiarme si quiere, yo me odio aun más...

Angelik •/ "

Cory mantuvo un pesado silencio, quizás visto desdeñoso en su figura de gato, despreocupado parecería si fuera otro y no Corrine el que lo viera, pero, en realidad, aquel semblante impertérrito era totalmente el reflejo del alma resignada de ella, que lloraba porque ella misma se sentía aliviada. De algún modo perverso la muerte de su padre la tranquilizaba.

Alma CorrompidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora