Capitulo 9: Rivales

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      Nuestros ojos comenzaron una especie de guerra, mientras seguía escuchando alrededor como los demás hablaban sobre mi participación en el partido. Sin embargo, luego de mi comentario, los ojos de Aaron se enfocaron en los míos, llenos de furia.

      Mis cejas se levantaron a propósito, esperando su respuesta y cuando dio un paso más cerca de mi cuerpo, me obligue a permanecer en mi lugar, a pesar de que podía sentir que mi corazón latía contra mi pecho; porque pasaría lo mismo que el día anterior, donde mi silencio me dominó.

      —No puedes jugar por un motivo muy simple... —comenzó con su explicación cuando se movió unos centímetros más cerca de mi rostro, como si necesitara ver mi expresión o simplemente tratar de intimidarme con su presencia. Estaba funcionando, hasta que abrió nuevamente su boca. —Eres mujer.

      Por supuesto que esa sería su respuesta. Maldito machista rubio.

      Pude escuchar el suspiro de Ivo atrás mío, porque él sabía que yo ya me enojaba con ese comentario. Si movía mi puño en este momento podría romperle la nariz y estaría feliz al respecto, pero conocía la consecuencia de esa acción y solo sería yo la perjudicada.

      —Eres un maldito machista. —comencé, al tiempo que ponía mis manos en mis caderas para poder mantenerlas en un mismo lugar y no romper algo en su cuerpo, aunque mi dedo se alzó a unos centímetros de su rostro. Sus ojos se movieron a mi dedo antes de volver a mis ojos. —¿Cuál es tu jodido problema?... tienes miedo, ¿no es así? —su rostro divertido mirando a mi dedo cambio con mi pregunta y se volvió totalmente serio, apartando mi dedo con su mano. —Es eso... tienes miedo que una chica te gane, o ¿es por qué te distraerás? No te preocupes rubio, no eres el único.

      No sabía si fue mi comentario o las risas que siguieron a nuestro alrededor, pero podía ver en su cuerpo totalmente tieso que estaba por explotar. Sin embargo, no esperaba que su respuesta corporal cambiara tan rápido porque lo que yo quería es ver su molestia.

      Podía sentir los ojos de las personas, muchos esperando a que inicie el partido y tratando de descifrar que estaba haciendo yo entre los jugadores de ambos equipos. A diferencia de mí, no solo los Amaya parecían nutrirse con la atención de las personas, sino que Aaron parecía estar en esa misma sintonía, donde la atención llenaba su ego.

      —No me distraeré... —comenzó enfocándose en mí. Los pequeños pasos que nos separaban se terminaron cuando se inclinó hacia mi rostro, pudiendo ver como la furia que él tenía hace un momento había desaparecido y ahora era diversión lo que decoraban esos ojos color avellana, con una pequeña pizca de maldad. —Pero... si puedo decirte que esa pequeña mariposa es digna de admirar.

      Aquí es donde nuestros roles cambiaban, ya que en este instante era mi turno para quedar tiesa, totalmente inmóvil cuando sentí el movimiento a unos centímetros de mi cuerpo debido a que mi mano seguía en mi cintura y eso hacía que haya un espacio para que su brazo entrara perfectamente, para que luego sea su caliente dedo el que se moviera por mi tatuaje, justo en el espacio que había entre mi remera y mi calza. Mi piel estaba en llamas, no entendía si era en el buen sentido o en el malo.

      Era en este momento donde tenia que enderezar mis hombros, largar el aire que en algún momento había quedado guardado en alguna parte de mi sistema y no mostrar ese nerviosismo que sentía en cada fibra de mi cuerpo.

      —¿Qué pasa? ¿Estas nerviosa preciosa?

      Mis manos tuvieron vida propia cuando fueron directamente al pecho de Aaron, tratando de empujarlo lejos, pero ni siquiera logré moverlo de su lugar, en lugar de eso fui yo quien fue alejada de él.

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