Al bajar las escaleras del jet privado de la mano de Charles para ayudarme, miro a mi alrededor para encontrar algo revelador acerca de nuestra ubicación exacta, pero casi somos los únicos en la pista del aeropuerto. Además, la noche no ayuda a la hora de identificar nada, y mucho menos a lo lejos. Lo único que puedo ver esperándonos a los pies de la escalera junto con un par de hombres es un Ferrari Roma negro que imagino pertenecerá al hombre que tengo a mi lado.
—Ya hemos aterrizado, ¿es que todavía no vas a decirme qué tienes planeado? ¿O dónde vamos a ir esta noche? ¿O por qué has decidido ponerte un traje y me has aconsejado que me pusiera mi vestido favorito? —pregunto con el puchero más convincente que soy capaz de mostrar en mi rostro.
—No, ma chérie, ya te he dicho que solo lo sabrás cuando lleguemos a nuestra primera parada. Además, has sido tú la que ha escogido nuestro destino. ¿No te vale con saber que estamos en París?
—¡No porque conociéndote, eres capaz de comprar la ciudad solo para cenar conmigo una sola noche!
—Evidentemente, no mereces menos que eso —declara antes de hacer un gesto hacia uno de los hombres que se ha acercado a abrirme la puerta del Ferrari para abrirla él en su lugar—. Para dos días que puedo disfrutar de ti con total libertad, pudiendo tomarme mi tiempo para hacer lo que quería hacer desde hace tanto tiempo, no voy a ponerme ningún límite, así que prepárate para todas las sorpresas que he planeado para ti.
Charles no tarda en ocupar el asiento del conductor junto a mí y su mano descansa inmediatamente en mi muslo. El motor del Ferrari despierta con un ronroneo y él sonríe al escucharlo, como si se encontrase con un viejo amigo. Mi curiosidad se ve pausada cuando le veo conducir, viéndose guapísimo con una camisa azul cielo y el pelo cobrizo ligeramente despeinado. Analizo cada rasgo de su rostro, desde la línea de su mandíbula recién afeitada, hasta la curva de su cuello salpicada por los chupetones que dejé sobre él anoche, pasando por el brazo que maneja el volante de este coche tan espectacular. Aprovechando la escena de la que solo yo puedo disfrutar, saco mi móvil y grabo un vídeo para inmortalizar el momento.
—¿Tienes algún coche que no sea un Ferrari o te debes a tu escudería hasta la muerte?
—Tengo cuatro Ferraris, sin contar los que puedo conducir en la pista, y cuatro coches que no son Ferraris, así que estoy en equilibrio, supongo. ¿Por qué? ¿Quieres uno?
—¿Qué? —pregunto, impresionada por su solícita oferta y tratando de identificar si está bromeando, pero sus ojos me indican que va totalmente en serio—. ¡No, no, ¿pero cómo voy a querer un Ferrari?! Si son carísimos y llenar el depósito costará más del dinero que puedo tener en un año, por Dios, ¡jamás podría ni soñar con tener un coche así!
—¿Por qué no? Si quieres uno, solo tienes que pedírmelo y yo correré con todos los gastos. No sería difícil para mí conseguir uno y menos teniendo en cuenta que trabajo con ellos.
ESTÁS LEYENDO
Todo al rojo {Charles Leclerc}
FanficAtenea ha sido fan de la Fórmula 1 desde que tiene uso de razón. Su pasión por este deporte fue contagiada por su padrastro, así como su apoyo incondicional por un piloto en particular: Fernando Alonso. Tras años siguiendo las carreras desde el saló...