La joven mesera colocó dos tazas de café sobre la mesa y se marchó. Nobara cogió uno de los sobres con azúcar y lo partió a la mitad.
—¿No quieres un poco? —preguntó a Megumi vertiendo el contenido dentro de su café.
—No me gusta lo dulce —él le recordó.
Ella giró la cuchara para revolver el líquido, provocando un delicado tintineo al choque de la porcelana con el metal.
—Tú te lo pierdes —le dijo—. Bueno, ¿quién crees que sea?
—Zenin.
—¿Maki?
—Sí, perdí una de sus armas la otra vez.
—Ella no es ese tipo de persona. Más bien, yo pensaba en el profe Gojo —Nobara respondió llevándose una cucharada a la boca—. La mayoría de nuestros chismes son sobre él. Hemos pasado horas hablando únicamente de la vez que terminó con Suguru Geto en el KFC; sobre una posible relación fallida entre él y la profe Utahime que es la razón por la que ella lo odia tanto; e incluso que se encargó de ti porque es el ex de tu papá.
—El profesor Gojo es muchas cosas, pero no sería capaz —Megumi replicó, mientras golpeaba el borde de la taza con las yemas de los dedos— y yo nunca dije que haya sido el ex de mi papá. No tiene sentido.
—Hasta que no tengamos algo concreto no descartes ninguna teoría, Fushiguro —Nobara abrió un segundo sobre de azúcar—. ¿Y si no solo es alguien que nos quiere molestar? ¿Qué tal si es una maldición en busca de venganza? El de la cara cosida, por ejemplo —Tembló y se cubrió el ojo izquierdo—. Imaginármelo me da escalofríos, aunque si tuviera que agarrárselas con alguien, ese obviamente sería Itadori. No nos conoce... aún.
Megumi bebió un sorbo de su taza.
—Empecemos con el descarte —le dijo—. Ignoremos a Panda e Inumaki. Si fuesen ellos sería evidente.
—Tienes razón —Nobara coincidió frotándose el mentón—. ¿Has pensado en el gorila de Kioto?
—¿Aoi Todou? —Megumi preguntó—. ¿Por qué sería él?
El dedo de Nobara se dirigió hacia la ventana que daba a la calle. Desde el otro lado, el susodicho, pegado al vidrio, los apuntaba a la cara con su celular.
—¡Es él! —Megumi exclamó y estiró los brazos.
Cuando se disponía a formar puños para invocar a Mahoraga, Nobara se precipitó y lanzó su martillo hacia el intruso, rompiendo el cristal y desatando el caos en el café. Los clientes estallaron en gritos y la dueña del establecimiento salió furiosa directo a la mesa de ambos, donde encontró a Nobara parada en una de las sillas y tirando de la coleta del alumno de Kioto, con las dos manos.
—¡Kugisaki! —Megumi la jaló de la cintura, consiguiendo que soltara al hechicero de primer grado, como si ella fuera una chihuahua engreída y conflictiva pretendiendo involucrar a un dóberman en una pelea que no podría ganar.
—¡Esto es menos peligroso que lo que ibas a hacer! —ella protestó y miró a la señora que, cruzada de brazos, mecía amenazadoramente una sartén—. ¡El profe Gojo pagará el vidrio!
Entre la multitud que se acercó, intrigada por el escándalo; la figura de Yuuji itadori resaltó gracias a su característico cabello picudo y rosado.
—¡Kugisaki! ¡Fushiguro! ¿Qué pasa?
—¡No lo entiendes, Itadori! —Nobara gritó y señaló acusadoramente a Aoi—. ¡Él es el que nos está tomando fotos!
—¿Él?
El estudiante de Kioto retrocedió hasta quedar al lado de Yuuji.
—Vámonos de acá, bro, éstos están locos. ¿Para qué les tomaría una foto? Ni que fueran mi preciosa Takada. Ya quisieran —dijo mirando con adoración una foto de su celular que, por lo brillosa y mal tomada, parecía tomada directamente de un viejo, y desfasado, televisor.
Entre mosquitos y borrones de colores, apenas se podía distinguir la cara de la idol favorita de Aoi Todou. Nobara, después de reconocerla, volteó hacia la pantalla gruesa del local y, cuando se percató del video musical de kpop, enrojeció.
—¿Y no pudiste verlo en tu celular?
—¡No es igual que verlo en TV!
—¿Y por qué no te acercaste en lugar de tomarlo desde acá?
—Es que soy muy tímido cuando se trata de mi bella Takada.
Yuuji echó un vistazo a la mesa que sus amigos habían dejado, notando dos tazas de café a medio beber.
—¿Están saliendo oficialmente, chicos? —les preguntó, con un brillo notorio en los ojos.
Ambos formaron muecas, pero no fue sino Aoi Todou el que sacó su lengua, con asco.
—Entonces los chismes eran ciertos. ¡Lo sabía! Fushiguro, eres un tipo aburrido —dijo entre lágrimas, a punto de llorar—. Prefieres una personalidad extraña como la de Kugisaki en vez de algo sólido, real, estable y duradero como un buen trasero.
—¿Disculpa?
Nobara se llevó las manos a las caderas. El rechinar de sus dientes fue una señal de alerta para Megumi y Yuuji.
—Kugisaki tiene un cuerpo apropiado, supongo —el supuesto "novio" de Nobara respondió—, pero a mí el físico no me importa —La miró de reojo, con cierto temor—. Después de todo, el aspecto físico es temporal, y sus estándares muy subjetivos. Con el carácter es diferente, sobre todo, si es inquebrantable.
Aoi Todou no vaciló: se lanzó sobre Megumi y lo estampó contra un muro. Muy pronto, a la compensación de una ventana rota se le sumaron la pérdida de una mesa y la pared.
ESTÁS LEYENDO
Chismes y café┊FushiKugi
FanfictionFushiguro y Kugisaki suelen reunirse a compartir chismes y café, hasta que alguien, desde el anonimato, decide convertirlos a ellos en el centro de los rumores.