Con aroma a café

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La mesera se acercó a ambos con la libreta en una mano y el lápiz entre los dedos. Ninguno revisó el menú, pero tampoco necesitaron hacerlo.

—A mí me trae una malteada y a él —Nobara miró a Megumi—, un café negro.

Megumi se quedó observándola, mientras una pequeña sonrisa se esbozaba en sus labios.

—Y bien —Las yemas de los dedos de ella tamborilearon sobre el tablero—, cuenta el chisme.

Una de sus manos se deslizó sobre la de Megumi, que yacía sobre la mesa. Él procuró no temblar ante el contacto.

—En su época de estudiantes, Shoko era muy cercana a Suguru Geto y al profesor Gojo —le comentó—. Hay quienes dicen que ella albergaba sentimientos por el profesor Gojo, pero yo personalmente creo que fueron hacia Geto...

Nobara entornó los ojos.

—¿Cómo que Shoko y Geto? Me habías dicho que el chisme era sobre Shoko y Utahime —Se inclinó en la silla empujándola hacia adelante—. Fushiguro, eso te lo acabas de inventar, ¿no?

Megumi se acarició el brazo izquierdo.

—No hay chisme nuevo —le confesó—, solo quería un café.

Los ojos de Nobara destellaron con picardía.

—Fushiguro, dime la verdad —Se aproximó al borde de la mesa, acortando la distancia que los separaba uno del otro—, ¿esto es una cita?

Megumi ladeó la cabeza ocultado su cara.

—Ya te dije que solo quería tomar café —replicó—. Quiero un último momento bueno antes de regresar a la escuela y enfrentar a Todou y a los de Kioto. Lidiar con ellos es peor que lidiar con una maldición.

—Ugh, los de Kioto —Nobara formó una mueca y frunció las cejas—, pero no me cambies de tema. ¿Estás seguro de que solo es eso? Estás tomando café negro para impresionar.

—Kugisaki, me gusta el negro. Además, me lo pediste tú.

—Te conozco bien, Fushiguro.

Megumi parpadeó, batiendo sus pestañas largas, con la mirada aún puesta en ella.

—Sí —dijo, rato después—, digamos que  quería que estuviéramos nosotros dos aquí... solos.

Las palabras de Megumi no habían sido del todo claras, y podrían tener variados significados, pero el corazón de Nobara brincó, ilusionado, haciéndola sentir bastante tonta por emocionarse de esa manera. Ella era Nobara Kugisaki y no cualquier persona podía ocupar uno de los limitados asientos de su corazón. Megumi ya tenía el suyo, así como Yuuji y el profesor Gojo, pero como una persona de confianza y un amigo muy cercano porque hasta ese momento no se había dado cuenta de que comenzó a mirarlo con otros ojos.

Quizá había estado tan pendiente en la vida amorosa de otras personas que terminó descuidando, en parte, la propia. Pero, ¿cómo culparse? Después de todo, fuera de bromas y chismes, era díficl establecer una relación real y sólida dentro del mundo de la hechicería por la constante del peligro y la corta esperanza de vida a causa de éste.

—Con permiso.

La mesera llegó con el café y la malteada y las depositó sobre la mesa. Ambos las bebieron en silencio, solo intercambiando miradas cada ciertos sorbos, y luego del café, pasearon por las tiendas favoritas de Nobara, por lo que, solo al caer la noche, se permitieron regresar a la escuela con un exceso de bolsas de compras, rumbo a sus respectivas habitaciones.

—Me divertí mucho, Fushiguro —Nobara se detuvo en su puerta, contempló a Megumi por un momento y lo pensó primero, antes de saltar hacia él, rozando sus labios—. Nos vemos mañana.

Le sonrió con esa seguridad tan característica de ella, aunque por dentro temblaba con un montón de emociones inconexas aflorando sin control. Tan rápido cómo lo procesó, Nobara se metió en su habitación dejando a Megumi afuera, anticipándose a que reaccionara con cualquier palabra o acción.

A lo mejor, los rumores tenían algo de razón.

Chismes y café┊FushiKugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora