Megumi cornudo

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Cabeza recargada en la almohada, Megumi miraba a la nada, sin poder quitarse el recuerdo de Nobara. Eso último, ¿había sido un beso? Nunca sus rostros estuvieron tan cerca, al punto de sentir la respiración de ella, cosquilleando su nariz, y sus labios tocando los suyos.

Entonces, se arrepintió de no haber hecho más. Pero, ¿qué podría haber hecho? ¿Besarla...?

Sacudió la cabeza y se cubrió hasta arriba con el cobertor, mientras cerraba los ojos, forzándose a dormir. Esa noche, debía darle al profesor Gojo la razón: solía pensar en exceso, aún cuando estaba de más. ¿Para qué sobrepensar en lo que nunca fue ni sería jamás...?

—¡Fushiguro! ¡Fushiguro! —Nobara pateó la puerta y se lanzó a la cama.

Megumi se movió, al sentir aquel peso en sus piernas, y se sentó a observarla, tratando de identificar su rostro en medio de la oscuridad. Lentamente, deshizo los puños que acababa de formar con las manos.

—¿Kugisaki? —Se sobó los ojos y encendió la lámpara—. ¿Qué haces aquí, a esta hora?

Con el brillo tenue amarillo, dándole en la cara, Nobara hizo un puchero y extendió su celular encendido hacia él.

—¡Me están difamando! ¡De nuevo! —se quejó.

La pantalla mostraba una foto de ella encima de Yuuji, tras la caída accidental de ambos, esa misma mañana durante la observación a Satoru Gojo.

Megumi Fushiguro cornudo: Nobara Kugisaki va tras Yuuji Itadori. Cuidado, hechiceros, la alumna de Satoru Gojo, de primer año, anda jugando con sus compañeros —Megumi apartó el aparato—. No puedo seguir leyendo esta tontería. Tú no me engañas.

—¡Exactamente! ¡Es una vil mentira!

Nobara hizo un ademán de querer lanzar el equipo. Megumi la sujetó del brazo para impedir que cometiera una locura, tan cerca de la ventana.

—Es la misma persona que propagó el rumor sobre nosotros. Parece personal, pero contra ti —opinó—. ¿Tienes enemigos, Kugisaki?

Ella relajó la tensión de sus manos dándose cuenta de lo que estuvo por hacer, pero sin intenciones de admitirlo.

—Mmm, supongo que sí —Para su seguridad, guardó el celular en el bolsillo de su felpuda bata de cama—. Solía golpear a muchos niños en la escuela... Aunque dudo que sea alguno de ellos, estoy segura de que es un hechicero que me trata de desprestigiar, pero ¿quién?

Megumi la miró ponerse el dedo índice en la boca y fruncir el entrecejo, permaneciendo callada por unos minutos que se alargaron más de lo pensado.

—¡Lo tengo! —Nobara exclamó de repente y saltó fuera del colchón—. ¡Mai Zenin!

—¿Mai Zenin? —Megumi repitió.

—Nos detestamos —Nobara resolvió—. Está en Tokio ahora y justo coincide con la aparición de los rumores sobre mí. Quiere enfadarme.

Megumi pareció pensarlo por un momento.

—No lo sé, pero vigilémosla de cerca —sugirió y volvió a apagar la luz.

Chismes y café┊FushiKugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora