2

766 64 43
                                    

Cuando entro a las gradas y veo el asfalto por primera vez hoy, una emoción nueva se instala en mi estómago, junto a la que ya siento por estar presenciando de nuevo en vivo una de mis grandes pasiones

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando entro a las gradas y veo el asfalto por primera vez hoy, una emoción nueva se instala en mi estómago, junto a la que ya siento por estar presenciando de nuevo en vivo una de mis grandes pasiones.

Y es que desde ayer, no he dejado de pensar en "C", el misterioso chico de la tienda con el que hice la apuesta. Ni siquiera sé su nombre, ni he visto su cara, pero no puedo evitar reprimir una sonrisita estúpida cada vez que recuerdo nuestra conversación. Tal vez sea precisamente por ese misterio que le envuelve por lo que no puedo dejar de pensar en él y en verle hoy de nuevo. Tuvo un detallazo cuando me compró el polo de Ferrari teniendo en cuenta lo caros que son, además de darme su número, aunque no he sido capaz de escribirle todavía.

Con esperanzas de poder ver algún rasgo más de su rostro aparte de esos preciosos ojos aguamarina y su color de pelo, le añadí a WhatsApp, pero su foto de perfil no me reveló gran cosa; solo se veía la parte superior de su espalda y su cabellera castaña en el extremo de un barco con un precioso paisaje delante de él. Lo único que me reveló la foto es su posible gusto por el mar y los barcos, pero ni de eso puedo estar segura. En cuanto a su nombre, la "C" con la que firmó la nota podría significar un millón de cosas, especialmente teniendo en cuenta que no es español, e incluso podría ser un mote que nada tiene que ver con su nombre de pila.

Así que tras ver esa foto de perfil misteriosa y frustrarme por el misterio que parecía envolverle todavía más, mi orgullo me hizo cerrar la aplicación sin escribirle. Estoy absolutamente convencida de que voy a ganar la apuesta de hoy porque Charles Leclerc es incapaz de comportarse de forma humilde en su vida tras ganar algo, por lo que tendré la oportunidad de curar esa herida en mi orgullo cuando le vea cambiar su amado rojo Ferrari por el verde de Aston Martin.

Cuando el estruendo de los motores llega a mis oídos, una amplia sonrisa domina mi rostro. La emoción instalada en mi estómago se intensifica y al ver los coches iniciando sus vueltas de calentamiento, casi tengo que encadenarme a mi asiento para evitar empezar a dar saltos de entusiasmo. Al ver la inconfundible flecha roja conducida por el monegasco, no puedo evitar mirar a mi alrededor en busca del chico misterioso, a pesar de que sé que es una acción absurda. Aunque fuese capaz de reconocerle en la distancia, probablemente ni siquiera esté en esta sección de las gradas. El circuito es tan grande y tiene tantas ocupaciones distintas para el público que coincidir con alguien sin querer es misión imposible.

—¿A quién buscas? La Q1 está a punto de empezar y te la vas a perder.

La voz de mi hermano me saca de mi mundo interior y me giro para mirarle, tratando de evitar que mi rostro deje ver cualquiera de mis emociones. No le he contado a nadie lo que ocurrió ayer porque quiero evitar las mofas, sermones o comentarios de mi familia, por lo que mi hermano no puede saber nada sobre "C" ni nuestra apuesta.

—Ah, ya, me he quedado un poco empanada. Hoy no he dormido muy bien, pero ya me espabilo.

—No mientas, tú estás nerviosa porque sabes que Alonso se va a quedar con una triste P7 como mucho mientras que Sainz y Leclerc no bajarán de la tercera.

Todo al rojo {Charles Leclerc}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora