En marcha

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Ese día siguieron a su profesor durante toda la mañana, pero lo único que descubrieron fue que, entre sus principales actividades diarias, Gojo solía visitar tiendas de dulces y comprar golosinas en cantidades excesivas; molestar por teléfono a Kento Nanami con bromas tontas e infantiles para alguien de su edad; y detenerse a mirar la puerta del KFC cada vez que pasaba casualmente por allí.

O eso último era lo que Nobara y Megumi querían creer.

—¿Ves que no es él? —Megumi dijo, cuando notó que empezaba a atardecer—. No me hemos encontrado nada nuevo.

Nobara, que por alguna razón estaba vistiendo una gabardina y un gorro a cuadros, similares a los disfraces de detective que vendían en el mercado central, colocó una enorme lupa cerca de su ojo.

—No seas impaciente, Fushiguro.

Megumi sintió un tic nervioso vibrarle bajo los párpados.

—Antes de que lo descubramos, él nos descubrirá a nosotros —Suspiró—. Eres demasiado obvia. ¿Por qué la ropa? 

La chica volteó, cruzada de brazos y con una mirada seria.

—Si quería hacerla de detective debía meterme en el papel —se defendió—. Además, yo sí le echo ganas, no como tú que solo estás que caminas detrás de mí con esa cara de "me vale todo".

Megumi frunció el ceño acentuando los rasgos que caracterizaban aquella expresión de "me vale todo", a la que se refería Nobara.

—Es mi cara de siempre —le dijo.

—Sí —Nobara afirmó no muy convencida—, claro...

Unos brazos se colgaron sobre sus hombros atrapándolos a ambos. Por un momento, los dos temieron que se tratara del sujeto en observación, atrapándolos en el acto, pero la calma regresó a ellos cuando identificaron en aquel la sonrisa de Yuuji y su amigo se puso a la luz.

—¿Espían al profe Gojo? —él les preguntó.

Megumi abrió los ojos, mientras Nobara sonreía de manera fingida.

—¿De qué hablas? ¿Por qué haríamos eso? —ella rió para disimular, pero su risa tan solo la delató.

—Quieren descubrir al culpable de los rumores y él parece ser el mayor sospechoso —Yuuji dijo, relajadamente—. Los escuché decirlo hace un rato... Y Kugisaki anda vestida como salida de una película de misterio a lo Sherlock Holmes.

Megumi le lanzó a Nobara una mirada de "te lo dije". Ella bufó.

—¿Qué es lo que quieres, Itadori?

—Ayudarlos, si es importante para ustedes, me interesa.

Nobara y Megumi se miraron como si se comunicaran telepáticamente entre los dos.

—Estás dentro —Nobara le informó—, solo síguenos y no hagas demasiado ruido.

Yuuji asintió y se posicionó al lado de su amiga para continuar con el espionaje, caminando en puntillas que, más que mantener la discreción, los hacían ver ridículos y sospechosos. Megumi solo los siguió, guardando la distancia, un tanto avergonzado de los dos.

Los tres volvieron a mirar a Gojo, a través de las ventanas de uno de los salones desocupados, atentos a cualquier movimiento que encontraran anormal hasta para tratarse de Satoru Gojo.

—¡Lo sabía! —Nobara exclamó orgullosa—. ¡Es él!

Yuuji hizo una mueca.

—Solo está sacando su celular, Kugisaki —le dijo—. No prueba nada.

—Otro que duda —Nobara se quejó y pegó un ojo al vidrio.

Entonces, su profesor giró la cabeza y ella y Yuuji se agacharon, tan rápido que chocaron, dándose un cabezazo, y terminaron dolorsamente en el suelo.

—¡Kugisaki! —Megumi corrió hacia Nobara, que había caído sobre Yuuji, y la levantó tomándola de las muñecas—. ¿Estás herida?

—No, solo Kugisaki me aplastó, pero gracias por preguntar —Yuuji respondió por ella, todavía en el suelo.

Megumi lo ayudó, reprochándose mentalmente por haberlo olvidado, y luego, los dos se posicionaron en la ventana, encontrando no más que un aula vacía.

—¿Y el profe? —Yuuji se preguntó—. Estaba...

La puerta de al lado se abrió, sin anticipo, revelando la figura de aquel hombre de cabello níveo y los ojos cubiertos por un vendaje oscuro, al que reconocieron como su profesor.

—¿Me buscaban?

Chismes y café┊FushiKugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora